Alberto Garzón tiene ya la bendición de su militancia para dar el sí quiero a Pablo Iglesias sean cuales sean las condiciones que le ponga Podemos. A punto ya de consumar lo suyo, Iglesias y Garzón formalizaron ayer el acuerdo prematrimonial aprovechando su asistencia a una fiesta del diario 'El País'. Como las parejas que todo el mundo sabe que están saliendo y se dejan ver en un sarao para oficializar lo suyo. Vale lo mismo para la Preysler y Vargas Llosa que para Garzón y Pablo Iglesias.
La única novedad del tablero político para las nuevas elecciones es ésta: la conversión de Alberto Garzón de aspirante a la presidencia por la coalición histórica que se formó en torno al Partido Comunista hace treinta años en candidato a diputado raso bajo el paraguas de la organización que le merendó a IU el liderazgo del 15-M. Garzón estaba llamado a ser el revulsivo que rejuveneciera y revitalizara IU pero siempre tuvo en la cabeza esto que finalmente ha pasado: que la supervivencia de la coalición —-incluso económicamente— pasaba por subirse a la flota de organizaciones diversas —-confluencias las llaman— que navega a la vera de Pablo Iglesias.
La alianza está hecha. Qué falta entonces por saber. Pues todo, en realidad. Si van juntos en todas las provincias o sólo en algunas, si Garzón va por Madrid y en qué puesto de la lista y con qué nombre queda bautizada la nueva criatura. O dicho de otro modo, cuánto de Izquierda Unida, y de sus siglas, queda en esta aventura. Piudemos.
No se trata de una fusión. Y no es un acuerdo entre iguales. Se parece más a una absorción, una OPA que Podemos le ha hecho a IU contando con la colaboración del propio Garzón, que ya en la campaña anterior intentó que este acuerdo fraguara y tuvo que encajar el desdén y el ninguneo con el que fue tratado por algunos dirigentes de Podemos, empezando por su líder máximo.
A las bases de los partidos nunca les hacen preguntas comprometidas. Las consultas están muy bien, pero vienen diseñadas de fábrica para que el aparato no sea desairado.
• A las bases del PSOE les preguntó Pedro: "¿Os parece bien que pacte con quien yo vaya viendo?" Y le dijeron vale.
• A las bases de Podemos les preguntó Pablo: "¿No es más cierto que los pactos que yo quiera son los correctos, esos y solo esos?" Y le dijeron: lo que tú quieras.
• A las bases de IU les ha preguntado Alberto: "¿Nos aliamos con Podemos sea como sea?" Y las bases le han dicho: qué remedio.
• Los militantes socialistas se pronunciaron sobre un acuerdo que aún no tenía nombres.
• Los de Podemos dijeron sí a un gobierno a la valenciana que nunca estuvo encima de la mesa.
• Los de IU han bendecido ir en coalición con Podemos sin saber en qué condiciones.
Votar, han votado poco en la consulta. De setenta y tantos mil convocados han ido veinte mil a pronunciarse. Muy baja participación y muy alto porcentaje de partidarios de hacer causa común con los morados. Garzón tiene lo que pretendía: el aval con el que acallar a los Llamazares y compañía y el salvoconducto de las bases para ir bajándole la persiana a Izquerda Unida discretamente y sin admitir que eso, y no otra cosa, es lo que toca hacer. El signo de los tiempos.
En Ciudadanos dicen que no les preocupa el coste electoral de sus útlimas decisiones en Andalucía. Dicen que no, pero la verdad es que sí. Hacer alcalde de Granada precisamente ahora al aspirante socialista es regalarle al PP una baza que ya está usando para caracterizar a Rivera como mayordomo del PSOE. El gobierno municipal granadino pasa al PSOE por decisión de Ciudadanos y el consejero de Economía de la Junta puede seguir en su cargo sin que Ciudadanos le pida que se aparte a pesar de estar imputado.
Juan Marín se defendió anoche en La Brújula. Del consejero dice que no es por corrupción por lo que está siendo investigado, sino por la adjudicación de un proyecto cuando era vicerrector de la Universidad de Sevilla. Y sobre la afinidad al PSOE, lo que alegó Marín que ayer mismo dimitió un alcalde socialista, el de Alcalá de Guadaira, Gutiérrez Limones.
El alcalde dice que es porque se va de diputado a Madrid, otra vez —-puente de plata le pone Susana Díaz— pero Ciudadanos sostiene que han sido ellos los que lo han descabezado. Comprueba de que no son más exigentes con el PP que con el PSOE, aun sabiendo que ésa es justamente la idea que a Rivera le va a tocar combatir en la próxima campaña y que el PP piensa exprimir cuanto pueda: que aunque vaya de centrista, es más duro con Rajoy que con Sánchez, su compadre.
Si el miércoles amanecieron felices los seguidores del Atleti y el jueves lo hicieron los del Madrid, hoy quienes están levitando son los aficionados del Sevilla: ese 2,5 por 100 de la afición española que es sevillista.
Y que anoche disfrutó viendo cómo su equipo despedazaba a los ucranianos y se metía por tercer año consecutivo en la final de la Liga Europa. De "su" Liga Europa, porque ya empieza a acumular méritos para quedársela en propiedad.