Rubén Amón | @Ruben_Amon
Madrid | 17.05.2017 10:25
Estos rasgos de hipster estilizado despistan porque Philippe es en realidad un tipo de derechas. Y lo ha reclutado por ese motivo Emmanuel Macron. Quería demostrar a sus compatriotas que la promesa de un gobierno híbrido empezaba por colocarse como contrapeso de sí mismo un líder reputado de Los Republicanos.
Y no está exenta de malicia la jugada, entiéndase. Más que reclutar a Philippe, alcalde de Le Havre, en Normandía, pretende hacerle daño al partido conservador camino de las elecciones legislativas que se celebran en un mes.
Dicho de otra manera: Macron quiere acabar con el sistema de partidos para instalar el suyo. Tiene un mes para ponerlo en órbita. Le beneficia la agonía del socialismo. Y aspira a convertir a Philippe en el banderín de enganche de otros candidatos de la derecha tradicional. O de la tradicional derecha.
La operación exagera los méritos y las responsabilidades de Edouard Philippe. Un perfecto enarca. Y no os asustéis, pues por enarca se entiende en Francia a los cachorros en serie que produce la ENA, la Escuela Nacional de Administración. ENA-enarca.
Es la demostración de que Macron representa el sistema y el establishment. Y que la suya es, de momento, una revolución generacional. Y una estrategia de acopio de poderes. Los ejecutivos se los otorga el presidencialismo. Y los legislativos se los otorgará el éxito de una mayoría en el parlamento.
Conviene que lo sepa Philippe. Y que recuerde su papel instrumental, pues la figura del primer ministro en Francia -¿cómo se llamaba el último? equivale al del mozo de espadas con el matador.