Que transita del ruedo al hemiciclo. Y que se adhiere a las listas del PP en un acuerdo que tiene mucho de oportunista y poco de convencimiento político. Casado necesitaba un torero. Abellán necesitaba un trabajo.
Y se han ayudado recíprocamente porque los toros representan una bandera identitaria que el líder popular ondea para hacer la competencia a Vox.
Abellán es madrileño de Usera, hijo de banderillero al que amputaron una pierna. Un torero del pueblo, de izquierdas, su me apuráis. Que salió de la Escuela de Tauromaquia de Madrid. Y que alcanzó a abrir dos veces la puerta grande de Las Ventas.
Fueron las cimas de una trayectoria de altibajos, aunque Abellán trascendió los ruedos. Lo demuestra su victoria en la edición de 2014 de Mira quién baila.
Bailaba Abellán en el plató, pero se quedaba muy quieto en la plaza. Lo testimonia la cicatriz de la boca. Cornada de espejo que impone respeto. Y que otorga severidad al semblante de niño que todavía conserva, pese a haber cumplido 40 años.
Ahora es el número 12 por Madrid. Y tiene posibilidades de convertirse en señoría, evocando así la anécdota que protagonizó aquel banderillero de Juan Belmonte que terminó de gobernador civil de Huelva.
-¿Y cómo lo has hecho, Joaquín, cómo has pasado de banderillero a gobernador?, le preguntó el diestro trianero.
-Degenerando, maestro, degenerando
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