Érase una vez un gobierno desgarrado. Dolido, decepcionado, afligido. Pesaroso, desolado, devastado. Érase una portavoz poseída por el espíritu de Ana Magnani, esforzada en compartir con el público el abanico de sentimientos que se ha hecho carne en el Ejecutivo al ver al presunto corrupto por el que bebieron los vientos ingresar preventivamente en un penal. O sea, Santos santificado sea Cerdán.
Martes de dolores, ayer, en la sala de prensa de la Moncloa. El Gobierno nos convoca a hacernos partícipes del impacto emocional que ha producido en él este encarcelamiento. Su desazón, su zozobra, su íntimo duelo.
En la era de la política que apela no a la razón sino a las fobias y los afectos, nuestro Gobierno recita su colección de sentimientos desgarrados (y sobreactuados) en el afán de inspirar compasión en lugar de rendir cuentas. Tanto duelo, tanto duelo, y ni una sola respuesta. Ni al cómo pudo perdurar la trama cerdánica tantos años, en el corazón del Gobierno y la cúpula del partido. Ni a por qué nadie lo frenó, ni en el Ejecutivo, ni en el PSOE.
Tanto duelo, tanto duelo, y ni una sola respuesta.
Tampoco se responde a por qué el presidente se niega a consultar al Parlamento si mantiene su confianza. Ni a por qué el secretario general no quiere preguntar a su militancia si debe seguir siendo él el candidato. Se defenestran a otros, pero no se asumen responsabilidades propias. Mentores, camaradas y confidentes. Todo hombres. Artífices del ascenso de Pedro desmejorado Sánchez, ahora caídos en desgracia.
El PSOE se ha abrazado a un salmo lastimero que dice que la corrupción cero no existe. Pero claro que existe, como dice Yolanda Díaz. No toda organización anida corrupción. Y menos en los despachos de la planta noble. No reaccionaron al detectar la corrupción, sino cuando la UCO la detectó en su sede nacional y en el Ministerio de Transportes. Deberían celebrar que la justicia actúe, no lamentarse por su eficacia.
El PSOE se ha abrazado a un salmo lastimero que dice que la corrupción cero no existe
La indignación de Yolanda Díaz
Tronó Yolanda Díaz ante la prensa: ¡Vergüenza!, dijo. La vicepresidenta se indigna, y exige al gobierno un calendario de medidas contra la corrupción. Hoy se reúne con Bolaños y Montero en una Moncloa donde el Gobierno de coalición nunca peligra, pase lo que pase. Puede que la reunión termine en otra escena de vino de rosas, mientras Díaz pasa por los micrófonos para anunciar, quizás, su permanencia en lo que amenaza abandonar.
Tellado toma la temperatura
Núñez Feijóo encargó a Miguel Tellado que sondeara a los grupos que invistieron a Sánchez, por si alguno, en un arrebato de desagrado, estaría dispuesto a prestarle votos para desbancar al presidente. No es una moción de censura, solo un chequeo político, dice. Tellado le metió el termómetro a Junts, y le respondieron que primero vaya él a bailarle el agua a Puigdemont. Como un Cerdán cualquiera. O como Zapatero siempre al quite. O sea, que no. Cerdán ya ha pisado la cárcel, pero Feijóo sigue sin tener votos para su moción.
