OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Al juez belga sólo le corresponde decidir si España tiene derecho a seguir su causa contra Puigdemont"

La cuestión del día: a ver qué dice el belga. El belga es un juez. Cuyo nombre nadie conoce.

ondacero.es

Madrid |

A estas horas ya se habrá puesto al día de qué es esto del procés —perdón, que fue aquello del procés, que en su paz descanse— y por qué la justicia española quiere interrogar a un ex presidente autonómico que desoyó las resoluciones del Tribunal Constitucional e impulsó una falsa legalidad contra la verdadera legalidad democrática con el fin último de romper la integridad territorial de España y privando al conjunto de los españoles del derecho a decidir que tienen sobre un asunto que obviamente les afecta a todos ellos.

Por resumir en qué consistió la presidencia de este señor Puigdemont.

Ahora que el juez ya conoce el asunto, le corresponde decidir sólo una cosa: si el Estado español está en su derecho a llevar adelante una causa judicial contra este ciudadano (ciudadano español) o si cabe considerarle un perseguido político que sufrirá un trato terrible en caso de que ser puesto a disposición de la Audiencia Nacional española. Sólo eso y nada menos que eso. El juez no ha de pronunciarse sobre la culpabilidad o inocencia del prófugo. Ni siquiera la juez Lamela esta facultada para ello. Ella lleva una investigación que afecta al español Puigdemont y quiere tenerle aquí, en territorio nacional y susceptible de cumplir medidas cautelares para asegurar que la investigación prospera.

Como el resto de los investigados.

Lo previsible es que el juez escuche hoy los argumentos de todas las partes y se dé un tiempo para valorarlos.

Usted seguramente ya sabe que ayer saltó la noticia de que la Justicia belga pedía explicaciones a la Justicia española sobre las condiciones de nuestras cárceles. Y que al conocer la noticia, los medios independentistas entraron en estado de excitación eufórica. Ya veían al juez denunciando que las prisiones españolas son peores que las turcas y a TV3 emitiendo "El expreso de medianoche". Para celebrarlo.

Bueno, es verdad que pedir un informe como éste es inusual. Y molesto para la Justicia española. Pero…quien lo ha pedido no es el juez, sino la fiscalía. Y la fiscalía en este procedimiento a quien representa no es al fantasma de Flandes. Es al Estado español. Sólo el fiscal sabe por qué quiere tener las respuestas de la juez Lamela a preguntas como qué tal se come en prisión o cuánto mide una celda en Estremera, pero no es descabellado pensar que está anticipándose a lo que va a alegar el carísimo abogado de Puigdemont para poder darle réplica. O que pueda estar recabando los documentos para que no se dilate el asunto si el juez falla contra Puigdemont y su abogado lo recurre. Veremos.

En todo caso, y por si al juez le parece de interés, le informamos —humildemente— desde aquí de que ninguno de los consejeros encarcelados preventivamente —tampoco los Jordis que llevan más tiempo— ha denunciado malas condiciones de vida en la cárceldonde residen. Ni los de Soto del Real, los Jordis, ni los de Estremera —Junqueras y los ex consejeros—, ni las de Alcalá Meco —las ex consejeras—.

Todos ellos han denunciado —eso sí— lo que entienden que es una injusticia —la acusación de la fiscalía y las medidas cautelares— , y alguno se quejó de la incomodidad del traslado en el furgón porque iban sujetos y, con los baches, se golpeaban. Pero de la vida en prisión no han dicho ni media. Para nadie es plato de gusto la privación de libertad, sólo faltaba, pero ni trato degradante, ni hacinamiento en la celda, ni falta de alimentos, ni nada.

El único que se quejó amargamente y pidió el cambio de celda, acuérdense, fue el recluso al que le tocó de compañero Jordi Sánchez. Por el daño psicológico que dijo estar sufriendo de escuchar a todas horas el raca raca independentista.

Dos independentistas de éxito se juntaron ayer en la televisión que maneja Putin. El escocés Alex Salmond, que tuvo que dimitir cuando quedó en evidencia que la mayoría de los escoceses, en contra de lo que él decía, no estaban por irse del Reino Unido. Y el español Puigdemont, cuyo palmarés de triunfos es tan arrollador que no hace falta ni mencionarlo.

Al señor Salmond los rusos le han dado una hora semanal para que predique y un sueldo. El programa…a ver, entretenido no es. Y aunque aquí estemos contando que entrevistó a nuestro prófugo nacional, lo de Puigdemont fue el tercer o cuarto plato. Porque el programa empezó con Salmond respondiendo a las cartas que le envían los espectadores con preguntas tan de alta política como ésta.

Siguió con una entrevista a la baronesa Helena Kennedy, que es una senadora británica muy simpática.

Y luego un reportaje sobre el Parlamento europeo y otra entrevista. Y ya después, para quien hubiera aguantado, el español Puigdemont. De quien quiso conocer Salmond el lado humano (eso dijo). Por eso le preguntó cuándo nació en él el anhelo de la independencia.

"Yo nací durante la dictachura de Franco. Hasta los doce o trece años. Así que mi primer colegio fue durante esta era. Cuando mi lengua, por ejemplo, el catalán estaba prohibida. Después de la muerte de Franco hubo un movimiento enorme, democrático, yo siento que el mundo que empieza en este momento me está llamando, es algo sobre mí, yo estaba comprometido para construir una nueva sociedad".

Es verdad que Puigdemont nació en el 62. Y que a la muerte de Franco tenía trece años. No es verdad que el catalán estuviera prohibido. Sí lo es que el franquismo no dejaba que se considerara lengua oficial. Y sí es verdad que hubo un gran movimiento democrático. En toda España. Y que en el año 78, con dieciséis años, el joven Puigdemont se comprometió…a escribir crónicas futbolísticas para el periódico Los Sitios de Gerona, que había formado parte de la prensa del movimiento. El franquista, se entiende, no el independentista. Sin que eso, naturalmente, le conviertiera a él ni en franquista ni en constructor de una sociedad nueva.

Le contó Puigdemont a su colega Salmond que sigue considerándose periodista.

Y como estaba a gusto, en confianza y de charleta, vino a admitir que las dos veces que se vio con Rajoy fue él quien sólo quiso dialogar sobre un asunto, el referéndum de autodeterminación.

La fecha, la pregunta, el porcentaje y sólo eso. Referéndum o referéndum. El diálogo a la manera puigdemoniaca. Admitido clarito en la tele ésta que siempre está fabulando, por otra parte, con la llegada de los tanques españoles a Cataluña. Qué empeño en convertir Barcelona en Kiev. O en Crimea, que igual es que Putin también quiere quedársela.

La señora Nuria de Gispert, por cierto, independentista de última hora, tuvo ayer un comportamiento revelador. O, mejor, dos. El primero, cuando escribió en tuit en el que le decía a Inés Arrimadas que si está cansada del procés se vuelva a Cádiz. Ya se sabe que para algunos independentistas, algunos, haber nacido en Cádiz te inhabilita para quejarte de nada en Cataluña. El segundo comportamiento revelador fue esta petición de disculpas que hizo luego en Antena 3.

Te sale lo que te sale. En efecto. Te sale lo que llevas dentro. Es decir, lo que eres.

Vuélvete a Cádiz. Nuria De Gispert. Ella también fue, como Forcadell, presidenta del Parlament. Y consejera de Justicia. Y del Partido de Durán i Lleida. La prensa catalana la describía como una persona moderada. No hay más preguntas, señoría.