Muchas historias de esperas en bodas, maridos tardones o aviones perdidos. Esto nos han contado nuestros oyentes.
Isabel, de Santander, recuerda que el día de su boda la que llegó tarde no fue la novia, sino el novio. “La gente me miraba pensando que me habían dado plantón”.
Leticia, de Madrid, no es la que se casaba en este caso. Pero casi llega tarde a la boda de su mejor amiga en París. “Me fui en taxi hasta Burgos, porque era la siguiente parada del tren que había perdido en Madrid”.
El cura es el que hizo esperar a los novios el día de la boda de Guillermo de Melilla. El párroco vivía en la misma iglesia y se había quedado dormido.
Anécdota terrorífica la que nos cuenta Cristina desde Palencia. Su hermana no salió a tiempo del cementerio y se quedó encerrada.