EN 'MÁS DE UNO'

Edu García: "París emerge como cuna de leyenda de dos de los nuestros: Indurain y Nadal"

Edu García hace un repaso por las novedades del mundo del deporte.

Edu García

Madrid |

París puede valer una misa, una revolución y hasta un croissant de mantequilla recién horneado en la rue de Crimée, pero para nosotros emerge como cuna de leyenda de dos de los nuestros: Indurain y Nadal.

El ciclista de Villava con su pedaleo de siesta nos hipnotizaba en cada Tour, no te entraba bostezo, no te pesaban los 35 grados del julio veraniego, todo era atención sin pestañeo ante esa cadencia titánica que trituraba rivales. 5 veces levantó sus brazos en los Campos Elíseos, al nivel de los 14 revolcones que se dio Rafa por la arcillosa tierra parisina.

Miguelón atrapa nuestra memoria y nuestros recuerdos, desde ese carácter navarrico sin aristas que espanta todo boato. Otros alfombrean en saraos recogiendo ecos de fama, pero el pentacampeón apuesta por la vida anónima y hasta sosa.

Nadal querría marcarse un Indurain. Se moriría por recorrer cada pista en su academia corrigiendo empuñaduras, por jugar 18 hoyos en Son Servera y después, llevarse al peque en el catamarán en vacaciones escolares mientras le cuenta qué significa ser mediterráneo. Tapeo con Joan y Miguel Ángel. Poner a todo volumen el partido del Madrid para que se entere todo Porto Cristo de quien rompe la pana sobre el verde.

El de Manacor tuvo ayer que renunciar a toda esa filosofía "miguelona" al ver la Chatrier repleta de camisetas naranja terriza conmemorativas. París más que rendido, más que postrado, desecho de sensibilidad para mostrar el amor más eterno hacia el legado de un deportista. Más lágrimas que nunca, más agradecimientos que nunca, más emotividad que nunca. Con toda la familia, con todos los amigos y con sus coetáneos de raqueta haciendo de coro.

Y sí, con rastrillo en mano para limpiar esa arena batida, descubrieron desde la sencillez un recuadro con su huella y su nombre. Para que el vínculo sea tan divino como eterno.