OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "La única razón de la consulta de Podemos es taparle la boca a Kichi, que ha criticado lo del chalé"

Qué mal trago el de Zapatero. Ayer, en Caracas.

Abucheado por un nutrido grupo de personas que no tienen tan favorable opinión, como él, sobre el amor de Nicolás Maduro por el diálogo y la conciliación nacional.

Esto es lo que le sucedió al ex presidente. En el municipio de Chacao, de donde fue alcalde Leopoldo López, luego detenido, condenado y encarcelado en un juicio con pruebas manipuladas, según denunció el fiscal Nieves. Se plantó Zapatero en el colegio electoral Andrés Bello para levantar acta de lo muy correctas que, según él, estaban siendo las elecciones presidenciales. Y a la salida le esperaba un reportero de NTN24 para hacerle la pregunta pertinente: qué hace usted avalando unas elecciones como éstas.

Le costaba a Zapatero escuchar al reportero por estos gritos de personas que estaban allí protestando por la mascarada electoral de Maduro. Yo avalo porque he venido mucho, decía el ex presidente, justificando así por qué discrepa en esto con la Unión Europea y con su propio partido. Después el reportero se encontró con esta señora, que muy de Zapatero comprobó que tampoco era.

Sin querer esta señora coincide en una cosa con Maduro: cuando hay un gobernante, o ex gobernante, de España cuya opinión no le gusta, le grita que se dedique a su país y deje en paz a Venezuela. Se lo dice Maduro cada dos por tres a Rajoy, a Felipe González, al presidente de Colombia, a Macri, a Piñera, al mexicano y al de los Estados Unidos. El único ex gobernante cuya opinión agradece es Zapatero.

Porque Zapatero opina, en contra de la Unión Europea, del gobierno de España y de la dirección de su partido, que estas elecciones presidenciales deben ser dadas por buenas. Aunque la mayoría de los partidos de la oposición no hayan podido presentarse. Aunque los líderes más influyentes de la mesa democrática, Capriles, López, Borges, hayan llamado a la población a boicotearlas. Aunque el gobierno chavista haya recurrido al reparto de comida y bonos sociales para ganarse a los votantes a la puerta de los colegios.

El gobierno venezolano informa de que acudió a votar el 46 % de los ciudadanos. Y de que ganó Maduro. Qué sorpresa. Se ve a sí mismo presidente hasta 2025.

Esto empieza a ser otro serial. El chalet. La indigestión que sufre Podemos por la inversión inmobiliaria de su pareja dirigente.

Irene y Pablo. Residentes en las verdes praderas.

Se compraron una casa grande y cara. Se difundió que se la habían comprado. Divulgaron ellos mismos las condiciones de su hipoteca. Mencionaron, ellos también, lo de la herencia que espera recibir Pablo. Empezaron los comentarios. Por decenas en los foros morados. Por centenares en los medios. Por miles en las redes sociales. El juicio popular a la pareja.

No es grato verse sometido a un juicio popular. Menos aún a la guasa. Al escarnio. Al linchamiento.

Es desagradable ver a toda España opinando sobre en qué gastas tu dinero. Poner los programas de tertulia, en otros tiempos tan gratos, y encontrarte con gente debatiendo sobre el aseo en forma de tinaja. O sobre el huerto.

Es incómodo, es amargo, es lamentable tener que andar escondiéndote al salir de un hospital para que no te hagan fotos que tú no deseas.

Pero nada de todo eso es la razón de que Pablo e Irene, Irene y Pablo, la pareja dirigente de Podemos, hayan pedido el comodín del público. Esta consulta inédita, e insólita, que anunciaron la tarde de este sábado.

La única razón de la consulta a las bases es ésta: taparle la boca a Kichi.

De eso se trata. Y sólo de eso.

Ni a Irene ni a Pablo les resultó preocupante que los medios subrayaran la incoherencia que supone criticar al ministro que se compra una vivienda de 600.000 euros (por comprársela) para acabar comprándose ellos una que vale 60.000 euros más.

Ni a Irene ni a Pablo les inquietó que los medios cuestionaran su voluntad de cambiar el sistema haciendo algo tan propio del sistema (y de la perpetuación del sistema) como endeudarse con el banco para poder tener una casa grande y cara.

Ni a Irene ni a Pablo les alarmó que se hiciera chanza con la tinaja. O con el huerto.

Lo que alarmó, inquietó y preocupó a Irene y a Pablo es que hablra Kichi. Que saliera el alcalde de Cádiz, icono de esto que llaman las ciudades del cambio, pareja de la muy autónoma dirigente de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, cuestionando el compromiso real de la pareja con los valores que defiende el partido: vivir como la gente corriente para poder representarla en las instituciones.

Ay, el no nos representan. La desigualdad se ha disparado en Podemos.

Objetivo: taparle la boca a Kichi.

La pregunta a los inscritos debería ser ésta: ¿crees que Kichi haría bien en meterse sus opiniones por donde pueda?

Pablo e Irene buscan el veredicto de las bases para acabar con un debate interno que les inquieta. Y la forma de plantear la consulta da prueba de ello. Han descartado preguntarle a nadie cómo deben invertir su dinero (lo invertirán en lo que quieran porque para eso es suyo, notable ejercicio de liberalismo). No se plantean renunciar al chalet pero sí están dispuestos a renunciar a sus cargos. Por eso no preguntan a sus bases si han hecho bien comprándose una casa grande y cara, sino si siguen siendo dignos de ejercer sus cargos.

Si seguimos siendo dignos. ¿Cuántos dirigentes de Podemos han defendido el derecho de Irene y Pablo a gastarse su dinero como quieran? Muchos. ¿Cuántos han celebrado que se compren un chalé grande y caro en la sierra? Ninguno.

Pablo e Irene volvieron a hacer trampas en su discurso del sábado. Tienen razón al decir que no hay escándalo alguno al desear una vida alejada de los focos para sus hijos en el campo.

Pero él sabe que ése no es el debate. Nadie les ha discutido su derecho a vivir en el campo, menos aún sin fotógrafos en la puerta. Lo que les están discutiendo es la casa que han escogido. Esta casa grande y cara. Casas en el campo hay muchas. Casas más pequeñas y más baratas que ésta, también. Ellos, con libertad plena, han escogido ésta.

Por cierto, es interesante la respuesta que le ha dado a Kichi el tito Monedero. Amigo inquebrantable de la pareja, la lealtad le honra. Aunque de letras y de hipotecas haya demostrado no saber ni media.

Dice Monedero, verán: "Yo haré campaña en Cádiz y entenderé por qué los anticapitalistas hicieron declaraciones en favor de la independencia de Cataluña, por qué se vendieron fragatas a Arabia Saudí y por qué se condecoró a la virgen. Porque creo que Kichi es el mejor alcalde que ha tenido Cádiz".

¿Qué está diciendo el amigo de Pablo? Que Kichi sigue siendo de Podemos aunque haya hecho cosas que no son muy de Podemos, como condecorar a la virgen, hablar bien de Arabia Saudí o estar a favor de la independencia de Cataluña. Esto es: aunque todo eso no forma parte de los principios de Podemos, que siga Kichi. Aunque comprarse un chalet de 660.000 boniatos no forme parte de los principios de Podemos, que siga Pablo.