Monólogo de Alsina: "El nuevo líder de la oposición al Gobierno se llama Ángel María Vilar"
ondacero.es
Madrid | 07.05.2015 08:14
Si Rajoy tiene el BOE para
publicar decretos, el tiene el calendario de partidos para encabritar a la
afición
prohibiendo que se juegue. Anoche alcanzó su cima
el pulso entre el ejecutivo, que decretó hace una
semana el nuevo reparto de los derechos televisivos, y esta pareja que forman
el sindicato de futbolistas y la Federación Española de Villar. Éste
último
enrabietado porque el gobierno no ha hecho caso a sus últimas
exigencias y el sindicato, la asociación de futbolistas, enfadado también
porque Hacienda pretende que se tribute como salario lo que hoy perciben, a
través
de sociedades, como derechos de imagen. Anoche anunció Villar
que el final de la Liga queda
suspendido hasta nueva orden. En standby, como la investidura de Susana.
Demostración de fuerza para sentar al ministro Wert
a negociar y obligar a Rajoy a que rehaga su real decreto. Lo que le
faltaba al presidente. Tener a medio mundo del fútbol en contra. O no tener fútbol.
Para un periódico
que leía
sin atragantarse, y ahora también, ¡política en el Marca!
Ya se lo dijo Rajoy a Artur
Mas la primera vez que lo recibió en la Moncloa —cuando
Mas todavía visitaba la Moncloa: “vivo en el lío”. Pues
ése
es el nuevo lío: Villar, en modo bronca. El
eterno Villar, recordman nacional de permanencia en el cargo. Ya era
presidente de la Federación cuando Pablo Iglesias iba a
quinto de EGB. Háganse una idea. De la experiencia
negociadora que este hombre acumula.
De aquí a que se
resuelva qué puede hacer España, los sábados y los domingos, en ausencia de
fúlbol
—qué debate ocupará nuestro tiempo si no hay final de
Copa ni opción
a liarla pitando el himno—, la idea de transmitir, en lugar de
partidos, el teatrillo que hacen los partidos —los mítines—- ha quedado desechada. No gratis
parece prudente sembrar las programaciones de la radio y la televisión
transmitiendo mítines. La campaña
electoral que comienza en la medianoche está bien para
comentarla, pero hay que ser muy adicto para tragársela entera (no te digo ya para
disfrutarla). Aquí empezaremos a escuchar cómo
nos piden, casi deseperadamente, el voto, a la misma hora que en el Reino Unido
estarán
empezando a contarlos. Se elige hoy nuevo Parlamento británico,
a la manera británica, que consiste en cada partido
presenta a un aspirante por circunscripción y el que saca más
votos se convierte en diputado mientras los demás se vuelven a casa de vacío.
El escaño
para el vencedor, la nada para el resto. Con las encuestas anticipando un
resultado apretado entre los dos partidos hegemónicos (que lo siguen siendo), tiene
sentido que se esté hablando esta mañana
en los medios británicos, sobre todo, de estos dos
conceptos: el strategic voting, voto táctico (calcula quién
tiene más
probabilidades porque, si no, tu voto va a servir de poco), y el hung
parliament, que es como llaman allí a un
parlamento en el que ningún grupo tiene mayoría
suficiente como para asegurarse en solitario el gobierno. El Parlamento
andaluz, por ejemplo, es un hung parliament, o sea, más
que el lío,
el re-lío.
No es sólo
que ningún
grupo tenga la mitad más uno, sino que no está claro que vayan a cuajar pactos para formar gobierno. A David
Cameron se le está poniendo cara de Susana Díaz.
Incluso ganando las elecciones puede tener dificultades para seguir de primer
ministro. Incluso ganando, lo cual sería novedad en los usos políticos
del Reino Unido.
Las encuestas dicen que el
bipartidismo aguanta: los dos partidos hegemónicos, conservadores y laboristas (derecha
e izquierda) sumarán en torno al 70% de los votos. Unos
275 escaños
cada uno de un Parlamento de 650. Los grandes siguen siendo mucho más
grandes que los otros, pero esta situación de empate abre opciones a los pequeños
para venderse como bisagras y abre opciones —esto es lo nuevo— para que incluso perdiendo Miliband, el laborista,
intente formar gobierno. Apoyado, o franquéandole el paso, el Partido
Nacionalista Escocés que se ha merendado, precisamente,
al laborismo en su territorio. Ahora que en España estamos entretenidos con reformas
de leyes electorales que siempre se plantean cuando quedan dos telediarios para
las urnas y luego se olvidan, en el Reino Unido se abre el debate sobre si un
aspirante perdedor tiene derecho a forjar alianzas para descabalgar al que ha
ganado. Miliband niega que esté planeando
eso, pero hay señales de que sí lo tiene en mente. Su argumento sería
que hay más
diputados con el alma a la izquierda que a la derecha, aunque sean de partidos
distintos, y que el país requiere de un cambio de políticas.
Y para ello prepara una puesta en escena en la que sean los sindicatos
mayoritarios los que le pidan que intente formar gobierno.
¿Eso
cómo
nos afecta a nosotros, nos afecta acaso más que que no haya fútbol?
Pues hombre, afecta en dos aspectos: uno, que el signo politico de un gobierno
relevante en la Unión Europea influye en las mayorías
que se forman en los consejos europeos (cuando se juntan los jefes de gobierno
a pactar políticas),
y dos, que la izquierda británica tiene por costumbre ser más
europeísta
que la derecha: Miliband no quiere referéndum de permanencia en la Unión
Europea.
Veremos. En España
estaremos hoy ocupados en calcular quién ganará cada una
de las trece elecciones autonómicas del día 24 (porque hoy sí que sí, sale el CIS), y ocupados en
comprobar cómo
en el Parlamento andaluz los grupos de la oposición han concluído
que es mejor retrasarse que retratarse. Escuchando ayer a Albert
Rivera en este programa quedó bastante claro: el deseo de abrirle
la puerta a Susana Díaz antes de las elecciones municipales ha quedado crionizado.
Ni a Ciudadanos ni a Podemos interesa. Y sobre todo no le interesa
a uno pactar una abstención sin tener la seguridad de que el
otro también
se retrate. Lo de Susana va a seguir siendo la never ending story. La
historia interminable de una presidenta que ya lo era y que lleva dos meses
intentando volver a serlo. El strategic voting que dirían
los ingleses. La táctica de dejar la investidura en
suspenso en el hung parliament de los andaluces. Paciencia y a esperar a
que cambie la coyuntura táctica. Después
de todo, Rajoy sigue pensando, como Cameron, que lo suyo es que gobierne
la lista más
votada.