He regresado, como vosotros, no me refiero a vosotros, aquí, sino a los vosotros que se han puesto a estudiar como yo. He regresado, decía, a los hábitos de estudiar de noche. Y a madrugar de madrugada. La cafeína me ha hecho compañía. Dije cafeína. Y he sentido revivir mis épocas de aplicado estudiante.
Lo cual tiene mucho mérito, porque nunca fui un aplicado estudiante. De hecho, fui un estudiante que estudió poco. Que durmió bastante. Y que, como vosotros, no concedió grandes esfuerzos al colegio ni menos aún a la universidad. Ahora sí me refiero a vosotros, vosotros.
Ha sido un desafío este reencuentro con los libros y los exámenes. He vuelto a experimentar la adrenalina de comparecer a un tribunal. Esperaba ansioso con otros estudiantes que me llamaran a ocupar mi asiento. Y como quiera que dijeron mi nombre compuesto, Rubén Juan, muy en desuso, casi no me doy por aludido.
Vigilaban los profesores la ceremonia. Nos escrutaban. Se multiplicaban para depurar las chuletas. Que ahora se llevan en el reloj. Y reconozco que me sudaban las manos. Que me faltaba la saliva. Y que llegué a preguntarme, Rubén, Rubén Juan, quién te manda someterte a estos desafíos sobrehumanos. ¿Acaso ponerte a prueba? ¿Demostrarte que tus comodidades no te han hecho acomodaticio? Vosotros me entendéis. Y no me refiero a vosotros.
Ha sido duro el proceso, el procés. Mirando la vista atrás y observando el volumen de los libros, me percato de la proeza. Y os comunico haberla superado: hace solo unas horas, la Dirección General de.... Tráfico me comunicaba haber aprobado el examen teórico del carné de la moto.
Qué bonito sería que los oyentes, espontáneamente, organizaran una campaña de suscripción popular para comprarme una Yamaha a la que ya tengo puesto el ojo.