OPINIÓN

Monólogo de Alsina a las 7: "Puigdmeont se siente legitimado para cargar contra España"

Festividad de San Queremón, el famoso obispo de Nilópolis. De San Isquirión, que tuvo una muerte muy dolorosa (le ahorro detalles). De San Hunguero, obispo también en Lotaringia.

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Madrid |

Y el día de San Perpetuo, que lo que amenaza con ser el drama de la cuestión catalana ahora que los partidos independentistas han vuelto a conseguir no más de la mitad de los votos en Cataluña —que no los han conseguido— pero sí más de la mitad de los escaños.

Las elecciones que, por sorpresa, convocó Rajoy para limitar la aplicación del 155, devolver la palabra a los catalanes y poner a los independentistas en el brete de concurrir a unas elecciones en las que pudiera juzgarse el fiasco del procés ofrecen los siguientes frutos:

• El partido con más apoyo en Cataluña se llama Ciudadanos. En número de votos y en número de escaños. Su victoria es un hito, inapelable. Un millón cien mil votos. Más de 25 % de los sufragios. Su victoria afianza a Arrimadas y a Rivera, da oxígeno a la sociedad no nacionalista y empequeñece al PP, el partido del presidente que convocó las elecciones y que pasa de diez a tres escaños.

• Se ha consagrado Ciudadanos como alternativa al independentismo, se ha estancado el PSC y está en riesgo de desaparición el PP.

• El constitucionalismo mejora su representación parlamentaria —en seis escaños— pero no alcanza a impedir la mayoría absoluta del bloque independentista, que recorta en dos diputados el rodillo pero lo sigue teniendo.

• Puigdemont, ex presidente a la fuga, merece el apoyo de 940.000 catalanes. No es el ganador de las elecciones, pero sí es el único que no tiene nada de lo que lamentarse. Era un caso perdido hace dos meses, le daba por amortizado su partido, pesaba sobre él una orden de detención y había asegurado que no se postularía como candidato. Era una rareza política en fase de desaparecer del mapa. Hoy es el principal líder del movimiento independentista, el PDeCAT le debe su supervivencia, no hay orden de detención contra él en Bélgica y se siente legitimado para cargar contra España y exigirle a Europa que se encargue de que él pueda regresar a ser investido presidente previo archivo de las causas judiciales.

Y siendo todo eso así, es legítima la pregunta que hoy se le hace al presidente del gobierno: ¿fue buena idea aplicar el 155 sólo para convocar elecciones?

Si en campaña ya alimentó cuanto pudo su argumentario, anoche empezó a reclamar que el Estado lo haga suyo: las urnas como veredicto para los procedimientos judiciales en marcha y el final, hoy mismo dijo, de la intervención de la Generalitat de Cataluña.

El gobierno lo que tiene explicado desde hace semanas es que la intervención termina el día que el nuevo Parlament invista un nuevo presidente autonómico. Que puede ser Puigdemont si tiene los apoyos necesarios —Esquerra y la CUP o, en ausencia de la CUP, la abstencion de Cataluña en Comú— siempre que antes se persone en Barcelona para pronunciar su discurso y pedir el respaldo de la cámara.

No se atisba otra investidura posible que la de un candidato independentista. Aunque Inés Arrimadas tenga más escaños que ningún otro partido y aunque, en teoría, le correspondería a ella la iniciativa de intentar formar gobierno.

Arrimadas, que sabe que no va a gobernar, espera que, al menos, el independentismo deje de decir que el pueblo catalán está por la independencia.

Fue Albert Rivera quien con más nitidez empezó a apuntar ya anoche a la lectura nacional de estas elecciones. Con reproche a los otros partidos constitucionalistas por no haber sumado más a la cuenta común. Y apelando a los votantes del resto del país para que tomen nota de lo que aquí ha ocurrido.

Ciudadanos ha crecido aquí a costa del PP y de las expectativas incumplidas del PSC: Pedro Sánchez no se dejó ver anoche, prueba de que la decepcion en Ferraz es notable.Iceta sí apareció en Barcelona para admitir que le ha ido mal.

Si en el PSC habia decepcion, en el PP hay desolación. Fue aún peor de lo que anticipaban las encuestas. El hundimiento del PP en Cataluña. Sólo cabe esa palabra para describir su resultado. Hundimiento.

Cómo no va a preocuparle al PP. A Rajoy. Si su partido hubiera empeorado su resultado pero el independentismo hubiera perdido la mayoría absoluta, el presidente podría colgarse esa medalla y rentabilizar la audacia de convocar por sorpresa para diciembre. En ausencia de ese éxito, no hay nada que celebrar ni en Genova 13 ni en el Palacio de la Moncloa.