OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El Papa estuvo menos cómodo al hablar de lo que sí es su responsabilidad, los abusos en la Iglesia"

El Papa. Muy interesante la entrevista de anoche en 'Salvados'. Muy reveladora. Del Papa y de quienes le canonizan o le desprecian dependiendo de cuál sea el asunto sobre el que hable.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 01.04.2019 08:15 (Publicado 01.04.2019 08:09)

Éste es el problema de considerar una fuente de autoridad moral a alguien porque denuncia que Europa está dando la espalda a los emigrantes y los refugiados. Que cuando luego dice que el encubrimiento de los abusos en la Iglesia hay que entenderlo por la cultura de la época (¿qué época?), que la mujer puede participar en la vida eclesial, pero con límites, o que tener una tendencia homosexual no es inmoral pero practicar el sexo homosexual sí lo es, la fuente de autoridad deja de serlo para quien no coincide en nada con todo eso.

Como Évole dijo al comienzo de la charla, el Papa dio esta entrevista para hablar de lo que él quería: los refugiados. Varias veces le reprochó sutilmente al entrevistador que se fuera del tema para preguntarle por otras cosas. El Papa, como casi todos los responsables de organizaciones jerarquizadas, se siente cómodo hablando de lo que hacen o dejan de hacer los demás, está en su zona de confort cuando el problema del que se habla no es responsabilidad suya.

Los desplazados. El drama de la muerte en el Mediterráneo. La injusticia que provoca la miseria y la violencia de sus países de origen. La controversia entre gobiernos europeos sobre cómo debe actuarse con las mafias que cobran a los desesperados por embarcarlos en cualquier cosa y abandonarlos a la deriva. Ahí cumple su papel de conciencia crítica. Ése es el Papa al que van a escuchar con devoción Ada Colau o Manuela Carmena. Aunque, en verdad, su postura sea la misma que han tenido siempre todos los papas. El de hoy, que es de izquierdas, no dice nada distinto de lo que ya decía Wojtyla, que muy de izquierdas no parece que fuera. ‘La injusticia que sufren los desplazados’, decía Juan Pablo II, ‘la vergüenza de nuestra época’. Año 1992. La doctrina social de la Iglesia Católica lleva siendo la misma desde hace décadas.

El Papa dio la entrevista para hablar de los otros: los gobiernos, los líderes que hacen las guerras, los corruptos que someten a su población a la falta de horizonte. A todos les dice que lean el Evangelio.

Mientras la conversación con Évole discurría por ahí, el fervor en tuiter era tal que uno creyó que empezarían a pedir a gritos una asignatura pontifical en los colegios públicos. Alabado sea el Papa que ilumina el corazón del mundo.

Pero luego le empezó a tocar al Papa responder a preguntas sobre lo suyo. Lo que él gobierna, que es la Iglesia Católica presente en todo el mundo. Él es el responsable de una organización jerarquizada. De un Estado también, pequeñito. De las leyes que rigen en ese Estado. Del sistema judicial que rige en ese Estado. De la forma en que ese Estado se financia.

Cuando llegó el momento de hablar de lo que sí es responsabilidad suya, a Francisco se le vio menos cómodo.

Sobre los abusos en la Iglesia y el encubrimiento.

Desde el burladero de la hermenéutica, habla el Papa de la cultura del pasado. Cabe preguntarse de qué pasado habla. Su desplante a una de las víctimas de los abusos en Chile, y el capote que le echó al obispo acusado de encubrimiento, se produjo hace sólo un año.

Sobre la discriminación de la mujer en la Iglesia que él conduce.

La femineidad como respuesta etérea a una realidad objetiva: la Iglesia es una organización dirigida sólo por hombres.

Sobre la homosexualidad, de la que distingue todo el tiempo el Papa la orientación (él dice la tendencia) de la práctica. Lo primero no es objeto de sanción moral. Lo segundo, sí. Es pecado. A los padres que sospechen que su hijo pequeño puede ser homosexual les recomienda que consulten al psicólogo.

No contó qué deben hacer los padres si el diagnóstico es que al niño no le pasa nada raro. Sólo es homosexual.

Y sobre la exhumación de Franco y la responsabilidad de la Iglesia Católica para evitar que sea inhumado en la Almudena.

Ni tiene opinión ni se mete en eso. Como si la secretaría de Estado del Vaticano no dependiera de él y como si no fuera él quien decide, en última instancia, la postura de la Iglesia.

Es el mismo Papa que en conversación con periodistas en su viaje a Marruecos ha dicho que vendrá a España ‘cuando haya paz’. Debe de vernos muy en guerra ahora mismo.

Enhorabuena a la España rural y despoblada porque pase lo que pase en laselecciones del día 28,va a tener todo lo que está pidiendo. Eso se deduce del apoyo entusiasta que todos los partidos (incluido el que gobierna ahora, el que gobernaba antes, el que gobierna Aragón, el que gobierna Castilla y León) dieron a la manifestación de este domingo. Tan activos todos los partidos en la defensa de la España vacía que cuesta creer que no hayan solucionado todos sus problemas hace tiempo. En el Congreso y por unanimidad, visto lo visto.

Cien escaños están en juego en las provincias de menor población. Son las que menos diputados aportan por cada circunscripción y por eso también son, a mayor diversidad de oferta, las más peleadas. Soria tiene dos escaños. Cuenca, tres. Como Ávila. En Teruel son tres. Como en Huesca. Tacita a tacita, sale casi un tercio del Congreso de los Diputados. Por eso cuando llegan las elecciones, se ve a un presidente de gobierno visitando explotaciones ganaderas, a un líder de Ciudadanos retratándose en un prado o a un aspirante del PP subiéndose al tractor. El ministro Cañete lo hizo en la campaña de 2014 para hacerse la foto. Pablo Casadoha ido más allá porque él se declara de pueblo y sabe conducirlo. Así que ayer le grabaron un vídeo el que se le ve muy suelto: se sube al tractor, lo arranca y acelera. En el vídeo no se ve a dónde fue con el tractor ni cuándo se bajó, de modo que es posible que a esta hora siga estando allí. Disfrutando de la España del campo.

Además de los candidatos luciendo botas y chaquetilla verde rural, faltaba el otro clásico de las campañas electorales en España. ¿Cuál? Meter el miedo en el cuerpo de los pensionistas. Y eso también ha llegado.

Pedro Sánchez sostiene que el Partido Popular se propone recortar la pensión a los jubilados un 40 %. Tan en serio lo sostiene, que ha echó ayer unas cuentas en pleno mítin.

Ese recorte que está proponiendo el PP, en realidad no existe. En rigor, el PP no propone recortarle la pensión a nadie. En rigor, fue el último gobierno del PP el que, empujado por el PNV, actualizó las pensiones conforme al IPC después de haberlas subido lo mínimo desde 2011. En rigor, el último gobierno que congeló las pensiones fue el de Rodríguez Zapatero. 2010. Sánchez lo sabe porque era un disciplinado diputado del grupo socialista que lo hizo posible.

Lo que el nuevo gurú económico de Pablo Casado, Lacalle, decía ayer en una entrevista no es que pretenda bajar un 40% la pensión, sino este otro clásico de las campañas electorales de la derecha: que son las políticas de izquierdas las que ponen en riesgo las pensiones. Subiendo los impuestos perjudican la creación de empleo y sin más cotizantes las pensiones se vuelven insostenibles. Éste es el discurso de campaña de la derecha. Y, como el de la izquierda, tampoco es nuevo. Alfonso Guerra asustaba a los viejos en los noventa convenciéndoles de queAznar iba a robarles la cartera. Javier Arenas les asustaba diciéndoles que con Zapatero sus pensiones se irían a tomar viento.

Menos mal que firmaron en el 95 una cosa llamada el Pacto de Toledo con el compromiso de no incurrir en el asustaviejos cada vez que llegaba una campaña electoral. ‘Ellos te la quieren quitar, yo te la voy a blindar’. Mucha promesa es ésta que hizo ayer Sánchez en su mítin de Tarragona. El blindaje de las pensiones en la Constitución. Mucha promesa es una reforma de la Constitución en un Parlamento como el que viene. Ya prometió el presidente reducir los aforamientos en sesenta días y ahí siguen en pie todos los fueros.

El del móvil, el del móvil, voceaba uno de los agitadores que, en Barcelona, acosaba a un hombre que iba a manifestarse a un acto de Vox. El que gritaba no quería que nadie grabara lo que pasaba, porque los vídeos sirven para dos cosas: reflejar quién acosa a quién e identificar a los agresores.

En Barcelona, este sábado, fueron detenidas siete personas. Ninguna era de Vox. Todas eran de éstas que se hacen llamar antifascistas. Una de ellas, por atacar con un objeto afilado a un mosso de esquadra. Otra, por lanzar una piedra que golpeó a un hombre en la cara y le dejó sangrando y tirado en el suelo.

Hemos detenido al agresor, le decía el guardia al compañero del agredido. En otro vídeo se ve a estos jovenes antifascistas, que en realidad son independentistas fanatizados y violentos, llenar un cubo de piedras. Le preguntaron a la alcaldesa de Barcelona por los incidentes del sábado e hizo su propia versión del clásico: es que van provocando.

Entiéndase que la culpa de que una pedrada le rompa a alguien la cara es de quien sufre la pedrada. Por ir provocando.