Carlos Alsina ha propuesto que en este programa de 'Comer por España' hablemos de comer caracoles, puesto que en España somos la segunda potencia mundial que lo hace. Queremos que nos llame algún vecino de Lleida para que explique en directo cómo es la feria gastronómica que van a hacer este fin de semana: 'L'Aplec del Caragol', o 'El encuentro del caracol', que ya va por su cuadragésima cuarta edición y es considerada como Interés Turístico Nacional.
La feria
Josep María llama al programa para contarnos cómo es la festividad, puesto que no se ha perdido ninguna edición. Nos explica que los inicios en la fiesta fueron un poco precarios, pero ha merecido la pena.
L'aplec significa o simboliza el encuentro, el reunirse juntos, como una romería, en un punto concreto. En la historia de las ciudades de Cataluña, l'aplec surge de cuando se juntaban para bailar sardanas en las ermitas. En Lleida también se hacía, pero se celebraba en las huertas porque en los años de la posguerra era una ciudad pobre y sólo vivía de la agricultura.
En la feria se comen toneladas de caracoles, así que queremos conocer cuál es su preparación. Nos cuenta Josep que antes de ingerirlos debe hacerse un proceso de depuración, en el que se seca para que los excrementos pierdan sabor. Para ello, los cuelga en una red durante una o dos semanas, dependiendo de si el tiempo es húmedo.
La colecta
Además de comprarlos a productores, hay muchas personas que se desplazan hasta el campo para recolectarlos. El mejor momento para buscarlos es cuándo ha llovido, porque es cuándo están todos fuera y visibles. El vecino explica que debemos conocer muy bien la zona en la que recogemos algunos, porque dependiendo de los cultivos que frecuenten pueden estar amargos.
La llauna
Dependiendo de la preparación del plato puede que no se laven, como es el caso de la 'llauna', el guiso más típico de la zona. También afirma que es la manera de hacerlos más natural y original que él conoce.
Los caracoles se colocan boca arriba sobre un manto de sal y se cocinan sobre una plancha de hierro metálica fina que se pone encima de una hoguera, así evitan que la cáscara se queme. Luego se distribuyen muy bien por toda la superficie para que se hagan todos al igual. Una vez está la plancha llena se vuelve a echar otra mano de sal por encima y se añade aceite a cada caracol, uno a uno y sin prisa en cocinarlos. Finalmente, se le añade un poco de pimienta.