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Monólogo de Alsina: "Sánchez ha estado dos semanas sin decir palabra del coronavirus y, de repente, esto parece Pearl Harbor"

Dos semanas sin decir palabra y, de repente, esto parece Pearl Harbor. Puso el presidente anoche tono de Churchill para pedir a la población tranquilidad, responsabilidad y paciencia. Y también para pedirle que no le reproche al gobierno que haya reaccionado tarde porque no lo ha hecho. Que no le recrimine que el domingo hubiera concentraciones multitudinarias por todas partes sin que al gobierno (o a los gobiernos, el de la nación y los autonómicos) le pareciera conveniente disuadir al personal de arrejuntarse.

Carlos Alsina

Madrid | 11.03.2020 08:11

Sabiendo, sobre todo, que el número de enfermos y fallecidos que teníamos el sábado reflejaba, en realidad, la situación de cuatro días antes. Es decir, que los quinientos casos que teníamos el sábado correspondían a la situación real del martes anterior. Como los 1.700 de hoy, o los 35 fallecidos, reflejan cómo estábamos, en realidad, el sábado. Cuando ya se había detectado el foco de Valdemoro y el de Haro.

Sostiene Sánchez que todas sus decisiones están inspiradas por los científicos. Pero es una media verdad. Los científicos ofrecen su criterio. Y si de ellos dependiera, se habría anunciado hace días la suspensión de las Fallas, los partidos de fútbol y las manifestaciones. Pero a ese criterio se suma el de los gestores políticos que tienen que atender a otras consideraciones. Por ejemplo, el coste que para una ciudad como Valencia tiene suspender las Fallas. Y el peor escenario para el gestor político es tener que acabar anunciando una medida que se resistió a tomar porque se ve arrollado por la expansión de una epidemia que amenaza con poner en jaque el sistema nacional de salud.

Al final se han suspendido las Fallas. Y las fiestas de la Magdalena en Castellón. Y los colegios en Madrid. Y los vuelos directos desde Italia. Y los viajes del Imserso. Y esto acaba de empezar.

Lo del gobierno (o los gobiernos) no es un sólo un cambio de tono. Es un cambio total de prioridades. Hace un mes aún estábamos dándole vueltas a si estaba justificado, o no, suspender el Mobile. Con los gobiernos haciendo lo posible para que sí se celebrara y la mayoría de los opinadores proclamando lo desproporcionado e inexplicable que era que se cancelara. Todo el mundo se equivoca, no sólo quienes gobiernan.

Un mes después, y sabiendo de los efectos económicos (negativos) de las cancelaciones, la prioridad es retrasar la expansión de la epidemia y evitar que se colapsen los hospitales, las urgencias, las UCI.

Se agradece la disposición del presidente a la transparencia, a dar la cara y a asumir la responsabilidad que él tiene como poder ejecutivo y como encargado de llevar el timón. Se agradece el intento de hacer una intervención que dé aliento a la ciudadanía. Pero si el presidente acepta un consejo, en su próxima comparecencia no dedique tanto esfuerzo a defenderse a sí mismo ni a encadenar salmos que alguien le ha escrito.

A nadie le importa cuántas veces se reúnen cada día los altos cargos. Cuántas comisiones, grupos de trabajo o videconferencias mantienen ustedes. Cuántas entrevistas ha dado el ministro. Cuántas no ha dado el presidente.

Lo que importa, en efecto, es qué medidas va tomando su gobierno, cómo las explica y con qué previsiones trabaja. El plan de choque que anunció el lunes el presidente aún no se ha aprobado. Se conoce por dónde van los tiros.

Facilitar que los padres que trabajan y tienen a los hijos sin clase puedan acogerse a jornadas reducidas.

• Ayudar a las empresas afectadas de dos maneras: ajustes temporales de empleo que no signifiquen despidos; y créditos baratos para afrontar daños.

• Y último punto, inversión en material sanitario y medicamentos para garantizar que no haya desabastecimiento.

Naturalmente, todas estas medidas suponen gasto público y menos ingresos para el Estado. Complicarán los objetivos económicos para este año. Y como esta crisis afecta a toda Europa, habrá fondos extraordinarios de la Unión Europea que aún no se ha explicado de dónde van a salir.

En el terreno sanitario, con los médicos y enfermeros en la primera línea de la contención de la epidemia, no hay más novedad que el incremento del número de contagiados, de fallecidos y de ingresados.

Las cadenas de supermercados reiteran que no hay riesgo de desabastecimiento, es decir, que no es necesario ir todos los clientes a primera hora a llenar los carros porque cuanto más se espacien las compras más fácil es que se encuentre usted los lineales llenos. Mensaje del presidente de Mercadona.

Y en el ámbito parlamentario, lo de Vox. La suspensión del pleno de hoy porque el grupo de Vox está todo en cuarentena una vez que se ha confirmado que tienen al número dos coronavíralizado. Ortega Smith ya estaba con la tos, y la fiebre, y el malestar general el sábado pero no consideró oportuno ausentarse de la reunión de nueve mil personas en Vistalegre. No sólo eso, se hartó de estrechar manos y dar besos y abrazos a todo el que se dejó.

Ahora dice Vox, la derechita valiente, que no se atrevió a posponer el acto político porque habría generado alarma. Pobre burladero el que se ha buscado Abascal para justificar su propia, individual e intransferible negligencia.

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