EN 'MÁS DE UNO'

Edu García: "Alcaraz conquistó Roma a lo emperador para seguir optando al trono planetario"

Edu García hace un repaso por las novedades del mundo del deporte.

Edu García

Madrid |

Tú y yo pertenecemos a esa generación que creció viendo unos enemigos potenciales en playas, pistas de baile y sobre todo en recintos deportivos: los italianos. Los guaperas de Formentera. Los que sabían vestirse, moverse y cautivar. Los que nos sacaban del estadio, de la piscina y de la pista de esquí con ese Alberto Tomba que lo mismo se marcaba un eslalon perfecto que se tomaba un lambrusco rodeado de chicas.

Luego llegó la Eurocopa del 2008. Y los penaltis que paralizaron el riego sanguíneo de todo un país. Y el lanzamiento de Cesc, y las paradas de Casillas. Y esa clasificación que nos ponía rumbo a las semifinales terminando de un plumazo con tantos años de complejos ante los transalpinos. Ya nos medimos de tú a tú. En fútbol nos temen, Rossi reza lo que no sabe para que Márquez no le supere en coronas mundiales. Y qué decir de Sinner, volvía tras el castigo por lo de la pomada prohibida que le untaron, pero Alcaraz, motivado, crecido, conquistó Roma a lo emperador para seguir optando al trono planetario.

Pero reconozco que uno de los italianos favoritos que borra en mi memoria clichés de venganza es Carlo Ancelotti. En breve le perderemos de vista porque se irá a Brasil a pagar el 26% de su sueldo y no el 45% como hasta ahora. Le han enseñado la puerta de salida por segunda vez pero sin rencor, sin malos modos como en la primera. Es el entrenador más laureado de la entidad blanca: 15 títulos como 15 soles. Hombre trancuilo, respetuoso, cariñoso y poco dado a la ostentación.

Carlo es un madrileño más, antes paseaba al nieto en su carrito por la calle Jorge Juan en un barrio que le pirraba. Ahora es carne de La Finca donde apelotona sus galardones menos el Balón de Oro 2024. El club firmó una “espantá” sonora… y la publicación se ha hecho la remolona a la hora de mandarle el trofeo. Exquisito en las formas, lleno de códigos y sabiendo el papel que todos jugamos. Por él, me caen mucho mejor los italianos.