• La sensación: que todo está más avanzado de lo que cuentan. Que Rajoy va dos pasos por delante de sus críticos y de la prensa. Que en la asignatura de astucia y negociación obtiene mejores notas que los jóvenes de la nueva política.
• La evidencia: que no se contó a la opinión pública todo lo que se habló en las reuniones marianas de la semana pasada. Ni con Rivera (que duró hora y media), ni con Sánchez (hora y veinte minutos), ni sobre todo con Francesc Homs (una hora se dijo, o lo que ellos quisieran decir porque ésta es la única reunión que no tuvo periodistas a la puerta).
La nueva presidenta del Congreso, Ana Pastor —del despacho del ministerio al despacho de las Cortes sin parada intermedia— estará en la Zarzuela para contarle al rey todo aquello que el rey ya sabe: que ha quedado constituido el Parlamento, que ella es la presidenta, que lo es porque Ciudadanos bendijo su nombre a cambio de dos sillones y porque los independentistas pasaron de apoyar a Patxi López, y que los partidos que han obtenido escaños están esperando ya a que el jefe de Estado les llame para explicar qué posiciones tienen ante una posible investidura.
En los próximos días habrá ronda de consultas del monarca en Zarzuela y decisiones organizativas en el Palacio del Congreso: a saber, cuántos grupos parlamentarios hay en la nueva cámara y dónde se sienta cada una de sus señorías. O dicho de otro modo: si Convergencia tiene grupo propio aun no habiendo superado el 15 por 100 de los votos en las circunscripciones por las que se presentaba, y si a Podemos intentan colocarles otra vez en el gallinero. Que igual sería la única oportunidad que tendría Podemos para salir en alguna primera página, porque anda de capa caída.
La primera jornada del nuevo Parlamento dejó estos dos elementos destacados: el resurgimiento de Convergencia como pieza de un posible puzle de investidura; y la dilución de Podemos como extra de la función en la que aún no ha encontrado su papel.
• Convergencia vuelve a participar del baile. Sale del limbo, como dice Sánchez. O las sacan. Un par de recordatorios a lo mejor pertinentes. En la legislatura gatillazo el delegado de Artur Mas en Madrid, señor Homs, le dijo esto al candidato a presidente Pedro Sánchez.
“Si no fuera por la agenda catalana”, entiéndase el referéndum de autodeterminación, esta negociación ya estaba hecha. Que en su momento se interpretó como que o había consulta o no habría apoyo posible a un gobierno pero que también cabe interpretar como que la consulta es susceptible de ser aparcada, o congelada, si se pueden obtener de momento otras cosas a cambio. ¿A cambio de qué? De facilitar que gobierne alguien.
El segundo recordatorio, de Sánchez hace una semana. La rueda de prensa del “a día de hoy”, ¿se acuerdan? Fue ahí donde Sánchez señaló expresamente a dos partidos para que se ocupen ellos de pactar con Rajoy un gobierno: el primero, Ciudadanos; el segundo, Convergencia.
Es Sánchez quien desde hace días está en esta tesis: rehabilitar al independentismo catalán como actor en una negociación de investidura. Para que sea Convergencia quien se abstenga (CDC y el PNV) evitando así que el PSOE tenga que retratarse. Después de todo, el PSOE dice que él no puede apoyar a Rajoy porque es su alternativa, pero ni Convergencia ni el PNV han aspirado nunca a gobernar España, sólo a rentabilizar para sus territorios su condición de escudero parlamentario. Ciertamente, sería inaudito que Rajoy acabara debiéndole su continuidad a Artur Mas, pero si Convergencia ve la maneta de sacar algo en limpio de ello (que no sea, claro, el referendum de autodeterminación) hay pocas dudas de que tanteará el terreno. Y Rajoy, a diferencia de Sánchez, tiene la ventaja de que si es él quien pacta con los independentistas no va a tener a sus adversarios acusándole de traición a España.
Es verdad que el señor Homs, después de ver a Rajoy el miércoles, publicó un tuit de fogueo que decía que íbamos a terceras elecciones. Ya comentamos entonces que el grado de acierto del portavoz convergente en sus pronósticos políticos es tamaño bonsai, más aún si no es pronóstico sino maniobra de despiste.
Resurge Convergencia y pierde fuelle Podemos. Sólo era uno más, Pablo Iglesias. En seis meses la nueva política se ha convertido en tradición, convención, rutina.
La evaporación de Pablo Iglesias. De protagonista, indiscutible, hace seis meses a actor re de reparto. El 27 de junio parecía que era Ciudadanos, aritméticamente, el que resultaba irrelevante y resulta que ahora es Podemos el que no se come una rosca. El PSOE ha ignorado su oferta para gobernar juntos y los independentistas catalanes han desdeñado su oferta para hacer presidente del Congreso a Domenecq.