En julio, como en enero, el presidente requiere de la colaboración del PSOE para seguir gobernando pero en julio, a diferencia de enero, ya habido segundas elecciones y no parece que esté el respetable deseando que haya unas terceras. Éste es el único dato distinto que puede cambiar el resultado de la ecuación. Y Rajoy, que no ha dicho ni media palabra crítica con el PSOE desde la noche del 26 de junio, va a rellenar su agenda con reuniones de éstas que antes le parecían “una comedia de enredo con muchas fotos, redoble de tambores y palos al agua solemnes”, fin de la cita. Entretenidos con el desfile de representantes por el palacio de la Moncloa para dar tiempo a que el PSOE —ésta es la idea del presidente— consume la lenta maniobra que le llevará del “no, no y no”, al “bueno, vale, pero sólo para evitar que haya urnas de nuevo”. Hasta el oído del presidente llegó el mensaje de que sería bueno no meter prisa a la dirección del PSOE. Piano, piano, que los cambios de discurso son como los guisos, se cocinan mejor a fuego lento.
A los oídos de Rajoy ha llegado ese mensaje. A los de Sánchez se ve que no. De Sánchez sabemos poco estos días: no suelta prenda ante los medios de comunicación. Se ha convertido en el hombre más reservado de España. Ni en Silos se guarda tanto silencio. Pero ayer fue a visitarle una colega suya, del PSOE vasco, Idoia Mendía, y gracias a ella sabemos cómo está Sánchez. Como los entrenadores de fútbol a punto de ser ratificados, muy tranquilo.
[[DEST:Pedro Sánchez se ha convertido en el hombre más reservado de España. Ni en Silos se guarda tanto silencio.]]
Sí, sí. Bien, bien. ¿Y Rajoy cómo anda? Pues esto tampoco lo sabemos por él. Sino por el señor Barragán, que es de Coalición Canaria y que inauguró la temporada veraniega de visitadores de La Moncloa.
O sea, que Rajoy sabe que los pezqueñines están poniendo precio a su apoyo y que el PSOE, a día de hoy, sigue diciendo que con él no cuente. A día de hoy.
¿Acabará pasando lo que dicen en el PP, que el PSOE tragará con echarle un tablón a Rajoy para que flote? Ni idea. Nadie está en condiciones hoy de asegurarlo. En el PP dicen que sí, que acabará saliendo fumata blanca de algún comité federal socialista. Pero también en enero estaban convencidos de que Susana Díaz despedazaría a Sánchez y haría posible la ordenación mariana y ya sabemos lo que pasó. Bien es verdad que entonces sólo llevábamos unas elecciones y ahora llevamos dos. La señora Mendía salió de la UCI de Ferraz, después de visitar a Sánchez, diciendo que el voto será no, de momento. Que luego puede haber otro comité federal, y otro, y si hace falta otro.
Otro y otro y otro. Y al final véte tú a saber: de tanto marear la perdiz siempre podrán alegar que no sabían ya ni lo que estaban votando. Pero dijo también, y ésta la cosa, que no es momento de poner el foco sobre ellos, los socialistas. No nos enfoquen a nosotros, que aún no toca. Quieren pasar todos inadvertidos, como Sánchez en Mojácar. Un comité federal de señores y señoras con gorra, bañador y gafas de sol. Entre aceitunas y patatas fritas. Aun no toca.
[[DEST:¿Acabará pasando lo que dicen en el PP, que el PSOE tragará con echarle un tablón a Rajoy para que flote?]]
Ésta es la situación, a seis de julio: mientras los actores protagonistas estudian los próximos giros argumentales que tendrán que dar sus personajes, toman el escenario los secundarios. Tramas menores para estirar el serial, que si las reclamaciones canarias, que si la lista de la compra de Urkullu, que si Rivera veta o no veta. Posiciones de partida. El PSOE que no y el gobierno que la reforma laboral no se toca. Sabiendo que será una de las demandas que hagan los socialistas en cuanto se sienten a hablar de cambios de políticas, el ministro De Guindos afirmó ayer aquí que hay otras cosas sobre las que se puede negociar, pero no la legislación laboral, a la que él atribuye la recuperación que registra el mercado de trabajo. Por ahí no, dijo De Guindos.
El ministro en funciones, que se resistió a aclarar aquí si tiene ganas de seguir en el gobierno, mantiene su pronóstico de que no habrá multa al estado español por haberse pasado en déficit público el año pasado. El procedimiento ya está abierto porque incumplimiento —no lo niega— hubo, pero anticipó aquí los atenuantes que alegará su gobierno para disuadir a la Comisión Europea de que nos multe. El principal de ellos: que al país que está mejorando no se le debe castigar sino alentarle. Está por ver que le compren el argumento los demás gobiernos, sobre todo aquellos que más han insistido en que no puede quedar impune el incumplimiento de los compromisos. Y no debe de tenerlas todas consigo el ministro cuando se va a Estrasburgo a comerle la oreja a algunos de sus colegas.