MONÓLOGO DE ALSINA

Monólogo de Alsina: "Ni en sus peores pesadillas preveía Iglesias llegar a Vistalegre II a garrotazos"

Les digo una cosa. Algo ha llovido desde entonces. No tanto como preveía Rajoy, pero sí bastante.

ondacero.es

Madrid |

Algo ha llovido desde el cinco de diciembre, que fue el día en que Pablo anunció que el congreso del partido Podemos se celebraría a la vez que el del Partido Popular. Para que así los españoles pudieran comparar lo que debaten unos y lo que debaten los otros.

Ni en sus peores pesadillas podía prever entonces Pablo Iglesiasque llegado el segundo fin de semana de febrero su partido estaría metido hasta los codos en una pelea de barro que salpica a todos sus dirigentes más conocidos y opaca el supuesto debate sobre el proyecto que tienen para España.

La idea era llegar al día 11 presentándose como el antagonista del PP, la izquierda verdadera, el sorpasso mediático al PSOE ocupando espacio en los medios, el relanzamiento de Podemos. Y a diez días del famoso Vistalegre II lo que está en los medios es Podemos a garrotazos. Fuego graneado de acusaciones mutuas, pullas, insidias y descalificaciones veladas entre los unos, los de Pablo, y los otros, los de Iñigo. El recital de instantáneas que ofrecieron ambos ayer a los fotógrafos mientras el Congreso celebraba su primer pleno del año —¡el primero!— (enfadadados, discutiendo, enfrascados en su disputa orgánica mientras a su alrededor el mundo seguía girando) da la medida de hasta qué punto aquello que tantas veces negaron se ha convertido en evidencia: hay un enfrentamiento serio entre las dos corrientes principales del partido, la tensión ha ido a más desde la convocatoria del congreso del partido y entre su propia militancia (y muchos de sus votantes) ha calado la idea de que Podemos dedica el noventa por ciento de su esfuerzo a hablar y debatir sobre Podemos. Los brillantes profesores de la nueva política que manejaban el lenguaje audiovisual como nadie se vieron ayer retratados en todas partes como rivales que porfían. Y en los escaños del congreso donde se supone que están para debatir soluciones a los problemas del país, no desacuerdos sobre los problemas de Podemos.

El día había empezado con el sector errejonista acusando de dar un golpe burocrático a los de Iglesias por la composición de la comisión de garantías, que es un asunto que tiene en estado de máximo interés, seguro, a sus millones de votantes. El golpe burocrático. Estas expresiones que a menudo usa Podemos contra otros partidos —lo del golpe gusta mucho en la jerga— pero que cuando se usan dentro como arma contra el adversario escuecen. Por las mañanas publican tuits acusándose de traición y juego sucio y por la tarde les echan agua con otros tuits en los que explican lo fraternal que es todo: debatimos con vehemencia pero no discutimos, nos respetamos, nos admiramos, nos queremos. Y no somos holandeses, como dice Pablo.

No son holandeses, hasta ahí llegamos. Pero el asunto no es si gesticulas. El asunto es que ambos sectores llevan semanas filtrando un mismo mensaje:que son los otros los que están obsesionados por el poder interno, por poner el partido a su servicio.

Y dice Pablo: haré todo lo posible para que Podemos no se parezca al PSOE. Que significa que Iñigo quiere convertir la nueva politica en lo de siempre.

Y dice Iñigo: hay que descentralizar la toma de decisiones. Que significa que Pablo gobierna como si Podemos fuera suyo.

Y dicen los dos: pero salga lo que salga del congreso estaremos más unidos que nunca.

Y dice Monedero: que respetéis al secretario general, joder, tío.

Hay diputados de Podemos que confiesan en privado un cierto bochorno. Y que temen que entre los votantes y simpatizantes se esté extendiendo el desencanto, o el desafecto.

En otras circunstancias habrían aprovechado Iglesias y Errejón la tarde para hablar de Arsenio Fernández de Mesa, el ex director general de la Guardia Civil que ha encontrado acomodo —comodísimo acomodo— en Red Eléctrica de España. Empresa cuyo acionista principal es la SEPI. O sea, el Estado. Si usted lo prefiere, el gobierno. Empresa que preside un ex secretario de Estado y ex alcalde del PP, Folgado, y en la que han recalado politicos del PP y del PSOE como consejeros. Fernández de Mesa se queda con el sillón que hasta ahora tenía otro político, Agustín Conde, que antes fue alcalde de Toledo y ahora es secretario de Estado de Defensa con la ministra Cospedal —PP castellano manchego—.

El ministro Nadal, en la declaración más ocurrente del día, dijo ayer que no tiene nada que opinar porque es una decisión empresarial, claro que sí. Y en Red Eléctrica han explicado que el ex director de la Guardia Civil reúne todos los requisitos necesarios porque tiene una gran experiencia de gestión en un montón de cosas. Conocimiento del sector eléctrico no consta que tenga, pero tampoco nadie va a ponerle a prueba. Viene del gobierno y pasa a una empresa controlada por el gobierno. Decisión empresarial, como dice el señor ministro.

En el PSOE, Susana Díaz sacrifica peones para intentar neutralizar las movilizaciones populares contra ella. No por aspirar a dirigir el PSOE sino por cómo dirige el gobierno de Andalucía. La sanidad pública, más en concreto.

La presidenta se deshizo ayer del gerente del Servicio Andaluz de Salud y el viceconsejero de Sanidad. Dos por el precio de dos. Se les agradecen los servicios prestados y se les agradece que se coman ellos el marrón de aparecer como los responsables de que las manifestaciones en Granada, en Málaga, en Sevilla, en Huelva, hayan ido cada vez a más. En plena carrera por la secretaría general del PSOE —por el mando en el partido— lo que menos conviene a la aspiranta es que le empañen su imagen de gobernante exitosa.

El doctor Candel, alias Spiriman y líder de la revuelta, no paró de recibir ayer felicitaciones en su móvil por haberse cobrado las dos primeras cabezas. Anoche estuvo en La Brújula.

Vuelven ahora las dudas sobre si Susana Díaz se lanzará a la carrera por el control de su partido o le empiezan a temblar las piernas ante la posibilidad de que gane Pedro.

Rajoy en las primarias no vota, pero si lo hiciera votaría a cualquiera antes que a Pedro. Si vuelve a liderar el PSOE, dice el marianismo, se acabaron los acuerdos entre los dos grandes. Habría elecciones anticipadas, de nuevo.

Y entre medias, está por ver qué pasa en Cataluña. El afán del gobierno independentista por convencer a la CUP, y convencernos a todos, de que va a convocar un referéndum antes de lo que nadie cree. Quizá, dicen, para mayo. Se lleva la urgencia.

A ver, que el gobierno catalán, Junts pel sí, repita cada día que por supuesto habrá referendum sobre la independencia, ¿significa que lo habrá? Pues no. Ni Puigdemont ni nadie tiene facultad legal para convocar un referéndum como ése. Por más que Artur Mas proclamara ayer aquí que inconstitucional es la independencia pero no el referéndum de independencia, la doctrina del Tribunal Constitucional no le avala.

Puigdemont lo que puede convocar son elecciones, eso sí. Para que Esquerra las gane y el su partido las pierda.