Todo está inventado desde hace millones de años. Que esta campaña tenga más actores principales que otras no significa que esté siendo distinta. Hasta Pablo Iglesias, que iba de nuevo —el politólogo que renueva el lenguaje y los métodos— acabó rindiéndose ayer a la vulgaridad de pedir que te voten por mero cálculo: el archiconocido voto útil, ¿tú también, Pablo, tú también? Va a ser verdad que se ha homogeneizado tanto el líder de Podemos (tan parecido ya a los dirigentes de siempre) que entre los ejecutivos de banca y grandes compañías —lo menciona hoy El Mundo— le han apodado el ponytail, es decir, el coletas pero en inglés, por la frecuencia con que se reúne con los fondos de inversión extranjeros para tranquilizarles. “Keep calm, my friends”, estad tranquilos amigos, que aunque lleve coleta soy gente de orden.
La campaña va agonizando y líderes y candidatos echan el resto. Iglesias estará hoy con Errejón en Zaragoza pidiendo el voto para el otro Pablo, Echenique. Los de Podemos tienen sus esperanzas puestas sobre todo en dos sitios este domingo: Aragón, con Echenique, y Madrid, más la ciudad que la autonomía, con una Manuela Carmena en alza que aún puede merendando el voto de Carmona. Carmena por Carmona. Curiosamente los dos nombres con más tirón de las listas vinculadas a Podemos, Echenique y Carmena representan lo menos pabloiglesias de ese movimiento. Él cara visible del sector crítico y ella fuera del partido y marcando distancias con el aparato y con sus posiciones.
El PSOE recluta a Felipe como estrella invitada del estirón final de la campaña. Felipe de nuevo, haciendo de líder. Sigue sin comprenderse, visto el tirón que este hombre tiene, por qué no lo ponen a él de candidato a la Moncloa y punto. Incluso Susana, aunque ahora esté dolida con Felipe porque ya no la mima tanto como antes, estaría feliz de que fuera Felipe. O quien sea, con tal de que no sea Pedro.
La pareja de jóvenes valores socialistas, Pedro y Susana, cumplieron ayer con el trago de mitinear juntos por pura obligación o conveniencia. Pero sin ganas. Bufándose mutuamente y sin disimulo, ¿no? Esa actitud de “anda y que te dén” que hoy se percibe en todas las fotos. Ni se miraban, oiga. El telón de acero resucitado. “Y ahora vete / olvida mi nombre / mi cara, mi casa / y pega la vuelta”.(Peligro: citar las letras de Pimpinela a primera hora de la mañana produce el efecto indeseado de que se te queden ahí metidas en la cabeza para todo el día; cuando usted regrese a casa esta tarde se descubrirá a sí mismo y se acordará de mi madre. No es justo, acuérdese de Pedro y de Susana). Esta gelidez de pareja tan incómoda y tan poco profesional. ¡Si hasta Juan Carlos y Sofía se daban un beso de vez en cuando! Ya sabemos que no se van a derretir de amor en público —no son la monja Caram tonteando con Artur Mas,mi president oh mi president— pero tampoco hay por qué exhibir la trifulca interna que se anuncia (otra vez) en el PSOE con semejante crudeza. Madre mía de aquí a julio lo que puede pasar dentro de esa casa.
Pedro jugaba de visitante y Susana, que jugaba en casa, le enseñó músculo. Músculo de partido ante el aspirante a candidato. Estos son mis poderes, subráyese el “mis”. La federación andaluza es mía. Susana ayer hizo lo que mejor hace ella: hablar. Y hablar. Agarró el micrófono con garbo y les prometió a los andaluces que van a vivir los mejores años de Andalucía. Y no es fácil, eh. Teniendo en cuenta que el PSOE lleva treinta años diciendo que Andalucía no para de mejorar, no es fácil prometer todavía más mejoras. De momento, y para ella, los años no sé, pero estos días están siendo bastante malos. La investidura congelada y la presidenta en modo pausa mientras Pedro recorre España acumulando historias de personas ficticias que se le acercan en un mundo virtual, o paralelo, tan propio de una campaña. Los candidatos ya no saben si de verdad se les acercó una señora a contarles las penurias de su hija Valeria o lo han leído en una ficha que les preparó su equipo de campaña. No es fácil mitinear todos los días y no incurrir en repetición de repertorio.
¿Pedro y Susana no se aguantan? Pues sí, es verdad, no se aguantan. Pero tampoco se aguantan Aguirre y Cifuentes, o Aguirre y Botella, o Aguirre y Soraya, y si hay que mitinear a dúo, pues se mitinea. Qué me dices de Rita Barberá y Alberto Fabra. Un clásico del mal rollo en familia. Hoy será testigo de cómo fingen que se aprecian Mariano Rajoy, que es más de Rita que de Fabra pero que hoy se abstendrá de manifestar preferencias para insistir en el mono discurso éste de que todo lo que no es PP es caos. Rajoy en la plaza de toros. Cuidado, que es Valencia. Ahora que Bárcenas ha pedido el reingreso en el PP sólo falta que se presente El Bigotes en el mitin a hacerse fotos.
Rivera adaptando al ámbito nacional el discurso que antes hizo en Cataluña. Si a Convergencia la califica de mafia, al PP lo llamó ayer banda. Rivera se define a sí mismo como el centro moderado pero cuando se sube al estrado mitinero le dale aquello del dales caña, Alfonso, dales caña. Hay una cosa que no estaría de más que los dirigentes políticos, tan dados a la brocha gorda estos días, tuvieran presente cada vez que hablan: los partidos políticos, más allá de sus cúpulas, sus líderes y sus charcos, son las personas que se afilian y pagan cuota. Llamar mafia, o banda, o pandilla, o friki al partido de enfrente es ofender a las miles de personas que lo forman. Tan claro como lo tienen cuando hablan del partido propio —nosotros, nuestra militancia—- y qué pronto lo olvidan cuando, caliente la boca, se ponen a hablar del otro.
En la campaña del todos contra todos, ha habido dos formaciones que son las que menos tortas se han pegado. Apuntémoslo para la tertulia de pactos del domingo por la noche. Ni Rivera ha llamado al PSOE banda, mafia o criatura populista, ni Sánchez ha cargado una sola vez las tintas sobre Ciudadanos. Muy al contrario, lo ha llamado la derecha civilizada, que en boca de Sánchez debe de ser un elogio porque el PP, para él, es un grupo de incivilizados.