La semana hablamos de historias de infiltrados y de policías encubiertos en la lucha contra el terrorismo de ETA. Nos faltó, sin embargo, explicar qué cualidades tiene que tener un policía o un guardia civil para ser un agente encubierto. Si es importante, por ejemplo, tener talento para la interpretación, ser buen actor.
Debe de tener, sobre todo, tres virtudes: capacidad de improvisación, resistencia a situaciones de máximo estrés y habilidad para trabajar en solitario. Para convertirse en agente encubierto hay que superar un curso muy complicado. Tanto, que en la última convocatoria organizada por la policía solo pasaron dos agentes de más de mil quinientos que comenzaron el proceso de selección.
Además de esas habilidades hay que tener un pasado inmaculado o, mejor, no tener pasado, especialmente en las redes sociales. Uno de los mejores candidatos de la última convocatoria fue expulsado del curso porque en sus redes sociales había unas viejas fotografías de él corriendo un maratón con una camiseta de la policía nacional.
Infiltrados en los independentistas radicales catalanes
También puntúa bastante alto tener cierta capacidad de seducción, ya seas hombre o mujer. Los movimientos independentistas radicales catalanes lo saben muy bien: un policía nacional que estuvo infiltrado varios años en esos grupos fue acusado por ocho mujeres indepes de agresión sexual. Eso sí, solo le denunciaron -denuncias que fueron archivadas de inmediato- después de que se descubriese que el solícito y exitoso amante era en realidad un policía nacional que llevó su vocación de servicio hasta las alcobas de las activistas. De hecho, sus compañeros le apodaron RABOCOP.
También, gracias a una agente infiltrada en estos mismos ámbitos descubrimos que los indepes radicales son unos románticos: uno de ellos, encausado por los cortes en las vías del AVE, dijo, al descubrir que su reciente conquista era una policía infiltrada: "es el amor de mi vida".
¿Es más fácil infiltrarse en grupos radicales que en organizaciones terroristas?
No era, ni mucho menos, sencillo meter encubiertos en ETA o en los GRAPO de los primeros tiempos. En este último grupo terrorista sí fue más fácil -y varios encubiertos de Policía y Guardia Civil los asestaron los golpes definitivos- cuando empezaron a tener escasez de pistoleros y se vieron obligados a reclutar a jóvenes procedentes de movimientos sociales: okupas, anarquistas...
A medida que baja el carácter militar de un grupo es más fácil el trabajo de los encubiertos. Eso pasó en los movimientos independentistas catalanes: varios policías llegaron allí conociendo el idioma -algunos eran valencianos o baleares-, se empezaron a integrar en esos grupos y dieron una valiosa información durante años. Algo parecido ocurrió en los grupos de extrema izquierda o antisistema que tuvieron sus momentos de gloria al calor de los Rodea el Congreso. Aquellas asambleas estaban perforadas de encubiertos. Más recientemente, la infiltración en grupos ecologistas radicales evitó un asalto serio al Museo del Prado durante la última cumbre de la OTAN que se celebró en Madrid.
Ha habido infiltrados incluso en células islamistas radicales. Aunque ellos, los yihadistas, son los más cerrados, los más impermeables a gente de fuera. Obviamente, la policía elegía hombres, las mujeres no pueden entrar en esos grupos, jóvenes y a poder ser con familia marroquí, chicos de Melilla o Ceuta que aparecen en una mezquita donde se sabe que hay pequeños seguidores más o menos radicales… Hubo, que sepamos, dos infiltrados en otros tantos grupos, pero tuvieron que ser extraídos, sacados de allí, por diferentes motivos, porque se habían quemado.
Agentes encubiertos en Internet
La policía también ha tenido que ponerse al día para colarse y mimetizarse con "los malos" en un escenario donde también hay mucho crimen: en internet. Entiendo que también ahí habrá agentes encubiertos.
Una reforma de la ley de enjuiciamiento criminal de 2015 contempló por primera vez la figura del agente encubierto informático, que actúa siempre bajo supervisión judicial. La policía y la Guardia Civil ya tienen agentes encubiertos virtuales. Policías que entran en las zonas más oscuras de internet y se hacen pasar por pederastas o por simpatizantes de Bin Laden, el ISIS o los asesinos de los atentados de Catalunya. Estos encubiertos virtuales patrullan las redes oscuras, que son un mundo infinito del crimen, ahí está todo. Y a veces encuentran incluso delitos que no están buscando y para los que tienen que pedir permiso para poder seguir investigando.
Operación Jenner: certificados falsos de la vacuna del Covid
Ocurrió en la Operación Jenner, como el apellido del descubridor de la vacuna contra la viruela. Resumiendo: un policía encubierto en redes sociales tenía permiso para investigar un grupo islamista radical con base en Francia pero que parecía tener conexiones en España.
El encubierto lanzaba mensajes parecidos a ellos y éstos acabaron invitándolo a ir a Francia para verse y planear acciones terroristas. El encubierto dijo que no podía viajar, eran tiempos duros del Covid y estábamos encerrados. Fue entonces cuando los seguidores yihadistas le dijeron que no había problema, que ellos conseguían pasaportes Covid para viajar, es más, que conseguían certificados falsos de haber sido vacunados por el Covid. Y que los conseguían en España.
El encubierto, un policía de la Brigada de Información de Madrid, comunicó a sus superiores, y estos al juez, lo que había encontrado. Y siguió adelante para descubrir quiénes estaban detrás de esos certificados de vacunación falsa contra el Covid. Fue una operación policial formidable que permitió descubrir una red que consiguió dar como vacunados a más de 2.200 personas gracias a la implicación de un auxiliar de enfermería del hospital de La Paz que cobraba generosamente de la trama. Allí estaban el cantante Omar Montes, varios reguetoneros y hasta el presidente de una multinacional farmacéutica.
Otro tipo de organizaciones
Fuera del ámbito del terrorismo y del mundo virtual, hay infiltrados también en grupos de narcotraficantes, o en los grupos ultras del fútbol, de los que hablabais hace dos o tres semanas.
Estas infiltraciones tienen sus riesgos, pero menos que los que actuaban contra ETA o lo hacen ahora contra redes yihadistas. En Madrid, por ejemplo, se desmanteló desde dentro el último grupo neonazi importante en España, se llamó Bastión Frontal y surgió durante la pandemia del coronavirus. La Brigada de Información tuvo allí gente bien dentro. Y el grupo, que no daba paso sin que los investigadores supieran, acabó disolviéndose, por cierto con un comunicado por whastapp.
Ejemplos de tres policías infiltrados en traficantes o grupos neonazis
Tres ejemplos bien distintos que conocemos personalmente. Una mujer menuda, española, que se infiltraba en organizaciones de narcos, de ladrones o de cualquier otra especialidad, con una facilidad pasmosa. Un día llamó a uno de sus policías controladores para contarle que en ese momento iba en el coche de Zidane, que se lo acababan de robar.
Otra mujer, esta sudamericana, convirtió el local que regentaba en un verdadero centro de negocios, un hub, de todos los traficantes de Madrid e iba dando puntual información de lo que se cocía allí. Por último, un ciudadano argelino al que las mafias de la trata de inmigrantes contratan para sus transportes sin sospechar que es un colaborador de la policía.
Muchas veces las organizaciones criminales precisan de determinados servicios: un transportista, un experto informático, un testaferro para figurar en empresas. Se trata de aparecer en el momento preciso en el sitio adecuado, pero de esto no nos dejan dar muchos detalles. Tendríamos que mataros si lo revelamos...