Madrid |
De un lado, Bobby Riggs, 55 años, tres veces campeón del mundo y recientemente retirado del circuito profesional. Riggs hacía fortuna en shows televisivos mostrando su desprecio hacia las mujeres deportistas. ‘Chauvinismo machista’ lo llamaba, adornándose con frases como “adoro a las mujeres, pero en el dormitorio y la cocina, no en la pista”, “no tienen estabilidad emocional para ser atletas”.
Riggs sostenía que ninguna mujer podría ganarle jamás, y de momento, lo estaba demostrando. Había ganado a Margaret Court, número uno de la época, en un 6-2 y 6-1 que él mismo bautizó como ‘El día de la madre’. Envalentonado y enriquecido por el show buscó a su siguiente víctima y la desafió frente a las cámaras. La nueva estrella femenina Billie Jean King.
Era su némesis perfecta. 29 años, campeona de los cuatro Grand Slam y, además, feminista. Billie Jean estaba en la cima y se había convertido al activismo. Había creado la WTA, la Asociación de Tenis Femenino y había liderado una campaña por la equiparación de los premios en los torneos.
Billie Jean, reacia al show que pretendía Riggs, acabó aceptando.
El 20 de septiembre entró en el estadio convertida en una Cleopatra del tenis, sobre una carroza portada por cuatro forzudos gladiadores. Bobby Riggs apareció sentado y rodeado de lo que llamó sus ‘bossom duddies’, amigas tetonas. Patrocinado por una marca de dulces, entregó a su rival una piruleta gigante. Billie Jean King le regaló un cerdito marrón. Y empezó el partido.
6-4, 6-3 y 6-3. Billie Jean King se convirtió en la primera mujer en ganar a un hombre en un partido de tenis mixto.
“Sentí que tenía el peso del mundo sobre mis hombros. Si perdía podíamos retroceder 50 año, habría arruinado todo lo recorrido y habría afectado a la autoestima de todas las mujeres.”
A Billie Jean King le debemos 40 años de lucha por la igualdad en el tenis femenino. Gracias a ella el US Open igualó los premios a hombres y mujeres, décadas antes de que lo hicieran Wimbledon, Rolland Garrós y el Open de Australia. Muchos otros torneos aún no lo hacen.
Se retiró del tenis en 1984 como una leyenda, y siguió como activista, por el feminismo y por los derechos LGTB, tras su divorcio y la publicación de su homosexualidad.
La película de 2017 pasó de puntillas por las tequillas de España. Una comedia con Emma Stone que nos recuerda un capítulo de la historia feminista, en un estadio de Houston, entre gladiadores y animadoras.