CON MANU MARLASCA Y LUIS RENDUELES

Territorio negro: Galería de los delincuentes más tolais

Manu Marlasca y Luis Rendueles hacen un repaso sobre los errores más chapuceros que han cometido los ladrones a lo largo de la historia, como dejarse un móvil en la escena del crimen o incluso un recuerdo de un bautizo.

ondacero.es

Madrid |

Esta semana, Territorio Negro ha dejado a un lado los crímenes más oscuros y violentos para hacer un repaso, con mucho humor, de los delincuentes más torpes que han pasado por las páginas de sucesos. Luis Rendueles y Manu Marlasca han compartido con Carlos Alsina algunas de las historias más surrealistas y entrañables del crimen "tolai".

El programa arrancó con el recuerdo del mítico señor Paquito, aquel atracador de bancos de 'Gomaespuma' que en lugar de armas usaba el diálogo y los modales como herramientas del delito. Tan torpe como entrañable, Paquito pedía al cajero la combinación de la caja fuerte como quien pide la hora en la calle.

Pero la ficción se queda corta comparada con los casos reales que trajeron Rendueles y Marlasca. Como el ladrón que robó jamones de Jabugo en un bar de Huelva y dejó un reguero de grasa en el suelo hasta su casa. O el atracador del post-it asturiano, que dejó su currículum con foto y dirección tras un golpe.

Otro clásico de estos delincuentes de saldo: dejarse el DNI, el móvil o la cartera en pleno delito. Un joven que robó un coche en Palma olvidó su teléfono y, para colmo, llamó al dueño para negociar su devolución a cambio de dinero. La policía, por supuesto, también se presentó a la cita.

Los hay que se quedan dormidos en el lugar del robo, que mandan a traer pizzas tras un atraco, o que no pueden resistirse a catar los vinos del restaurante en el que han entrado. Como dos jóvenes en Girona, que se relajaron tanto probando botellas que los Mossos les interrumpieron la cata con esposas.

Otros, más "Carpanta"que criminales debido a que el hambre arruina sus planes, roban gallinas, se las comen y se echan la siesta en el lugar del crimen. Pasó en Amurrio, donde tres ladrones sacrificaron un gallo y dos gallinas y se acomodaron en un sofá tras el festín. O en Castellón, donde pidieron pizzas tras forzar la entrada a una cafetería. Esta vez, eso sí, no fueron detenidos.

El alcohol, por supuesto, no ayuda. Un colombiano intentó escalar borracho el muro de un chalet en Mallorca, se cayó, logró entrar, forcejeó con el dueño y se quedó encerrado en el jardín. Tan ebrio iba que la policía tuvo que esperar a que se le pasara el efecto para interrogarle.

Y si uno roba un camión con 100.000 euros en productos de alimentación, quizá no convenga circular tan lento por la autopista que acabas provocando un atasco. Eso pensó un ladrón en Tarragona, cuya discreción excesiva fue su perdición.

Finalmente, Rendueles y Marlasca recordaron que hasta los peores ladrones deben tener criterio: elegir el momento y la víctima adecuados. Como el que trató de robar durante una cena de Nochebuena en Tenerife, o el que en el aeropuerto de Sevilla intentó atracar... al equipo de atletismo de Estados Unidos. El resultado, fácil de adivinar.