Opinión

Monólogo de Alsina: "A Trump lo que es de Trump"

Carlos Alsina analiza en su monólogo la noticia de un primer paso firme hacia la paz entre el Gobierno de Israel y Hamás con la liberación de los rehenes y la retirada del ejército de Gaza.

Carlos Alsina

Madrid |

Monólogo de Alsina, en Más de uno

Érase una vez un presidente al que todo el mundo tenía por un gran fanfarrón, porque lo era, que el mismo día que empezó a ejercer de presidente se declaró capaz de terminar, a la vez, con todas las guerras. Érase un presidente cuya llegada a la presidencia fue recibida con un alto el fuego en Palestina que no pasó de ser un espejismo porque duró menos que un primer ministro en Francia y que, una vez roto, se pasó las semanas siguientes anunciando que se abrirían, para Hamás, las puertas del infierno.

Érase un presidente que, cuando nadie lo esperaba, sentó a su vera al primer ministro de Israel para ponerle deberes y se sacó de la manga un plan de paz de veinte puntos por el que nadie (o casi nadie) dio nunca un duro. Y érase, en fin, un presidente fanfarrón, con alto concepto de sí mismo, propagandista y odiador de sus adversarios políticos que, contra pronóstico, y en medio del escepticismo general -sobradamente justificado- consiguió que el gobierno de Israel y la organización palestina Hamás anunciaran, al cabo de dos años matándose, el primer paso serio, sólido, hacia un acuerdo.

La noticia del día es que, a pesar de todo lo hecho y todo lo dicho, Israel y Hamás han llegado a un primer acuerdo para dar una oportunidad al plan de Trump. A Trump lo que es de Trump por mucho que siga siendo Trump. Y por mucho que en Oriente Próximo las buenas noticias siempre lleguen envueltas en el temor a que sean efímeras. Pongámonos hoy en la piel de las familias palestinas expulsadas de sus casas en Gaza que ansían poder regresar a sus hogares si es que estos siguen en pie al cabo de dos años de bombardeos.

Pongámonos en la piel de las familias israelíes que ansían tener de regreso en casa a los secuestrados, o tener sus cuerpos para poder enterrarlos, al cabo de dos años de tortura. Y pongámonos en la piel de las miles de familias palestinas que han enterrado, en estos dos años, a personas de todas las edades que no empuñaron un arma ni combatieron en ningún ejército. Y a las que mató el Ejército, de Israel, sólo porque estaban allí. La noticia del día es un ojalá se termine esto del todo y de verdad.

La noticia de la posibilidad cierta -posibilidad- de una paz abrirá, me temo, la competición entre líderes y gobiernos por ver quién hizo más y quién se atribuye a sí mismo un papel más principal. Con el gobierno de Israel, Hamás, la Autoridad Nacional Palestina y los países árabes agradeciendo expresamente a Estados Unidos su iniciativa y su implicación, discutirle el papel protagonista a Trump es imposible.

Pero vendrán ahora, y hay que entenderlo, las lecturas sobre el por qué fue posible hoy lo que antes no sucedió. Y escucharemos a la Unión Europea y a la ONU señalar que abrió camino la presión al Estado de Israel, la movilización en contra de su campaña militar, la suma de nuevos países al reconocimiento del Estado Palestino.

Es probable que le escuchemos eso mismo al Gobierno de España, reivindicarse como impulsor, aunque haya sido muy desde lejos y sin capacidad alguna de influencia conocida ni sobre Netanyahu ni sobre Hamás, del nuevo clima que hace posible que Israel se detenga y Hamás se desarme. Y a sabiendas de que Hamás aceptó estudiar este plan en contra del docto criterio que, desde España, trataron de inculcarle Yolanda Díaz, Gerardo Pisarello, Lara Hernández o Ione Belarra para que desechara el plan de Trump por inmoral, injusto e irrealizable.

El destino, que siempre es caprichoso, ha querido que el anuncio de este primer acercamiento a un alto el fuego coincida con la aprobación definitiva en España del embargo de armas a Israel. Justo ayer pudo celebrar el gobierno, la victoria parlamentaria que convalida el decreto que requirió de tanto encaje de bolillos jurídico y que despacha en línea y media la pregunta que ahora puede volverse más pertinente, que es cuánto dura un embargo como este.

O cuánto ha de avanzar el plan Trump, y cuánto ha de asentarse la voluntad de pacificación, para que el embargo decaiga. Línea y media en la disposición final tercera: 'Por acuerdo del Consejo de Ministros podrá acordarse la finalización de las medidas contempladas en este decreto'.

Doble capitulación de Podemos en el Congreso

El embargo fue convalidado porque capituló Podemos. Doble capitulación, y doble apoyo al Gobierno, en una misma jornada parlamentaria. Si alguna vez temió Sánchez que Podemos lo fuera a devorar, hoy debe de estar pensando que igual no era tan temible, ni tan bravo, ni tan astuto. Un Podemos aguado, amansado, ladrador, pero no mordedor, enredado en su propio discurso y en su fijación contra lo que va quedando de Sumar.

Contamos ayer a esta hora que Podemos por supuesto que estaba a favor del embargo a Israel y, por tanto, del decreto, pero que en su afán porque se le haga caso buscaba coartadas manifiestamente mejorables para fingir que igual lo tumbaba. De los autores de 'el embargo ya no sirve de nada y Sánchez es el señor de la guerra que solo busca un titular' llega ahora 'pero le hemos apoyado el embargo para que se vea que tenemos razón'.

¿Mande? No se recuerda una explicación tan farragosa desde los tiempos en que Íñigo Errejón hablaba del núcleo irradiador. (Qué tiempos, Podemos tenía entonces setenta escaños; hoy tiene cuatro). Además de apoyar el decreto del embargo, apoyó también Podemos, absteniéndose, la ley de movilidad urbana que amagaba con tumbar.

Y si hasta ayer predicaba que era inaceptable la ampliación del aeropuerto de El Prat, ¡línea roja!, ayer se dio por satisfecho con que la obra no empiece antes de 2031. Que, en realidad, es lo que ya estaba previsto. Como ha recordado el gobierno de Salvador Illa. La ampliación sigue intacta, ha dicho, y el calendario sigue intacto. O el Gobierno ha toreado a Podemos -el león, burlado- o Podemos quiere presentar como una conquista lo que es otra capitulación.

O el Gobierno ha toreado a Podemos -el león, burlado- o Podemos quiere presentar como una conquista lo que es otra capitulación

Cuando el Gobierno gana votaciones, las gana. Y también es noticia. Diría incluso que es más noticia sabiendo lo mucho que le cuesta. Este Gobierno, que es extensión de su presidente y clon de su forma de ejercer la política, vive las derrotas parlamentarias como una dolorosa herida en su orgullo y vive las victorias como si ya le hubieran resuelto todos sus problemas. Ocurre que ni las derrotas dan para enterrar a Sánchez ni las victorias para asegurarse una legislatura plácida (y con Presupuestos).

Y verá, no, y ya veremos, vicepresidenta, que lleva usted dos años con el raca raca: vamos a presentar Presupuestos, pero no los presenta. Hoy los ministros del núcleo duro pedrista amanecen eufóricos porque quieren pensar que Podemos es tan maleable, al menos, como Junts y como Esquerra (de Bildu no hablamos porque ya es una filial del primer equipo sanchista). Hoy quieren pensar que igual exageraron su temor a que Pablo Iglesias -empresario de mediana edad- quisiera cobrarse de un golpe las cabezas de Sánchez y de Yolanda Díaz. Pero a saber. Lo que hoy parece blanco, mañana vuelve a ponerse negro.

Arriesgan cada vez más Sánchez y Montero. Se arriesgan a mutar de pareja política en pareja cómica. Éste es un clásico de los malos dúos de comedia: uno hace el chiste y la otra se lo celebra. Nada festeja más la vicepresidenta 'groupie' que ver a su jefe chotearse de Feijóo.

El alivio cómico, que dicen los guionistas de los dramas. Naturalmente siempre es él, Sánchez, quien lleva la voz cantante de los chistes y ella quien le adorna con su carcajada espontánea. A ver, la primera norma de la comedia es que uno no se ríe de sus chistes. Ni se lleva al espectáctulo a una subordinada para que se los ría. Ánimo, Alberto. Otro clásico de nuestro tiempo: el presidente chulesco.

Pedro no se rinde. Pedro ríe. Pedro predica que hay que rendir cuentas. Pero Pedro no rinde. Pedro ríe. Solo ríe. Siempre ríe. Rien de Rien. No se arrepiente de nada. Feijóo, que se ha abonado a las intervenciones engrudo en las que mezcla todo, presenta como hechos las sospechas, imputa delitos a todo el que se mueve y deja la brocha gorda gastada de tanto usarla -el pincel fino ya ni lo estrena-, anunció que el presidente Sánchez será citado en la comisión del Senado.

Ya podía haber dejado que fuera el Senado el que fingiera que la decisión es suya y no una instrucción de Génova. Ya ha pasado por esa comisión tanta gente -media España- que ni sus promotores recuerdan cuál era exactamente su objeto. Visto lo visto es previsible que Sánchez responderá a sus señorías en este estilo que ya es marca de la casa, entre el desdén, la suficiencia y el choteo.