OPINIÓN

Monólogo de Alsina, sobre los Oscar: "Como en 'Bonnie and Clyde', Beatty y Dunaway no han acabado bien"

Warren Beatty y Faye Dunaway en el colofón, inesperado, de su carrera. Bonnie and Clyde entregaban esta mañana el premio más importante de la gala de los Oscar. El último. La mejor película. Bonnie and Clyde. Seguro que recuerdan que aquella película no terminaba bien para la pareja protagonista.

Carlos Alsina

Madrid | 27.02.2017 08:12

La de esta madrugada tampoco terminó bien.

Nadie sabe aún por qué, Warren Beatty llevaba en su mano un sobre que no era. Sólo que nadie, claro, se había dado cuenta. Tampoco él, hasta que sacó la tarjeta, la miró y pareció que estaba tan corto de vista que no era capaz de descifrar lo que allí ponía.

Y como todo el mundo esperaba que ganase La la Land, a nadie le escamó que ganara. Y allí estaba el equipo de la película, con el productor al frente, el Oscar en la mano. Olé olé. Hasta el notario avisó a la organización de que algo no iba bien. Porque el premio a la mejor película no era para La La Land. Le hicieron llegar el mensaje al productor, que ya estaba el hombre con el discurso empezado.

Los de Moonlight, que suban. El personal, perplejo. El escenario, el camarote de los hermanos Marx. Los de Moonlight, incrédulos. Y Warren Beatty, aun con el sobre rojo equivocado en la mano, que se acerca al micrófono para justificarse.

Si acaba usted de poner la radio, le pongo al día de cómo ha ido lo del cine. Los Oscar.

Ya puede esforzarse cuando quiera Francesc Homs tratando de convertir su proceso en el Supremo en el juicio más importante de la semana que lo más interesante no estará en Madrid sino en Barcelona, en la llamada Ciudad de la Justicia. Que no es la ciudad de las estrellas sino, más bien, de los estrellados.

El miércoles se estrena esta historia judicial con trasfondo musical: el caso Palau, la institución más celebrada de la cultura barcelonesa, el Palacio de la Música, convertido en la cueva de Alí Babá. (Alí Babá Land). El respetado Félix Millet i Tusell, prohombre de la burguesía convergente, hijo de Millet i Maristany, alma del Orfeón Catalán y de su sede, el Palau, confesó que en connivencia con su mano derecha, Montull, metió las dos manos en la caja de la Fundación y usó el dinero para pagar los viajes de su familia por medio mundo y las reformas en varias de sus casas. Como nadie miraba, el dinero del fomento cultural lo usaba para fomentar su buena vida. Ésa parte del caso tiene poco misterio porque Millet ya lo confesó todo. Más interesante será lo que esclarezca el juicio sobre el uso que hacía Convergencia del Palau de la Música como tapadera. La gran pantalla para ocultar los pagos que aparentaban ser donaciones a la fundación cultural pero acababan siendo ingresos al partido, presuntamente. ¿Qué partido? El de Pujol, naturalmente. Jordi Pujol, otro confeso, éste de evasión fiscal. El partido era de Pujol hasta que pasó a ser de Artur Mas. A día de hoy, rebautizo de por medio, lo sigue siendo. Y tiene a sus dos ex tesoreros incursos en causas judiciales: Daniel Osácar y Andreu Viloca. Dos hombres y un guarismo, el 3 %.

Al lado de todo esto, lo de Francesc Homs con el séquito independentista camino del Tribunal Supremo esta mañana no pasa de ser la repetición de una escena que ya está muy vista.

Otro día de comparecencia judicial. Con el orfeón independentista cantándole al procesado el himno a los héroes de la consulta de cartón. Hombre, si se arrancara el séquito a marcarse una coreografía arrolladora en la plaza de las Salesas igual hasta se paraban los automovilistas a festejar el espectáculo. Pero como no han tenido tiempo de ensayar, el plano secuencia va a ser el mismo de siempre.

Éste es el problema que tienen los spin off, que si el protagonista tiene menos gancho que el de la historia original, el interés decae. Y Homs, protagonista subalterno de una película que dirigió Artur Mas, es un actor secundario al que sólo le ha caído en suerte este papel protagonista de hoy porque consiguió ser diputado en las Cortes españolas y eso le otorga un fuero distinto al de sus antiguos compañeros de gobierno autonómico. Lo suyo, por ser diputado, le toca juzgarlo al Supremo y no al Superior de Justicia de Cataluña, pero el caso es el mismo, los hechos son los mismos —la desobediencia presunta al Constitucional— y la actuación del señor Homs ya fue abordada en el juicio a sus colegas. Incluida la parte en que el portavoz y consejero de presidencia se empeña en que las radios privadas emitan la publicidad gratuita de la consulta suspendida.

Naturalmente, el mundo mágico de Homs y de Mas los juicios por presunta desobediencia al Constitucional forman parte de la conjura del Estado contra Cataluña. Y los casos por presunta corrupción en Convergencia…también.

Se quejaba Artur Mas anoche en El Objetivo de que llevan doce años con las investigaciones del 3% y que no se ha probado nada porque aquí no hay caso. Lo veremos. Están pendientes de juicio unos cuantos casos: Pretoria, la familia Pujol, las ITV. Ya hubo una vez en que Mas sostuvo que su mentor Pujol no tenía dinero oculto en ningún sitio y lo acabó teniendo. Ya sostuvo que el alcalde de Lloret no había aceptado nunca sobornos y acabó condenado. Tiempo al tiempo que la justicia, en todos estos casos, acabará hablando.