Si Rajoy sigue siendo el mismo (aunque sea en minoría y habiendo tardado diez meses en ser investido, pero el mismo) la palabra renovación ha de escribirse por fuerza en letras pequeñitas. Hay caras nuevas, muchas, pero ninguna de relumbrón o con peso específico propio. Cospedal entra en el ministerio desde el que menos discurso político cabe hacer: Defensa. Proclamará con convicción el "capitán, mande firmes", pero habrá de huir de la controversia. Cuando llegue el congreso nacional acabará dejando la secretaría general del partido. General secretaria y ministra de Defensa son dos cargos que congenian poco.
Cinco anotaciones sobre el nuevo gobierno:
Primera / Conserva el presidente a su vera a Jorge Moragas —de ministro de Exteriores ha escogido a la contrafigura de Margallo, un diplomático tan discreto, Dostis, que nadie le pone cara (está el chófer del coche oficial agobiado por si se le sube uno que no es y acaban haciendo ministro a otro); Exteriores es territorio Moragas—, y amplía los dominios de la vicepresidenta.
Soraya gana los diversos pulsos que mantenía.
Mantiene su condición de mano derecha. Mantiene la coordinación entre ministerios (unos más que otros, eso es cierto). Mantiene el Centro Nacional de Inteligencia, asunto capital, que diría Rajoy, colosal incluso. Y añade a lo que ya tenía el ministerio de Administraciones Públicas: la plantilla de funcionarios de la administración central y la interlocución con los gobiernos autonómicos. En detrimento de Montoro. Que sobrevive en el gobierno. Achicado, más canijo, pero sobrevive.
Segunda / Luis de Guindos no consigue ser vicepresidente. Añade a su superministerio el departamento de Industria pero se queda sin galones y escapa de su órbita el ministerio de Energía, antes en manos de su amigo Soria y ahora en manos de uno de los hombres de Soraya, Alvaro Nadal. Habrá nuevos capítulos, seguro, del serial "vamos a llevarnos bien" entre De Guindos y Montoro —un clásico que ha perdido fuelle— pero será el nuevo serial Guindos-Nadal el que alimente estos próximos meses las crónicas.
Tercera / La nueva pareja gubernametal de compañeras y sin embargo enemigas la forman Santamaría y Cospedal. Aunque difícilmente llegará la sangre al río porque procurarán no pisarse mutuamente la manguera. En la seguridad nacional es donde está el pescado más repartido: CNI Soraya; Interior Juan Ignacio Zoido, ex alcalde de Sevilla, juez de profesión, y parte del sector javierarenista que aún pervive en el partido; Defensa, Cospedal. De Pedro Morenés no se acordaban ayer ni los que hacían las filtraciones: ha sido un ministro de perfil bajo que hace un año ya estaba de salida. Si Cospedal quiere parecerse más a él o a un Bono, una Chacón, un Trillo —mucha presencia mediática y mucho discurso político— es una incógnita, pero el poder de verdad en el gobierno lo va a seguir teniendo su adversaria.
Cuarta / Rajoy jubila a los mayores —Margallo, Fernández Díaz, Morenés—, por razones distintas. Morenés, a petición propia. Fdez Díaz, por abrasamiento. García Margallo, por pisar charcos y agotar la paciencia de la Moncloa, entiéndase presidencia y, sobre todo, vicepresidencia.
El sector más joven del gobierno —los que vienen empujando— gana peso. De la quinta de Santamaría están Báñez, Nadal (a la vera los dos de Soraya), Dolors Monserrat e…Iñigo de la Serna, quizá el nombramiento más sugestivo de los que ha hecho el señor Rajoy.
Y quinta / A diferencia de Zoido, De la Serna consiguió conservar la alcaldía de Santander pactando con Ciudadanos. Sigue siendo alcalde. No requería de repesca ni de rescate. Tiene 45 años y Rajoy le pone el trampolín para que pueda edificar, desde Fomento, una carrera política de ámbito nacional. Es uno de los jovenes del PP mariano, pero no de "los Maroto o los Casado o las Eva Levy". Atención a De la Serna que acaba de ser ungido como joven apuesta. Con permiso, o no, de la vicepresidenta.