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Monólogo de Alsina: "Para desgracia del barco Lifeline, con 230 inmigrantes a bordo, las segundas partes interesan poco"

Y del Lifeline quién se ocupa. Este barco de una ONG alemana que desde el miércoles tiene 230 personas rescatadas a bordo. El viernes pidió permiso para entrar en aguas de Malta y le fue denegado. Hoy ha amanecido, de nuevo, en aguas internacionales y sin autorización ni de Malta ni de Italia.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 25.06.2018 08:15

Al Lifeline le está pasando lo mismo que le sucedió al Aquarius. Primero Malta y luego Italia se niegan a abrirle sus puertos. Sólo que, a diferencia del Aquarius, el Lifeline ya no es el primero al que le pasa. Nuestro mundo de hoy es así. Ser el primero te garantiza una notoriedad que nunca alcanzarán los que vengan detrás. Para desgracia del Lifeline, de su tripulación y de sus inmigrantes, las segundas partes interesan poco. No aparecerá su historia en las primeras páginas, ni siquiera en las segundas o las terceras. Y no habido todavía gobierno europeo que de un paso al frente y se ofrezca a recibir al barco en sus aguas.

Anoche estaban los gobiernos de media Europa reunidos en Bruselas para hablar de política migratoria y ni ellos creyeron necesario decir nada sobre el Lifeline ni tampoco los periodistas les preguntaron, que yo sepa.

No es el Aquarius. Es exactamente igual que el Aquarius pero quince días después. Y sin puerto de Valencia.

Bueno, se ha ofrecido a acoger a todos los barcos que lo necesiten Ada Colau. Que es alcaldesa y tuitera impenitente pero que no consta que sea autoridad portuaria. Y cuya credibilidad ha sufrido un golpe notable al describirse a sí misma como una mujer bisexual y pobre que llegó a ser alcaldesa de Barcelona. Lo primero, bisexual, nadie se lo ha discutido (no se sabía que lo fuera cuando llegó a la alcaldía); lo segundo, que haya sido pobre, sí ha sido bastante cuestionado. ¿Dónde? En su hábitat natural, o sea, twitter. Su padre fue creativo publicitario y su madre, comercial de una inmobiliaria. Pobre no parece que fuera ni la familia ni la hija. Si acaso, clase media. Como tantas otras mujeres de clase media que han llegado a tener un puesto relevante en la política.

A Pedro Sánchez le gustan los cactus y el olor a incienso.

Lo contaba ayer El País. Primer medio escrito con el que Pedro ha querido hablar. Sellando la reconciliación del presidente inesperado con el periódico de referencia que tanto hizo para impedir que volviera a levantar cabeza. Ha cambiado El País, de dirección, de línea, de editoriales, y ha cambiado Sánchez: antes era un aspirante castigado por las encuestas y ahora el jefe del poder ejecutivo.

Ya te digo se le va a gustar el incienso. Y si va a percibirlo donde jamás pensó que lo olería.

El presidente debutó ayer con sus pares en Bruselas. Los jefes de gobierno invitados a la cumbre restringida que se inventó la semana pasada Juncker para echarle un capote no a Sánchez sino a Angela Merkel. Es Merkel quien tiene un problema gordo dentro de su gabinete por la política migratoria. Y es Sánchez quien no tiene problema alguno porque la única medida que ha tomado hasta ahora en esta materia es acoger en Valencia al Aquarius en una operación humanitaria bien recibida y bien rentabilizada políticamente.

A Sánchez le han recibido bien —qué remedio— los dos amigos más firmes que hizo Rajoy en Europa: Jean Claude Juncker, el conservador presidente de la comisión contra el que ordenó votar Sánchez a sus eurodiputados; y la canciller Merkel, bestia negra de la izquierda española en los tiempos de la austeridad que iba a destrozar el continente. Y le ha recibido con gran cordialidad Macron, el espejo en el que se mira Albert Rivera.

¿A qué acuerdos han llegado los gobernantes de media Europa anoche?

Es una buena pregunta. Para la que no hay respuesta.

Salieron diciendo que había sido una reunión franca y que había ido mejor de lo esperado

…o sea, que no hay nada. Y que debió de alcanzar el debate una temperatura elevada.

Están a torta limpia Francia e Italia, Macron y Salvini.

• Francia quiere centros de internamiento para extranjeros en los países a donde llegan: como los CIES españoles pero gestionados por la Unión Europea. Las naciones a donde más llegan son Italia, España y Grecia.

• Italia no quiere centros de internamiento, lo que quiere es que una vez desembarcados, los rescatados sean repartidos por los países de la Unión. El deber de rescatar lo tiene el país más próximo, pero de los papeles y el asilo nos ocupamos entre todos: esto es lo que propone Giuseppe Conte, primer ministro eclipsado por Salvini.

Hasta ahí llegó la discusión y hasta ahí llegaron las conclusiones.

Próxima estación, el jueves ya con todos los jefes de Estado y de gobierno en el Consejo Europeo.

Por lo demás, Sánchez sigue haciendo cosas inéditas.

Como dar su primera rueda de prensa no en España sino en Francia —aquí se le sigue esperando—, o como responder en inglés a una pregunta en inglés.

O como publicar fotos del interior del avión presidencial, el Falcon. La galería fotográfica del presidente. El book Sánchez. Con gafas de sol dentro del avión. Para protegerse, imagino, del flash de ese fotógrafo compulsivo, y anónimo, que lo acompaña. Venga a dispararle a traición y a subir fotos a twitter.