Querido Carlos, tú sí sabías quién era Eduardo Torrico. Y al decir era ya estoy sobrentendiendo que no está. Que se ha muerto. Digamos lo claramente. Víctima de esas largas enfermedades que luego resultan ser muy breves y letales.
Por eso vamos a cambiar la sintonía del indulto con este pasaje de la Misa en Sí menor de Bach.
Me he esmerado en elegir la obra y la versión. Porque muchos oyentes relacionan a Eduardo Torrico con el dream team de José María García. Que les ha sobrevivido, porque ya se nos habían muerto Andrés Montes y Gaspar Rosety. O Ernesto López Feito.
Torrico era un buen amigo. De la derecha cultivada. Y del Madrid, aunque nuestro punto de encuentro no es que fuera la música clásica, sino el fanatismo que Torri, me permito el diminutivo, profesaba al barroco.
No reconocía otro repertorio que el de Bach, de Vivaldi, de Handel, de Telemann. Y era un erudito. Un estupendo divulgador. Un conferenciante ameno. Y un experiodista deportivo al que evocamos ahora con la nostalgia de Antena 3. La radio bien hecha.
Y el punto de encuentro de tantos profesionales, tú mismo, Alsina, que luego hicieron o hicimos apostolado en otros lugares consciente de la impronta que habíamos recibido en el templo de Martín Ferrand.
Quiero acordarme del sentido del humor de Eduardo.Y de lo buena gente que era. Y quiero evocarlo ensimismado en sus auriculares, escuchando el cd de un oratorio de Handel que se había comprado en Londres. Y que ahora se ha convertido en su réquiem. Descansa, Torri, descansa.
