No hay tanta expectación planetaria como cuando se anuncia el Nobel de Literatura, o como cuando eligen papa en Roma, pero la relevancia de estafumata blanca que hoy se va a producir aquí, en Valencia, está ahí ahí. Los siete galardonados de los premios Rey Jaime I de este año recibirán una de las noticias más importantes de sus vidas, por lo que tiene de reconocimiento profesional, de impulso a su carrera y también, a qué negarlo, por la dotación económica que tienen estos premios. Un año más Valencia, y la Fundación Rey Jaime I, capital de la investigación y el desarrollo científico de España. Y este año, entre muchos de los jurados (los jóvenes investigadores que por primera vez participan en ellos) con aire reivindicativo, reclamando más inversión, más estímulo público y privado, a la innovación y el conocimiento.
Esto que tanto gustan de decir algunos candidatos en campaña, lo del cambio de modelo productivo que llevamos escuchando machaconamente los últimos quince años, tiene poco que ver con gobiernos que le dicen a la gente en qué tiene que invertir —esto sí esto no— y mucho con crear las condiciones para que la inversión en ciencia resulte apetecible y para que la formación y el conocimiento estén en el centro del debate político. Es obvio que en España eso hoy no ocurre y también es obvio que los dirigentes políticos son fruto, al final, de la sociedad de la que proceden. Si la ciencia nos sigue resultando, en general, algo tan ajeno, tan al margen de los debates parlamentarios y las tertulias políticas, alguna responsabilidad tendremos todos. Aunque sólo sea por nuestro arraigado desinterés.
Hay estudiantes que siempre quieren saber más, capaces de escuchar con espíritu crítico a todo aquel que tenga algo que decir, y hay estudiantes empeñados en silenciar las opiniones que no comparten. A los que forman la pequeña asociación que se hace llamar Colectivo Estudiantil Alternativo (alternativo a qué) les parece inaceptable que el padre de Leopoldo López pueda hablar en la universidad de Salamanca sobre la situación de su país. Ayer le boicotearon la conferencia al grito de “fuera golpistas”…
….pero es que antes difundió este grupo de estudiantes, entre los que no debe de hacer ni uno solo que estudie derecho, un comunicado antológico (e inquietante) en el que exigían que la conferencia no se produjera por “la sospecha de que puedan sostenerse en ella posturas contrarias a la Constitución venezolana”, tócate las narices.
Estudiantes que se dicen de izquierdas abogando por la censura previa, el silenciamiento preventivo de quien pueda criticar, oh cielos, la constitución de su país. Estudiantes que se dicen de izquierda y que admitiendo que sobre el padre de Leopoldo López no pesa sentencia judicial alguna, ni allí ni aquí, aducen que es padre de un encarcelado como argumento para que no hable. Él no está condenado, pero su hijo sí. ¿De dónde han salido estos valientes defensores de la libertad de opinión, que por supuesto encadenan en su comunicado, uno tras otro, todos los eslóganes que utiliza el gobierno bolivariano para silenciar, él también, las voces críticas?
Ha dicho Pablo Iglesias, por cierto, que está un poco hasta las narices del tema Venezuela. Entiéndase, que se le pregunte por Venezuela. Es comprensible. Pero igual que hubo un tiempo en que ni se le habría pasado por la cabeza ponerse una corbata —y ahora la lleva a todas partes— hubo un tiempo en que preguntarle por Venezuela no sólo no le incomodaba sino que lo agradecía para poder explayarse en las conquistas sociales y democráticas que, en su opinión, supuso la revolución bolivariana del comandante Chávez. Que ahora le harte sólo demuestra cómo ha cambiado, o camuflado, Podemos su discurso de antaño, cómo ha variado su estrategia y, sobre todo, cómo ha cambiado el público al que se dirige.
En Lleida el rector de la universidad se resiste a llamar a los mossos de esquadra para que desalojen a los okupas que tienen tomado su despacho…desde hace casi un mes. La doctrina de la no intervención, tan en boga entre algunas autoridades catalanas, que ha permitido que la insólita situación se prolongue.
A mediados de abril empezó el pulso. No contra el rector, sino contra una profesora de la universidad que, además, es subdelegada del gobierno. Inma Manso. En abril empezó a sabotear sus clases un grupo de exaltados que advirtió que seguiría con el acoso hasta que consiguiera echarla de la universidad. Agentes de paisano empezaron a escoltar a la profesora y los saboteadores usaron eso como excusa para aumentar los incidentes y hacerse fuertes en el rectorado en su exigencia de que no se permitiera la presencia de policía en el campus. Y así ha ido pasando el tiempo, con agresiones incluidas a periodistas de TV3 y del diario Segre la semana pasada.
El rector dice que los alborotadores no son alumnos de la universidad y que sus reivindicaciones no son académicas (salta a la vista, nunca lo fueron). Pero que él tiene la conciencia tranquila porque cree que en todo momento hizo lo mejor para el centro. Mes y medio después de altercados y con los okupas dentro.