OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "No parece necesario que Sánchez acuda a darle ánimos a Torra"

No es Franco lo único que se desentierra esta semana. El departamento de propaganda tórrica que dirige el expatriado de Waterloo desentierra toda la matraca que ya empleó contra Rajoy pero ahora contra Sánchez. La matraca del diálogo. La palabra más manoseada, devaluada y prostituida de nuestra vida política. Ahora lo dicen en inglés los pregoneros independentistas: Spain sit and talk, que según ellos significa: España siéntate a hablar. Léase como lo que es: una orden. Estilo imperativo: te sientas, España, o te sientas. La esencia autoritaria que siempre aflora. 'Se sienten, coño'.

  Madrid | 22/10/2019

Ha vuelto la matraca. Siempre es el gobierno central el que no dialoga, siempre el que no escucha, siempre y el que no hace propuestas (para solucionar, ¿cómo lo llaman?, el conflicto). La monserga de hace siete años. La de hace dos años. La de dentro de dos y de dentro de siete años. Aquí los dialogantes son estos que se plantan a la puerta del hospital, en su horario de trabajo, a increpar al presidente del gobierno por haberse atrevido a pisar un hospital para interesarse por el estado de unos funcionarios allí ingresados. Cuánta tolerancia, cuánto respeto, cuánta educación de estos del tsunami democrático.

El presidente Sánchez sólo pudo hacer la visita del médico. Visto y no visto. Se plantó en Barcelona para visitar a los policías –-cosa que le honra— pero salió de allí con cierta urgencia y se volvió para Madrid. Sin ver a Torra, oh, qué gravísimo pecado. Es por Torra, por su situación y por sus desvelos, por quien Sánchez debería haberse interesado, según esta señora.

VÍDEO del monólogo de Carlos Alsina en Más de uno 22/10/2019play

Aquí está la delegada de Puigdemont en Madrid, Laura Borrás, escandalizándose de que el presidente del gobierno acuda a ver a los funcionarios del Estado heridos en el desempeño de su trabajo en lugar de visitar a un gobernante que aprovecha cada compareciencia pública para denigrar al Estado. Hombre (o mujer), uno entiende que Torra está en una situación política apurada, con las constantes vitales bajo mínimos, pero no parece necesario que Sánchez acuda a darle ánimos.

Seguro que los policías heridos han agradecido al presidente el gesto de acudir al hospital a interesarse por ellos, pero lo que ha quedado es la imagen de un gobernante en territorio hostil y acosado por estos grupos de gritones, pegavoces, que predican la tolerancia y el diálogo mientras gritan 'fuera de Cataluña' a cualquiera que no comulgue con su plan autoritario.

Lo que ya pasó en Pedralbes: la idea que se quiere transmitir es que el presidente del gobierno puede visitar sin pedir permiso cualquier lugar de España pero la que realmente se transmite es que en Cataluña esa visita debe hacerse sin avisar con mucha antelación, con seguridad reforzada y con dirección exprés para no estar mucho tiempo expuesto al escrache independentista.

Cuando se envician con una palabrita, ya no hay quien se la quite de la boca. Ahí siguen, con la empatía. La palabra comodín en el discurso soberanista. La fijación por convertir en cuestiones sentimentales lo que son principios esenciales de la convivencia democrática.

Ayer dijo la señora Forcadell, presidenta del Parlamento catalán que arrollo, cual tsunami antidemocrátic, los derechos de la oposición en septiembre de 2017 –-los días de la infamia— ayer dijo (contrita) que no tuvieron empatía con los ciudadanos no independentistas. Perdone el matiz la señora Forcadell pero lo que no tuvieron fue vergüenza.

Y ha dicho Ada Colau –-bendita sea la empatía-- que Sánchez tiene que hablar con Torra porque para solucionar el problema político hace falta empatía. Lo dice la alcaldesa soberanista de Barcelona que defiende la autodeterminación y votó sí sí en la consulta de 2014 (la de Artur Mas), empática perdida.

No consta que la alcaldesa haya sido capaz, desde su notable puesto de poder institucional, de solucionar ni contribuir a solucionar el famoso problema político. Tampoco consta que hay sido capaz de explicar de qué tienen que hablar, según ella, los señores Sánchez y Torra. ¿De qué? ¿De cómo hacer pasar por constitucional un referéndum de autodeterminación? ¿Ha aportado el independentismo alguna otra solución en los siete años que llevan de procés? Referéndum y autodeterminación. Nunca ha habido ni otra propuesta, ni otra idea, ni otro camino.

Para ellos todo se reduce a eso: arrastrar al gobierno de turno a la operación forcemos las normas para que celebrar el referéndum de una forma o de otra. Y eso es precisamente lo que explique hayan desenterrado ahora, contra Sánchez, toda la munición verbal –--la cháchara— que ya lanzaron contra Rajoy: la acusación de que no habla, no escucha, no se mueve, no dialoga.

Por qué será que este Sánchez al que el independentismo aupó a la presidencia del gobierno con la moción de censura –-al que auparon no porque les repugnara la gürtel, sino porque veían al socialista más permeable a sus monsergas que a Rajoy— por qué será que este Sánchez les parece ahora tan falto de propuestas como el de antes. Respuesta: por lo mismo de siempre; o se resigna uno a hacer lo que el independentismo exige, o será tachado de autoritario, inflexible e incapaz de mantener un diálogo democrático. Spain sit and sallow. Siéntate y traga.

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