EL GALLO ZUMBÓN

Rafa Latorre: En la cabeza de Colau

Tengo una teoría. Es una teoría arriesgada porque para desarrollarla he tenido que meterme en la cabeza de alguien… y eso siempre es arriesgado. Si te digo que ese alguien, encima, es Ada Colau pues imagínate. Es un triple salto mortal sin red. Pero esta semana no hay quien me pare.

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Madrid |

Mi teoría es que no hay nadie en este ancho mundo que desee con tanto fervor que exista una mayoría suficiente en las próximas elecciones catalanas como Ada Colau. Y dirás: ¿Pero una mayoría de quién?

¡Da igual! Constitucionales o independentistas. Qué mas da. Quién sea con tal de que no dependa de ella el gobierno de la Generalitat, que es lo que va a ocurrir en caso de que la suma de unos o de otros alcance los ansiados 68 escaños.

Elegir es renunciar y en política significa defraudar y para Ada Colau eso es un drama. Ha construido toda su oferta política sobre la máxima de 'no defraudar'.

Yo no tengo dudas de a quién elegiría Colau pero me la imagino haciendo un paréntesis de laicismo y poniéndole una vela a la vírgen de Montserrat para que no se dé el caso. Como cuando el agnóstico Tierno Galván vio acercarse a la parca y llamó a un sacerdote “no fuera a ser que…” Pues así Ada Colau, una vela a la virgen de Montserrat y si hace falta otra al diablo para que uno de los dos le prive de la maldita libertad de decidir.

Nadie dijo que el camino de la pureza equidistante fuera fácil.

Hace unas horas la alcaldesa Colau opinó sobre el adiós de Barcelona a la sede de la Agencia Europea del Medicamento y lo hizo con una prosa transparente. Prístina. "Ni la DUI ni el 155 ha ayudado, menos ayudará que ahora nos acusemos unos a otros", dijo… y ahí está todo. Toda una campaña electoral resumida en una frase. Esa pretendida ambigüedad. Falsa de toda falsedad, de quien quiere pasar por casco azul, cuando en realidad lo que está gritando es: "Por Dios, no me hagáis elegir". Aunque la decisión, que nadie lo dude, está ya más que tomada.