OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Rajoy dirige su partido con el mando a distancia y sin nadie que le tosa"

Les digo una cosa. La ministra ya se ha fijado en vosotros. Jubilados de España que cobráis “mucho”. ¿Cuánto es “mucho”? Ah, treinta mil euros al año, por ejemplo. Dos mil cien al mes en catorce pagas. O más. Bueno, los que cobráis más no es que estéis en el punto de mira de la ministra, es que ya podéis daros por fastidiados.

Madrid | 10.01.2017 08:08

El gobierno no descansa en su afán por sacar dinero para el Estado de debajo de las piedras. Bueno, de las piedras no. Las piedras no tienen rentas. En rigor es de la cartera de los contribuyentes de donde saca el dinero. Contribuyentes que ya contribuyen pero a los que siempre se puede apretar un poco más. Si no es con impuestos medioambientales —qué buena prensa tiene la fiscalidad verde— puede ser obligando a pagar más a los pensionistas del tramo alto. El copago farmacéutico, que es el nombre que la autoridad dio al repago en las farmacias.

La ministra nueva de Sanidad se llama Dolors Monserrat y es abogada. Ayer reiteró que planea revisar el repago de los jubilados, pero no a la baja (de bajar no dijo nada) sino haciendo que quienes más renta tienen paguen más. Naturalmente, ella nunca va a decir que va a subir el copago. Porque dicho así, parecería que su único objetivo es sacarle los cuartos al pobre pensionista enfermo. No es eso, hombre por dios, no es eso. Esto va, atención, de justicia social. Así lo explica la ministra. La justicia consiste en que a los jubilados con muchos ingresos se les haga pagar más y a los demás se les haga pagar lo mismo que ya pagan. Bendita sea la justicia.

Veamos cuál es el asunto. El copago farmacéutico tiene ahora tres tramos para los pensionistas. El que ingresa menos de 18.000 euros anuales (1.250 al mes) paga un tope de ocho euros con 23 céntimos. El que ingresa entre 18.000 y 100.000 paga 18,52. Y el que ingresa más de cien mil (no debe de haber muchos pensionistas en esa situación) paga un tope de 61,75 al mes.

Estas son las tres cantidades en vigor. Repito, entre 18.000 y 100.000, el tope es de 18,52. Aunque la ministra en su entrevista de ayer en Radio Nacional Cataluña dijera que pagan trece.

Dieciocho y medio. ¿Qué quiere ahora el gobierno? Fragmentar ese grupo en tres. ¿Para qué? Para que los que ingresan más de 30.000 paguen más que los de 18.000, los que ingresan más de 60.000 paguen más que los de 30.000 y los que están abajo, entre 18.000 y 30.000, sigan pagando lo mismo. Que pague más los que más tienen, en la forma de expresarlo de Dolors Monserrat.

Pasa por alto la ministra que el jubilado que más renta tiene ya está pagando más que el que tiene menos…en su declaración de IRPF. Porque tributa en función de su renta personal. En el impuesto que está basado en la progresividad, precisamente.

No era la primera vez que la nueva ministra lo decía, es verdad, pero ayer se levantó revuelo. El ministerio de Sanidad tuvo todo el día para explicar qué planes tiene. Pero todo lo que fue capaz de emitir fue un tuit de Monserrat negando que vaya a subir el copago a los de 18.000. No hay un solo diario que hoy sea capaz de explicar cómo van a quedar los topes y los tramos porque el ministerio no ha querido explicarlo. En este programa, tampoco. Le insistimos ayer al ministerio para que algún responsable aclarara esta mañana aquí el asunto y la respuesta fue que la ministra tiene una entrevista hoy en TVE y por eso ni ella ni los demás hablan en ningún otro medio. Espléndido.

A José María Aznar, ex presidente de honor —por decisión propia— del PP de Rajoy la política económica del gobierno no le convence. Dices: qué sorpresa. Incide en su crítica al actual ejecutivo por recurrir a las subidas de impuestos para seguir aumentando el gasto y sin abordar una reforma tributaria integral. Ve a Rajoy escudándose en su minoría parlamentaria para aparcar lo que Aznar entiende que son reformas imprescindibles.,

Bueno, habló el ex y le pegó otro viaje a su heredero. Pero suavecito. Nada que ver con el tono de aquel comunicado de la FAES en diciembre. Lejos del bulldozer anti marianista en que algunos sueñan con verle convertido. Aznar hace oposición a Rajoy, sí, pero sólo la puntita. Que no parezca que anda en maniobras revanchistas. Y que nadie crea que va a montar un partido de derechas que le haga la competencia al PP. No lo hará. La sombra de Sarkozy y su frustrada operación retorno disuaden a los líderes carismáticos de poner a prueba la vigencia de su carisma.

Mientras en Podemos sigue el serial de los hermanos Pimpinela y en el PSOE sigue a la búsqueda de alguien con ganas de liderar de liderar de verdad ese partido, Rajoy dirige su partido con el mando a distancia y sin nadie que le tosa. Vamos a estar entretenidos unos días con las maniobras internas, poco disimuladas, para descabalgar a Cospedal de la poltrona de la secretaría general —está la familia sorayista poniendo a circular ya los agrumentarios pertinentes—; vamos a estar entretenidos con esta historia de “un militante un voto” que defienden el PP madrileño de Cifuentes y el valenciano de Bonig (o quien llegue); pero conviene distinguir los ajustes de cuentas internos entre sectores que siempre han rivalizado —lo de Cospedal y Soraya es un clásico del pugilismo patrio— de las corrientes críticas o los presuntos desafíos al presidentísimo. No hay ni reto ni desafío ni presión interna a Rajoy. Hay gentes, interesantes, haciendo méritos para reforzar sus señas de identidad propias: Cifuentes, Feijoo, los presuntos herederos. Pero con esto de “un militante un voto” pasará como con todo lo demás: durará el debate, y llegará el debate, hasta donde Rajoy consienta —qué bien da en los telediarios la apariencia de un verdadero debate interno— y concluirá cuando y como él establezca.

Ayer dije que Rajoy camina deprisa y gobierna despacio y uno de ustedes me escribió: a ver, si es que va el primero. Tiene razón. Qué prisa va a tener quien se mantiene en cabeza sin necesidad de dar un paso mientras a su alrededor, en el páramo, andan los demás a garrotazos.

Es el meme aquel que le hicieron. Al tran trán y cruzando en solitario la meta.

Albert Rivera sueña. Aún mantiene la confiaza —en realidad, no, pero qué va a decir— de que Rajoy cumpla lo que firmó con él para la investidura y no gobierne más de cuatro años.

No está en los planes de Rajoy ni retirarse en ninguna fecha concreta ni cumplir al pie de la letra todo aquello que plasmaron Rivera y él en un documento cuyo único objetivo –a los ojos del PP-- era justificar que Ciudadanos cambiara todo lo que había dicho hasta entonces y votara afirmativamente su investidura.

Rajoy a quien está mimando es al PSOE y al PNV. Al primero para que levante cabeza (a ser posible, la cabeza de Susana Díaz) y al segundo para que le apoye los presupuestos a cambio de retirar los recursos presentados ante el Constitucional y un par de gestos más. Por ejemplo, cambiar al delegado del gobierno en Euskadi. El nuevo se llama Javier de Andrés y, por lo que anoche dijo en La Brújula, sigue hablando más como hombre de partido que de gobierno.

Dos delegados de gobierno ha cambiado Rajoy desde que empezó la legislatura y las relaciones territoriales quedaron bajo la batuta de la vicepresidenta. El de Cataluña y el del País Vasco. Los nuevos gustan más que los anteriores al gobierno independentista de Puigdemont catalán y al gobierno nacionalista de Urkullu.