Alsina recuerda el titular de 'La Vanguardia' de 1934
6 de octubre de 83 años después. 83 años han pasado. A esta hora de este día de 1934, que era sábado, el movimiento en la sede de la Generalitat era inusitado.
Personas desconocidas entraban y salían del Palau como si acudieran en busca de instrucciones. "Efervescencia" fue el término que utilizó La Vanguardia Española.
Al calor de la huelga revolucionaria declarada en toda España, y con el gobierno de la nación aparentemente desbordado, el consejero de Gobernación catalán, señor Dencás —el Turull de la época— se dirigió por radio a la población para anunciar que las fuerzas adictas al procés —perdón, a la Generalidad— ocuparían la vía pública y tomarían el control de las calles.
A las siete y media de la tarde, el presidente Companys, flanqueado por los dirigentes de las entidades soberanistas —perdón, de las agrupaciones del Estat Catalá— apareció en el balcón y fue aplaudido por una población entusiasta. "Catalanes", dijo Companys, "las fuerzas fascistas dominan el gobierno de España. El consejo de la Generalitat rompe, desde este momento, toda relación con las instituciones españolas que nos parecen falsas. Proclamamos el Estado Catalán en la República Federal Española".
Según La Vanguardia, la intención inicial de Companys era haber declarado, en realidad, la República catalana. El gobierno republicano, como sabemos, declaró el estado de guerra y ordenó al general Batet que sofocara la insurrección enfrentándose, si fuera necesario, con los Mossos d'Esquadra. Al amanecer del domingo, viendo la situación perdida, el gobierno de la Generalitat volvió al balcón para izar la bandera blanca. Turull —perdón, Dencás— huyó por el alcantarillado. El resto de consejo fue detenido. En el barco prisión Uruguay llegaron a estar encarceladas tres mil personas.
En su edición del martes, 9 de octubre, La Vanguardia editorializaba: "Si no fuera", decía, "por la piedad debida a los vencidos, no habría palabras para calificar la abominación cometida por el gobierno de la Generalitat. Ver a un gobierno organizando primero un paro general y convertirlo en la intentona de subversión sin pies ni cabeza y en colaboración con toda clase de enemigos del orden. No hay justificación posible como no sea la de la más auténtica locura. No había necesidad alguna de que el gobierno autonómico se alzase en armas. Ante su incapacidad monstruosa, a estos hombres habrá que gritarles: ¿Qué hicistéis con nuestra autonomía? Los ideales catalanes sufren ahora en toda España, y entre los propios catalanes, una depreciación irreparable. Éste es el desastroso epílogo de un proceso de descomposición política en el que los aventureros han arrinconado a las personas responsables y los dementes a los cuerdos. Dijimos que esto acabaría mal. Mal ha acabado. Al menos habríamos de jurarnos que no volverá a ocurrir esto nunca más. ¿De qué puede servir esta amarga, esta insoportable, esta humillante situación si no es de escarmiento para el futuro?".
Octubre de hace ochenta y tres años.