EL INDULTADO DE RUBÉN AMÓN

Rubén Amón indulta a San Crodegango de Austria: "Te debo una disculpa, Alsina, por cuestionar la ortodoxia de tu santoral"

Te debo una disculpa, Alsina. Por que he cuestionado la ortodoxia de tu santoral con que inauguras cada mañana el tramo de las siete. Y porque el patronímico estrafalario de algunos mártires me hizo dudar de que existieran realmente, más todavía cuando Burgundia o Longobardia situaban sistemática y geográficamente sus heroicas ejecutorias.

Rubén Amón | @Ruben_Amon

Madrid | 06.03.2018 09:50

Y creí haberte pillado cuando has aludido esta mañana a San Crodegango de Austrasia. Y he iniciado una investigación cuyos resultados dejan en ridículo mis presunciones. San Crodegango existe. Lo he verificado en Wikipedia, pero también en otras webs especializadas, como oremosjuntos.com -oremosjuntos, todo junto-, inequívoca en la descripción del martirio, toda vez que San Crodegando fue lapidado a mazas. Una costumbre muy normanda que finiquitó a nuestro indultado allá por el año 742 o 748.

Pues no está claro cuando murió. Ni siquiera cuando nació, pero sí dónde, pues lo hizo a principios del siglo VIII en el municipio belga de Hesbaye. No has proporcionado a la audiencia que su madre se llamaba Landrada. Ni que el joven Crodegango recuperó las reliquias de San Gorgonio. Ni has mencionado tampoco la vidriera que le dedica al santo el templo de Santa Glosinda. La pía audiencia de la Cope no necesita de este pormenor, pero nuestros oyentes no está tan ilustrados, por mucho que te esfuerces en tus maitines.

Fue San Crodegango un hombre obstinado en alejar al clero de la mundanidad y del vicio. Y quiso someterlo a la regla de San Benito, de tal forma que su dramática muerte, precursora del cine gore de Tarantino, bien pudo haber sido una conspiración de los clérigos pecadores.

San Crodegando existió, murió y vivió. Tu santoral nos lo ha recordado, aunque ha eludido otras formas de llamarlo y de convocarlo que ahora proporcionamos a la audiencia: San Rutogango, San Droctegango y, como todo el mundo sabe, San Siragango de Austrasia.