OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Ministro Zoido, ¿dónde están los informes?

Quien debería responder no responde. Dice que, como ya no está en el ministerio, no procede ponerse a tiro de los periodistas.

Y a quien no estaba en el ministerio cuando pasaron todas estas cosas tan raras que ahora se están sabiendo le toca responder sobre aquello que, en realidad, es responsabilidad de los de antes.

El ministro del Interior, Zoido, convocó a los periodistas ayer con idea de contarles el balance de criminalidad de 2016 en España, o sea, que hubo 68 homicidios, dieciocho mil robos en domicilios, casi nueve mil robos de coches, estos datos. Le preguntaban por el comisario Pino. Por los tres informes confidenciales que este comisario jubilado, número dos de la policía durante muchos años, dice haber encargado por su cuenta sobre tres casos ya juzgados: el 11M, el Faisán y Marta del Castillo. "Ministro, ¿dónde están los informes?", le preguntaron.

Que dicen y me dicen. El ministro pregunta y le dicen que de Marta del Castillo no se hizo más que lo que hay en el sumario y que del 11M y el Faisán sí que se hicieron informes. Pero que no aparecen.

A ver si hay suerte, ministro. A ver si hay suerte. Un mando policial que encarga revisar investigaciones ya juzgadas —¿para qué?—, un mando policial que una vez jubilado y con cambio de ministro sale a contar que esas investigaciones se hicieron pero que no revela su resultado. Recordando que él está ahí, y que ha manejado información relevante, y sembrando su entrevista de El Mundo de carteles de peligro para iniciados. Todo es un como diciendo. Se lo dije a las siete: enmerdar, enmerdar, todo es empezar. Los informes que no aparecen. El pendrive del caso Pujol que aparece en el cajón de un despacho. Comisarios relevados y comisarios que andan por ahí ajustando cuentas entre ellos. Grabaciones van, grabaciones vienen.

Y el ministro nuevo, intentando responder las preguntas que, en lugar de él, tendría que responder otros. Los de antes. Y que aunque diga que tiene el mayor de los respetos por quienes le antecedieron en esa casa, qué va a decir, les está haciendo una enmienda a la totalidad.

Que pasen a la historia, ministro, pero aclarándonos a todos cuál ha sido la historia. De los informes, los pendrive, los Pujol, la Brigada Cataluña, las grabaciones, y Villarejo y Martín Bas, y Pino y García Castaño. El síndrome Rebeca. El pasado sigue siendo presente mientras no se levanten las alfombras y se airee, de una vez, la casa.

La fiscal jefe de Barcelona, Ana Magaldi. Quiso comparecer ante los medios, ayer, para narrar cómo vivió los insultos que le gritó un grupo de voceadores el viernes a las puertas del Palacio de Justicia. En su derecho está a contar lo que vio, lo que escuchó y el temor que sintió a recibir, como dijo ella, alguna colleja. Si le apetece dar una rueda de prensa, pues chico, la da.

Alguno de los aludidos ha declarado a El Nacional que no hubo tensión alguna, que lo que pasa es que vieron salir a esta señora fumando y parecía que se estuviera riendo en su cara, como si ella estuviera intentando llamar la atención del grupo para que éste reaccionase. Iba provocando, señora. Usted se lo ha buscado.

Estos tipos tan tolerantes que se pusieron a vocear al paso de la fiscal ni son representantes de nadie ni son los únicos ciudadanos que insultan en España, es verdad. En este país se insulta mucho. Incluso en los medios hay quien el insulto prefiere el insulto a la crítica. Pero estos gritones del viernes en Barcelona se definen no tanto por su condición de faltones como por esto último que le gritaban a la fiscal. El vete de aquí.

"Vete de Cataluña". Que no eres de los nuestros. La apropiación indebida de la catalanidad y del derecho a residir en esta tierra. De eso iba la serenata vocinglera.

Los independentistas educados, los que no andan por ahí insultando a nadie ni exigiendo a los demás que se vayan de Cataluña, han tenido una ocasión estupenda de decir que la fiscal tiene derecho a ir al Palacio de Justicia sin que nadie la insulte y punto.

Pero algunos han hecho otra cosa: tomarse a mal que haya salido a contar lo que le pasó. Como si molestara.

La portavoz del gobierno catalán, Neus Munté, ha declarado que todo el que desempeña un cargo público debe aceptar las críticas. Gran verdad. Sólo que la crítica es una cosa y que te insulten, otra. Y salvo que la fiscal no tiene un cargo: es una funcionaria que ha ido asumiendo responsabilidades a medida que iba avanzando su carrera. Como tantos otros empleados del servicio público.

Artur Mas se ha dado por aludido. En ningún momento la fiscal dijo que los gritones que la insultaron representen a nadie, pero Mas ha saltado como un resorte atribuyéndole la intención de cambiar el marco mental de la gente para que parezca que los soberanistas amenazan.

Con las veces que Artur Mas ha invocado a los fiscales del Tribunal Superior porque ellos no apreciaron delito en su consulta del 9N —los fiscales catalanes eran los buenos, el fiscal general del Estado era el malo— y ahora la emprende contra la fiscal jefe de Barcelona que también es catalana pero no le gusta.

Los enterados lo llaman crossover. Cuando dos series se cruzan, se mezclan.

En Estados Unidos se han mezclado 'House of Trump' y 'Juego de tronos'. El tambaleante comienzo de la presidencia de Donald Trump y la rivalidad creciente entre los hombres del nuevo presidente.

La primera baja del gobierno Trump es el general Flynn, consejero de seguridad nacional sospechoso de haber mantenido relaciones demasiado estrechas con los rusos.

Engañó al presidente, lo proclama a los cuatro vientos la Casa Blanca. Engañó al presidente, se lo confesó el 26 de enero y, sin embargo, Trump lo ha mantenido en el cargo hasta ayer, cuando afloró la información y consideró imprescindible quitárselo de encima.

Los hombres del presidente se están matando entre ellos.