Entrar en páginas de leyenda deportiva es una tarea reservada para unos pocos y entiendo que los papás de los Gasol no quepan en sus casas de puro orgullo. Pau vio como su camiseta amarilla de los Lakers se izaba para la posteridad en el viejo Staples Center angelino, y su hermano Marc ha conseguido el mismo honor un año después para gloria de los Grizzilies de Memphis.
Los homenajes sentidos en el deporte están cargados de simbolismo, y normalmente son más ruidosos si al rendimiento se le suma la personalidad y a la personalidad el buen carisma. Y en este grupo pongo a Ernesto Valverde, el Del Bosque de San Mamés. Un bilbaíno de Extremadura que exhibe calma, mesura y pedagogía desde su banqueta de entrenador. Los 40 años de sequía copera del Athletic se verán recompensados estos días con borrachera de celebraciones y travesía de gabarra. Todo para empoderar una filosofía, unos valores y una forma de volcarse en un terreno de juego sin reserva alguna.
De mucho carácter son los entrenadores que afinan los Cuartos de Champions en esta hora de la verdad: Guardiola se envalentona con su City, aunque disimule, mientras que Ancelotti prefiere relativizar con estilo milanista. Luis Enrique y su PSG va más crecido a Barcelona donde Xavi espera sin confirmar si ha subido las maletas del trastero. Y nos queda el Atlético-Dortmund, con Simeone potenciando la dificultad pese a que su ogro es el más bisoño. Terzic es titular de un banquillo demasiado inestable. Suerte para los nuestros.
Y sí, se acabó la vuelta a Euskadi sin más despeñados. Hubo un momento que la Itzulia parecía una reunión del comité ejecutivo de Vox. Pura escabechina.
