Ciento treinta y cinco aspirantes a diputado autonómico. Si hubieran tenido una thermomix podrían haber aprovechado para hacer una demostración y colocarle el aparato a unos cuantos. Todos tan receptivos, tan sonrientes, tan decididos a cantar Els Segadors hasta quedarse afónicos.
La kedada de los de la lista, una reunión de amigos. “¿Y tú en que número vas?” “¿Y qué más da en qué número vaya, si todo el mundo sabe que esta lista está desordenada”. “¿Y la thermomix la has probado?” A un mes justo de las elecciones autonómicas que cada dos años convoca Artur Mas, el recetario es sobradamente conocido: aunque sea una candidatura de dos partidos con tres o cuatro no militantes a modo de, preséntese como encarnación de la sociedad verdaderamente catalana y llámesela lista única, a ver si a base de insistir algún despistado acaba por creer que es que no se presentan otras.
Raul Romeva, que va de uno y tiene poco trabajada a Paloma San Basilio, ha llegado a creerse que lo que él diga tiene alguna relevancia. Primero fantaseó con la idea de ser algo más que un florero —puso en duda que Artur Mas tenga que ser el candidato a presidente, criatura—- y ahora fabula de nuevo juega a inventarse un tratado de la Unión Europea que, en realidad, no existe. Porque ayer les pasó una cosa a los independentistas catalanes: este otro señor que se llama Jordi Sánchez y al que Mas colocó al frente de la Asamblea Nacional Catalana para tenerla controlada, cometió un desliz. Se relajó un momento y dijo la verdad: que si Cataluña llega a ser independiente, se quedará fuera de la Unión Europea. Fue decirlo y disparase las alarmas anti incendios en el palau de la Generalitat. “¿Que el Jordi ha dicho qué?” Artur Mas con los ojos como platos. Será que no tiene dicho a sus apóstoles que si hay una frase prohibida es justo ésta: quedarse fuera de la Unión Europea. Irse de España sería gloria bendita —un edén en el que las familias nadarían en la abundancia, los jóvenes podrían emanciparse pronto y brotarían butifarras en las aceras—-, pero irse de la Unión Europea, eso no lo quiere nadie en Cataluña. Ocúltese que sería eso lo que sucediera.
Se armó bastante lío y Romeva se dijo: ésta es la mía. Él que ha sido eurodiputado mucho tiempo (cuando era de la izquierda no independentista) aprovechó la kedada para hacer una versión propia —muy propia— de lo dicen los tratados europeos. “En realidad”, dijo Romeva, “no hay nada escrito sobre lo que pasaría si una parte de un estado europeo se declara independiente y deja de ser ese estado”. No hay nada escrito. Alimentad la duda hasta que pasen las urnas.
Otra vez con la misma milonga: Cataluña es Europa y siempre seguirá siendo Europa.Hombre, Europa sí. Geográficamente. Como Mónaco, San Marino y Andorra, el continente no hay quien lo mueva. Pero para ser Unión Europea hay que pedirlo, pasar examen y que los países que ya están dentro quieran. Como sabe de sobra el señor Romeva. E independientemente de los votos que obtenga la lista que él adorna el 27 de septiembre.
Ciento treinta y cinco aspirantes a diputado que, como los diez mandamientos, se resumen en dos: Mas y Junqueras. Fumando un cigarrillo a medias. Subrayemos hoy, por cierto (es justo y necesario se compartan o no sus planteamientos), subrayemos hoy la altura y la hondura intelectual de Joan Tardá, el diputado en Cortes autor de esta muy elaborada intervención que merece estar, por su enjundia y su brillantez, con Salmerón y Castelar en los anales de la oratoria parlamentaria. Pónganse en pie para escuchar a un estadista.
Bien, igual no es los anales, sino en el anal, en singular, donde hay que situar una declaración como ésta. Si Raúl Romeva, y Tardá, y los 135 del “Juntos por el sí” escucharan más a Paloma San Basilio sabría que a la euforia de hacer del lunes otro sábado y cruzar en rojo los semáforos puede acabar siguiendo la desolación de ver cómo la fiesta independentista se termina. Con esta canción ocurre, aviso, lo que con La historia interminable, que si empiezas el día oyéndola ya no te la quitas de la cabeza en todo el día.
Aunque aspiren a tener 135 diputados, o sea todos, Mas y Junqueras obtendrían hoy bastantes menos. La encuesta que publica hoy La Razón atribuye a la pareja 57 escaños, el 36 % de los votos, muy por detrás de la mayoría absoluta aunque muy por delante del segundo clasificado, Ciudadanos, 25 escaños, y del Sí se puede de Podemos-Iniciativa, 16 escaños, los mismos que sacarían los socialistas de Iceta. El nuevo aspirante del Partido Popular, Albiol, se quedaría en doce diputados, que son siete menos de los que sacó Alicia Sánchez Camacho, pero dos más que los que le atribuía la encuesta anterior, cuando la candidata se suponía que iba a ser Alicia.