Rubén Amón indulta a Ugur Sahin y Oslem Tureci: "Provocan el recelo de los supremacistas alemanes"
Rubén Amón indulta en Más de uno a Ugur Sahin y Oslem Tureci, responsables ambos de haber creado la vacuna contra el coronavirus.
Madrid |
Los santos del santoral real o apócrifo con que nos despiertas cada mañana, Alsina, acostumbran a haber nacido en Maguncia. O a haber terminado martirizados allí. Y es justo que de Maguncia provengan los santos laicos de nuestro tiempo. Que son Ugur Sahin y Oslem Tureci, responsables ambos de haber creado la vacuna milagrosa contra el coronavirus.
Son alemanes, pero los nombres y los apellidos identifican sus orígenes turcos. Y representan, ya que de vacunas hablamos, un antídoto a los prejuicios xenófobos. Marido y mujer son Ugur y Oslem. Y trabajan en BioNTech, la filial germana de Pfizer donde se ha concebido la fórmula sanadora BNT162, pues es así como se llama la vacuna.
Les une la empresa, el origen, el matrimonio, la religión y hasta la especialidad. Ambos son oncólogos. Por eso saben tanto de inmunoterapias. Y por la misma razón han dirigido sus conocimientos el enigma de un virus cuya defensa requiere el arcaísmo de las mascarillas.
Multimillonarios también son los doctores. Y no se lo vamos a discutir. Manejan una de las mayores fortunas del país. Más o menos como si la calle donde se ubica su empresa, Goldgrube, siempre en Maguncia, predispusiera la fertilidad. Traducido del alemán significa Mina de oro.
La custodian Ugur Sahin y Oslem Tureci. Y provocan el recelo de los supremacistas alemanes. Más o menos como si no hubieran aprendido aquella lección de El Principito en la que a un astrónómo turco se le niega el hallazgo de un asteroide porque no iba adecuadamente vestido.
El asteroide del cuento se llamaba B612. Y la vacuna de la realidad se llama BNT162.