La Cultureta

La Lazio Salvaje

Sabemos que a Rubén Amón le gusta el fútbol y Roma, la ciudad… y los western y las pelis de tiros… así que le supongo enterado de esta mítica historia romana de Balones y Pistolas.

Miguel Venegas

Madrid | 07.12.2019 11:01

Así se titula el libro que escribió Guy Chiappaventi sobre el equipo más salvaje de la historia de Europa, el de la Lazio campeona de 1974.

De entrada, más que un equipo parecía una banda de gangters, o dos… porque el equipo estaba dividido y enfrentado hasta el punto de no compartir vestuario en los entrenamientos, y cuando lo hacían, en los partidos, las botellas se rompían y se amenazaba con los cristales apuntando al cuello, como en los mejores salones del oeste.

Los viernes se jugaba un partidillo, dos días antes del oficial, pero este era más importante. El público se acercaba y veía entradas salvajes entre compañeros y sesiones interminables porque ninguno de los dos bandos estaba dispuesto a parar con el marcador en contra.

Eran “una banda de fascistas”, dijo Pasolini, quien alertó sobre estos antihéroes romanos, que sí, en muchos casos apoyaban a la emergente ultraderecha italiana y coqueteaban con la violencia.

Bobby Robson los llamó animales, tras un partido con su Ipswich Town. Y ni siquiera sabía lo que escondían en las taquillas.

Porque la gran moda en aquel vestuario eran las armas de fuego.

Las usaban con alegría, como una broma, y llegaban a esconder en el cajón de la mesilla del hotel hasta seis pistolas y un rifle. Utilizaban los jardines como campos de tiro, apagaban las luces de la habitación disparando a las lámparas y hasta hirieron de gravedad a un chaval que compartía hotel en una planta superior. Cuando llegaba un nuevo fichaje, lo rodeaban y le disparaban a los pies para comprobar si valía para ser de la Lazio.

Fueron tiempos locos y savajes en las calles de Italia y aquella Lazio ganó la Liga con sus peleas, amenazas y armas de fuego, pero el equipo acabó cayendo por sus tres puntos más débiles.

Tomasso Maestrelli, entrenador y segundo padre para aquellos jugadores, fue diagnosticado de un cáncer que acabaría con su vida. El día después de comunicarlo a los jugadores, la Lazio perdió 1-5 con el Torino.

Giorgio Chinaglia, el goleador, el más loco y el más declaradamente fascista del equipo se marchó al Cosmos de Nueva York.

Y Luciano Re Cecconi, el más pacífico del equipo, murió de un disparo en una joyería del centro de Roma. Según la historia oficial, Re Cecconi fingió ser un atracador y el comerciante disparó un arma que tenía bajo el mostrador. Sus compañeros nunca dieron crédito a la historia.

La Lazio del grupo salvaje duró menos de cinco años, pero su historia pasó a leyenda y dejó mucha tinta en Italia y alguna que llegó por aquí.

La contó Enric González en Historias del Calcio, un perfecto manual futbolero y cultural, de un país que una vez estuvo todavía más loco que ahora.​