CAPÍTULO 27

Historias del valle sin retorno: Pasar del dicho al hecho / Put your money where your mouth is

Una de las instituciones académicas más prestigiosas de Estados Unidos está en Zaragoza. En el paseo de Pamplona, para ser más precisos. No es una universidad; es un instituto. Y no dura todo el calendario escolar; sino solamente un año. El último o el penúltimo de High School.

Guillermo Fesser

Madrid | 08.01.2016 23:55

Se llama SYA, School Year Abroad / Año Escolar en el Extranjero y, a los alumnos norteamericanos que consiguen un hueco en sus aulas, cuando regresan a casa, se los rifan las universidades. Todo esto se lo cuenta Jouse Hulio a su sobrina Grace Donahue, que ha mostrado interés por solicitar una plaza allí para el año que viene. Su tío Jouse Hulio fue uno de los primeros 11 estudiantes que, a bordo del trasatlántico MS Aurelia, desembarcaron en 1964 en el puerto de Barcelona. Aquél año en la ciudad condal, al Jouse Hulio criado en New York, le cambió para siempre la vida. Fundado por un profesor de español de Massachusetts, el SYA (es guay ei) permanecería en Rambla de Cataluña, a las órdenes del abogado Ángel Vilalta, hasta que en el año 99 cambió su sede a Zaragoza. El reto de estudiar en español, en un ambiente en que la vida transcurría en catalá y rodeados cada vez más de turistas, se les hizo a los estudiantes norteamericanos demasiado cuesta arriba.

En Casa Foster 64, le indica Jouse Hulio a Grace, vas a aprender mucho más que un idioma. El hecho de estar en España no garantiza necesariamente que te vayas a enamorar de lo español; pero sí, que te va a entrar para siempre el apetito por aprender otras culturas. Eso es lo que va a valorar Yale, Cornell, Brown a tu regreso: tu predisposición garantizada a aprender. El haber tenido el coraje de salir de tu confort zone / la comodidad de tu ambiente con 16 años. Lo que otros candidatos prometen en su redacción de solicitud de ingreso, tú ya lo habrás demostrado en tu currículo.

Que un país no es un idioma, sino una cultura, termina de evangelizar su tío, quedó demostrado hace tres días en el discurso de Obama. En cualquier imperio que se congratule de serlo, como ya se encargara de anunciar Quevedo, el poderoso caballero se llama Don Dinero.

Y Estados Unidos, por mucho que hoy se trate del increíble imperio menguante, no supone una excepción. El famoso sueño norteamericano consiste, básicamente, no nos engañemos, en hacerse millonario. Por eso, cuando un extranjero quiere que los estadounidenses le entiendan, puede llevarse la sorpresa de que no basta sólo con saber inglés. No. Hay que saber traducir también del inglés a dólares. Obama lo sabe y, por ello, se ha dirigido a los candidatos republicanos en los siguientes términos: put your money where your mouth is. Que no viene a solicitar que sus señorías se lleven el dinero a la boca; sino que inviertan en las ideas que

predican. Vamos, que pasen del dicho al hecho.

Esto viene a colación de que los candidatos que tienen la campaña sufragada por la Asociación Nacional del Rifle, suelen ponerle pegas al control de armas, abogando que primero haría falta dotarle al sistema de asistencia psiquiátrica. La Casa Blanca ha añadido 500 millones de dólares al Obamacare para que el seguro cubra, a partir de ahora, las enfermedades mentales. Cumplido ese trámite, el primero, los republicanos no deberían de oponerse al segundo: la restricción de la venta de armamento. Vamos a ver qué pasa, dice House Julio. Vamos a ver qué pasa, repite su sobrina, sabedora de que es difícil que la cojan en el School Year Abroad, porque cada vez se presentan más candidatos y con mejores notas