CON RUBÉN AMÓN

Rubén Amón: "He rebuscado en mi pasado para reconstruir también yo un papel de víctima"

He rebuscado en mi pasado para reconstruir también yo un papel de víctima. No es fácil competir entre tanto aspirantazgo al martirio y entre tanto dolor egocéntrico y tanta moviola lastimera, pero he encontrado algunos episodios que me permiten exponerme como una víctima.

ondacero.es

Madrid |

Denuncio desde estos micrófonos a la profesora C.S por haberme soltado un tortazo como represalia a mi pasividad en una clase re religión. No puse la otra mejilla, he de aclarar, pero creo que aquella experiencia forma parte de mis traumas infantiles. Me pegaron en el colegio puedo decir. Lo hizo el profesorado.

Ya puedo competir por tanto en la competición victimaria. Me explotaron en A3 Radio porque mis horas de abnegación en El primero de la mañana se me remuneraban como al último de los becarios. Me percato ahora del atropello a mis derechos. Y no lo hice entonces porque era un zagal. Un mozo ingenuo que el capitalismo desfiguró para siempre.

¿No os doy pena, por estos motivos, o por otros? ¿Tengo derecho a compartir con vosotros mi sufrimiento? Quizá todavía no, pero me daréis la razón y acaso el afecto si os digo que mi padre, mi padre digo, siendo niño.. me llevó a los toros, me inició en la barbarie con seis, siete años.

No había anidado en mí hasta ahora una sensación de maltrato. Y he de reconocer que aquella iniciación me permitió asistir a la reaparición de Antoñete. Que reapareció muchas veces después. Vi vestirse de luces a Camino. Y desmayarse con el capote a Rafael de Paula.

Y no era consciente de que mi padre intoxicaba mi tierna infancia. Lo he sabido ahora, cuando la ONU, la ONU, ha proclamado que no debería permitirse la entrada de menores de edad en las plazas de toros. Hacerlo es incitarlos a la violencia, familiarizarlos con la sangre y el dolor.

Es tarde, digo entre sollozos. Porque he repetido con mi hijo la fechoría. Lo he expuesto al ritual toricida. Y supongo haberlo traumatizado llevándolo a las apariciones de Morante y a las eucaristías de José Tomás. No lo hubiera hecho si los cascos azules hubieran protegido como se debe el acceso a la plaza de Las Ventas.