EL BLOG DE ALSINA

Tampoco ha dolido tanto

Les voy a decir una cosa.

Ya está, presidente. Ya pasó. Su primera entrevista desde que se instaló en la Moncloa. Tampoco ha dolido tanto.

ondacero.es

Madrid | 07.05.2012 20:23

Rajoy durante la entrevista con Herrera en Onda Cero
Rajoy durante la entrevista con Herrera en Onda Cero | Ministerio de la Presidencia

El presidente del gobierno cumplió esta mañana con su obligación de responder a las preguntas que se le hagan e intentó explicar cuáles van a ser sus próximos pasos. Lo más novedoso que dijo hoy, como ya sabrán, lo de La banca, o lo de la Bankia. La segunda entrega de la reforma financiera que verá la luz esta semana, dijo Rajoy, o traducido, que el plan de inyección de dinero público en Bankia (antigua Caja Madrid-Bancaja), ya veremos bajo qué fórmula, se pone en marcha esta misma semana.

Igual se acuerdan de un señor que se llama Draghi, es italiano y estuvo el otro día en Barcelona. Exacto, el presidente del Banco Central Europeo, que sin necesidad de enviar cartas -sino de viva voz- le dijo al gobierno aquello de “me resuelva de una vez lo de la banca y, entretanto, se olvida de la barra libre de dinero barato” que ha servido estos últimos meses para mantener la prima de riesgo a raya. Los mensajes del Banco Central tienen un efecto inmediato. Ya hoy adelantaba la prensa que habrá siete mil millones de euros de dinero público para sanear Bankia y el presidente del gobierno vino a confirmarlo, a su manera, esta mañana. Su frase literal -fiel reflejo del leit motiv que ha tenido la entrevista- fue “no soy partidario de emplear dinero público, peeero si fuera necesario si fuera necesario para salvar el sistema financiero no renunciaría a hacerlo”. O sea, que sí. Bankia será apuntalada.

La primera consecuencia ha sido su descabezamiento: Rodrigo Rato se quita de en medio (o más bien le quitan) tras ver fracasar su empeño de que se creara un banco malo en el que todas las entidades pudieran colocar sus activos tóxicos y tras asumir que, en la reordenación que el gobierno tiene en la cabeza, Bankia no seguirá su camino sola. Rato estorbaba en los planes del gobierno y ha sido desalojado.

La de los bancos ha sido la principal novedad que aportó Rajoy en su entrevista. Aunque no es menos relevante esta otra que afecta al discurso general del Ejecutivo: a partir de ahora el gobierno ya no se empeñará en convencernos de que, aunque haya cambiado de criterio en casi todo, en realidad no lo ha hecho.

Hoy el presidente dio este paso -por fin- de admitir abiertamente que está haciendo aquello que dijo que nunca haría, no sólo en materia de impuestos. Ha habido cambios de criterio, los está habiendo en este mismo momento, y los seguirá habiendo siempre que el presidente lo considere pertinente. En resumen, la plantilla argumental que empleó Rajoy esta mañana en casi todos los asuntos que le planteó Carlos Herrera fue ésta: “No me gusta hacerlo, dije que no lo haría, pero si es bueno para los intereses de España lo haré”. La semana pasada comentamos en la tertulia que todo el mundo, también quien gobierna, tiene derecho a cambiar su punto de vista sobre algún asunto.

Pero cuando eso sucede conviene que haga dos cosas: una, que admita ese cambio; dos, que explique las razones del mismo. Si el gobierno deja de gastar energía en camuflar sus cambios de criterio, en llamarle “regularización fiscal” a la amnistía, en resistirse a llamarle “IVA” al “IVA” y en pretender que las hemerotecas no están ahí, tanto mejor porque así dedicará su ingenio y si esfuerzo a cosas más serias. Otra cosa es que la explicación de las razones para cambiar de recetas siga siendo floja, porque, escuchando al presidente, todo se reduce a que “no tiene más opción”. Es decir, que cuando sube impuestos es porque no queda más remedio, cuando abarata el despido es porque no queda más remedio y cuando rescata bancos es porque no queda más remedio. No me gusta nada de lo que estoy haciendo, pero es mi única opción.

Visto así, gobernar debe de ser tan insatisfactorio como simple. Hay poco que pensar, o que valorar: sólo hay una opción, pues la tomas. Y dado que lo único inamovible, lo único fijo en esta hoja de ruta, es el puerto al que hay que llegar -5,3 % máximo de déficit a final de año-; y dado que, como ahora se admite, se van tomando medidas en función de los acontecimientos e independientemente de lo que se hubiera, antes, anunciado, cabe concluir que el gran cambio que nos han traído estos cuatro años de crisis es la constatación de que el gobernante no sabe, en realidad, lo que hará mañana; lo que hoy expresa como principios sucumbirá mañana al vaivén de los acontecimientos y a ese otro principio que se cita para cerrar cualquier discusión -acogiéndose a sagrado-: por encima de todo están los intereses generales de la Nación. No es un reproche, es la descripción de lo que ha sucedido desde 2010 hasta hoy cada vez que el gobernante ha modificado su criterio para hacer aquello que antes combatía.

Gobernar es adaptarse a las circunstancias, decía el antecesor de Rajoy. Con otras palabras, el presidente nos está diciendo hoy lo mismo. Gobernar, en tiempos de incertidumbre, es ir achicando agua. No es tanto que los programas electorales estén hechos para incumplirlos, que diría Tierno, como que los programas electorales, hoy, caducan antes de llegar a la imprenta. Si estás en la oposición lo llamarás “permanente improvisación gubernamental”; si estás en el gobierno se dirá  “reaccionar a lo que está pasando”. Y eso vale para los impuestos, para el saneamiento de los bancos y para el rescate de las comunidades autónomas. Que, a juzgar por lo que ha dicho Rajoy, podría producirse en breve. Él mismo ha mencionado como caso insólito el de una comunidad autónoma que paga un interés del 7 o el 8 % para colocar su deuda: “una comunidad así”, dijo “va a la ruina”. Pensaba en la comunidad valenciana, donde una declaración de este tipo, en boca del presidente, no será recibida precisamente como una inyección de confianza.

Que la situación está muy mal lo ha repetido varias veces el presidente. Que nos venga bien que haya ganado Hollande en Francia por si eso sirve para que Europa afloje en la prisa para cuadrar las cuentas no ha llegado a decirlo, pero tampoco se le ha visto muy afectado por la jubilación obligada de su amigo Sarkozy. A Francois Hollande, nuevo gurú que ha despertado enormes expectativas no sólo en Francia y no sólo en la izquierda, le espera ahora el reto de demostrar que eso de gobernar abandonando los principios que anunció como innegociables es aún posible. Su compromiso está ahí: conseguir que los gobiernos de la zona euro revisen el plan de estabilidad y acepten retrasar el objetivo del déficit cero.

El señor Hollande -él mismo lo recordó la semana pasada- no está en contra de la austeridad (de equilibrar ingresos y gastos e ir reduciendo el déficit), está en contra de mantener el calendario actual, el ritmo del ajuste que se traduce en caída de la actividad económica y nueva recesión. Su compromiso es persuadir a los demás socios europeos de que hay que replantearse el calendario para que los estados tengan más margen a la hora de estimular la actividad económica. El nuevo mantra es el de la “política de crecimiento”, que hasta ahora ha sido apenas una marca, una cáscara atractiva en la medida en que supone una novedad en el paisaje de desánimo, depresión, que se vive en Europa.

Pero ahora habrá que ir poniéndole letra a la música del crecimiento. Y ahí es donde habrá que ver cuánto pesa el nuevo presidente francés y cuánto cede la jefa del gobierno de Alemania. ¿Está garantizado que se revise el calendario del ajuste? Garantizado no, pero sí es altamente probable. ¿Está garantizado que esa nueva “agenda del crecimiento”, el tratamiento complementario que abandera Hollande produzca un cambio de tendencia en el PIB de la zona euro y contribuya a generar empleo en España? Garantizado no está -aquí ya no hay nada seguro- pero la confianza de que sea eso lo que ocurra es lo que explica el interés y la emoción con que anoche se siguieron las elecciones francesas en la Europa mediterránea.