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Monólogo de Alsina: "Sin estado de alarma pero alarmados"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de Más de uno sobre el aumento de casos del coronavirus en España; sobre la inhabilitación del presidente de la Generalitat, Quim Torra y sobre el caso Dina y Pablo Iglesias.

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Carlos Alsina

| 17.09.2020 08:27

Ya que se le recuerda siempre a Fernando Simón lo poco fino que estuvo en sus pronósticos de primeros de año... reconozcámosle que estuvo bastante más atinado hace cuatro semanas.

Ya no cabe decir 'tendremos' porque ese día ya ha llegado. Tenemos once mil nuevos contagios según los datos de ayer, 239 fallecidos más y nueve mil personas que siguen hospitalizadas por coronavirus. Todos los indicadores son peores que en las jornadas precedentes. Las camas de hospital ocupadas por esta enfermedad son el 8,5 % ---a primeros de mes estaba en el 4 %--- y en algunas regiones se complica mucho la situación de las UCI...

...90 % de camas UCI ocupadas en La Rioja y llamamiento de la presidenta autonómica para que se eviten los desplazamientos entre municipios y las personas más vulnerables permanezcan en sus casas. O Madrid, 20 % de ocupación de camas y el tono apremiante del viceconsejero de Sanidad, Zapatero, tan distinto del que emplea su jefa la presidenta Díaz Ayuso.

Antonio Zapatero dirigió el hospital de emergencia que se instaló en Ifema y que ahora se estudia reabrir, porque el gobierno madrileño ya admite que la extensión de los contagios es preocupante y que el riesgo de que se saturen los hospitales existe. Lo de menos es que el doctor Zapatero avanzara que va a haber que recurrir a confinamientos de barrios o municipios de Madrid sin que la mitad del gobierno regional lo supiera. Lo relevante es que se va a hacer, se va a tener que hacer, porque una cosa es predicar que tenemos que acostumbrarnos a vivir con el virus sin recurrir a medidas que entorpecen la recuperación económica y otra que, con la epidemia empeorando cada día, se tomen, una tras otra, esas medidas.

Aún no ha llegado el otoño, ni el invierno, y la inquietud y la incertidumbre ya son, otra vez, máximas. Se está complicando todo. Incertidumbre significa que la actividad económica se reduce, que las familias ahorran cuanto pueden y consumen lo justo y que se caen los ingresos de los pequeños negocios y del Estado. Nadie va a declarar el estado de alarma. Pero la alarma ya ha prendido entre los ciudadanos.

Caminito del Tribunal Supremo va el presidente fallido de la Generalitat de Cataluña, Joaquim Torra. Dos años y medio después de alcanzar la presidencia, por decisión de su padre, Puigdemont, al muñeco de madera le va llegando la hora de escribirse a sí mismo un epitafio.

En dos horas comenzará la vista del recurso que presentó el señor Torra contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. La probabilidad de que su recurso prospere, si hay que hacer caso a las quinielas de los juristas, es del menos uno por ciento. Y si hay tanta coincidencia es sólo por un motivo: el acusado lo confesó todo, encantado de haberse conocido, ante el tribunal que lo juzgó en diciembre. Aquel Torra ufano que proclamaba su coraje por hacerle la peineta (o la butifarra) a la Junta Electoral Central –-la desobediencia a las instituciones del Estado opresor-- es el mismo Torra que luego llamó, como buey manso, a la puerta del Supremo para que revisaran su caso y deshicieran la condena. Le sirvió, a la vista está, para prorrogar nueve meses su presidencia, pero los hechos no han cambiado. Y el criterio judicial, tampoco.

Es curioso que esto lo recordara ayer la vicepresidenta Carmen Calvo en su conversación con Julia Otero. Y que añadiera que un Torra inhabilitado no tiene sitio en una mesa de negociación con el gobierno de España.

Es curioso que la señora Calvo lo diga con tanta claridad ---si le inhabilitan no podrá sentarse--- porque, en realidad, Torra ya fue inhabilitado. Este presidente está condenado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña desde el 19 de diciembre. Él recurrió la sentencia y por eso no es firme, pero oiga, también está recurrida la sentencia de la Gürtel y eso no impidió que provocara el terremoto político que todos recordamos. El gobierno se agarró en diciembre al hecho de que la sentencia no fuera firme para no asumir que tenía (y tiene) tiene como interlocutor no a un imputado, no a un procesado, sino a un condenado. Los escrúpulos en política, como se ve, son variables. Un imputado no puede ir en una lista electoral pero un condenado sí puede gobernar Cataluña un año.

Hoy volverá a lamentarse Torra de que se le condene por colocar una pancarta (bien sabe él que no se le condena por ponerla, sino por desobeceder la instrucción de quitarla); y hoy volverá a proclamar que este gobierno que con tanto mimo le ha tratado es la represión personificada.

Represores Sánchez a Iglesias. Los dos. Con los que iba a sentarse a negociar un plan para blanquear el empeño en saltarse la Constitución. Represores como Rajoy. Y como cualquiera que gobierne España.

El vicepresidente Iglesias vuelve a ser parte afectada en el caso Dina. Ha prosperado su recurso en la Audiencia Nacional y encaja un revolcón el juez que instruye la causa, García Castellón. La difusión del contenido del móvil de Bousselham le produjo al señor Iglesias un quebranto, dice la sala de lo Penal. Que le dice al juez que sólo tiene que investigar la hipótesis que dio origen a esta causa: si el robo del teléfono y la filtración de su contenido fue cosa de Villarejo.

Está por ver qué decisiones toma ahora el juez que instruye. Porque justo eso, que es lo que se ha investigado, es lo que a día de hoy no consta que haya podido probarse: que Villarejo urdiera el robo para conseguir material con el que perjudicar a Podemos. No significa que no lo hiciera, significa que no está garantizado que así fuera porque el director de Interviu contó que al comisario la tarjeta se la entregó él y porque pantallazos del móvil de Dina tenía más gente. Es posible, ya veremos, que la causa quede empantanada. Y que acabe archivándose.

La semana pasada declaró el abogado Calvente, que sostiene que la cúpula de Podemos, sabiendo que la autoría de Villarejo no estaba clara, forzó la máquina para utilizar el asunto en la campaña electoral. Ayer Onda Cero tuvo acceso a los audios de esa declaración judicial.

Como contamos la semana pasada, Calvente le dijo al juez que sufre un hostigamiento alimentado por el partido morado y que teme que algún radical acabe pasando de las palabras a la violencia.

Tal como ocurre con todos los demás testimonios de los testigos, es el juez el que valora ahora el crédito y la importancia que le da a éste.

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