Con rubén amón

El indultado de Rubén Amón: "El debate agotador de la bandera cobra vuelo el 12 de octubre"

Procedo al indulto de la bandera española, si es que puede indultarse una bandera, aunque la bandera española vale para un roto y para un descosido. Que se lo digan a Mariana Pineda. O que se lo digan a Vox, cuyos partidarios la agitaron en Vistalegre hace unos días no está claro si con fervor patriótico o sino como exorcismo a la instrumentación de otras banderas. Se me ocurre la estelada. La de Euskadi. O la bandera pirata.

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Madrid |

El debate agotador de la bandera cobra vuelo el 12 de octubre porque son fechas muy señaladas. Y porque Casado ha pedido a sus compatriotas que la cuelguen en los balcones. Colgarlas con cariño, se entiende. Y se entiende más todavía la competición con Rivera para llevarse el título del mejor español del año. Porque no se contentan con el del mejor yerno.

No estamos tanto en los tiempos del patriotismo como en los del patrioterismo. Y no es lo mismo; como no es igual la sensibilidad que la sensibelería, el gótico que el neogótico o el original de la caricatura. Está muy bien sentirse español y orgulloso de la bandera, pero no con el mensaje subliminal de España para a los españoles, de forma que la bandera, vuelvo a acordarme de Abascal, no sería tanto un símbolo de emoción colectiva como de exclusión ajena. Yo soy español. Y tú no.

Añadamos que las nacionalidades son un accidente. Que no hemos elegido el suelo donde nacimos. Y no lo digo para renegar de él, sino para relativizar el orgullo identitario. Y para prevenirnos del patrotismo kitsch, del sentimentalismo y la impostura. Me gusta la bandera española, sobre todo cuando no me la restriegan en la cara ni la convierten en pretexto de la agotadora propaganda nacionalista.