Y sacó mucho de los unos y de los otros. Ahora, la justicia ha puesto en su sitio a la vieja Convergencia, con la sentencia del caso Palau. Ya no cabe que algunos pretendan seguir aplicando en el debate político una cierta idea de superioridad moral. Aquello que se conoció como el "oasis catalán" era catalán, pero no era un oasis.
Y ahora sabemos también que el nacionalismo reconvertido al independentismo ha llevado a Cataluñaa una situación desastrosa, que amenaza con empeorar. El ejemplo más evidente es Carles Puigdemont. Dice el fugado expresidente que nos son marcianos, que no sufren ningún trastorno. Cuando alguien necesita hacer esa afirmación en público sobre sí mismo es que, realmente, el problema es serio.