Sigue en vigor pleno la táctica de estos días. Poco campo, mucho despacho, mercadeo, regateó y renovaciones justas como la de Nacho en el Madrid. Toda una vida enfundado en la misma camiseta, esa que en Francia se emperran en poner Kylian Mbappé, otra vez el verano puede ser suyo enterito. Operación de 250 kilos y el Gobierno qatarí repudiándole. Lo sé, pereza máxima el asunto.
Pero operaciones así de peliculeras, el presidente del Real protagonizado alguna. Atrás queda la fiesta de la Selección en el palacio de la calle Goya, donde se insultó a los que nos hicieron campeones. Lástima que Amazon no disponga todavía de un muestrario de cerebros.
Con papelera en una lona descomunal o sin ella, la falta de respeto atufa a la sociedad y en el deporte. Lo vimos de nuevo en la final de la ACB, duele constatar el grado de indignación si el jugador negro agraviado luce los colores propios o los del contrario. Que diferenciación más miserable.
Luego llega Mourinho y de forma sibilina espera, salta e insulta a un árbitro en mitad de un parking y su castigo liviano es no ejercer en cuatro partidos que justicia más laxa. Pero hay que contar estas cosas y generar presión.
De tanto poner, por ejemplo, Arabia Saudí en el foco, algún logro cae. Se apean de la carrera del Mundial de Fútbol 2030. Es verdad que desde la Federación se dice que que nuestra candidatura eclipsa y que sólo va a haber un mano a mano a ambos lados del Atlántico.
Y bueno, aunque en breve cambio micro por chanclas, las competiciones no paran. Alcaraz, por la hierba de Queens; la Selección Española de Baloncesto Femenino, a por su medalla europea, están en semis; y los socios del Atleti con su propio derecho a decidir, consulta telemática ante notario: nuevo o viejo escudo.
