Hoy empezaremos a saberlo. El tribunal hizo ayer dos cosas: rechazar que el juicio se suspenda —la vista sigue y en su momento se pronunciará sobre la validez de las pruebas— y aceptar la petición de la fiscalía para cambiar el orden de las declaraciones. Los primeros serán dos empresarios y un ex concejal: García Pozuelo, Jacobo Gordon y Roberto Fernández. Los tres sobre los que existe el runrún —éste no es un término muy técnico— de que han alcanzado acuerdos (si no formales, sí tácitos) con la fiscalía. Pueden llamarles, si quieren, los arrepentidos, aunque más que arrepentimiento sea cálculo de posibilidades y estrategia de defensa. García Pozuelo ya declaró que pagó a Correa y a Bárcenas a cambio de adjudicaciones en Pozuelo cuando Sepúlveda, el marido de Ana Mato, era alcalde. Roberto Fernández era el concejal de Hacienda de aquel ayuntamiento. Es decir que, salvo sorpresa, esto va a empezar con la admisión por tres de los procesados de que cometieron delitos que afectan a otros procesados que, a día de hoy, los niegan.
Para el jueves se espera el plato fuerte: la declaración de Francisco Correa, el presunto cabecilla, que como los tres que abren la ronda renunció a pedir la nulidd de la causa. Indicio de que también asumirá parte de las acusaciones que le han llevado al banquillo y duda creciente sobre si —esto tampoco es un concepto muy técnico— tirará de la manta. Entiéndase, si aportará algo que hasta ahora no se sepa y que salpique a alguien que no esté entre los procesados. ¿Queda manta de la que tirar después de siete años de investigaciones judiciales? Raro sería, pero hasta que no cante Correa —hasta que no declare— no lo sabremos.
Para el Partido Popular, procesado como beneficiado económico (partícipe a título lucrativo) y principal afectado en el aspecto político (fuera de la sala), el de ayer fue un día de revés judicial, por más que estuviera previsto: el tribunal rechazó la petición de nulidad que su abogado había formulado. También tenía previsto el PP —aunque a algunos pueda resultarles sorprendente— que la fiscalía mantuviera su acusación como beneficiado y que le llevara la contraria al abogado. De hecho ayer la fiscal Sabadell enlazó calificativos para describir cómo ve ella la actuación de los abogados defensores que han planteado cuestiones previas: actuación oportunista, desenfocada e inaceptable, destinada a intoxicar el proceso ante la carga abrumadora de pruebas que hay en contra de los acusados.
Naturalmente, es la postura —el criterio— de la fiscalía. Le corresponde al tribunal establecer cuál es el criterio correcto. Y cuando acabe el juicio, no ahora que está recién empezando.
Rajoy no tendrá que declarar en el juicio Gurtel ni como testigo ni como nada. Lo pedía el PSOE de Madrid —personado como acusación— alegando que fue secretario general del partido. Pero el tribunal entiende que con Arenas, Cascos y Acebes, que ya están citados, es suficiente, al menos por ahora.
La agenda de Rajoy para los próximos días incluye seguir ejerciendo la presidencia en funciones a la espera de que el rey le proponga otra vez al Congreso como candidato. Hay pocas dudas ya de que eso es lo que va a suceder, la última semana de este mes y apurando los plazos. En realidad es Javier Fernández, el presidente de la gestora socialista, quien prefiere agotarlos. Cuantos menos días pasen desde el anuncio de abstención socialista hasta el nombramiento de Rajoy tanto mejor para que escampe rápido la controversia entre la militancia socialista.
La gestora no pone aún fecha al comité federal pero sí viene a admitir que el lunes 24 de octubre es el plazo límite. Y que llegará a tiempo. Investidura express lo llama La Razón hoy. Con consulta express del rey a los portavoces y convocatoria express a cargo de la presidenta.
En el PSOE siguen desmotando el sanchismo destronado. Los últimos damnificados son Oscar López, que ejerció de portavoz en el Senado, e Irate García, que aunque mucha gente se haya enterado ahora era la portavoz del grupo en el parlamento de Estrasburgo. Les sustituyen Tinín Alvarez Areces, el veterano el presidente de Asturias, y Ramón Jauregui, el veterano dirigente vasco. Es en el grupo de Estrasburgo donde con más claridad se percibe el cambio de tornas: la lista de 2014 la encabezaba Elena Valenciano, mano derecha de Rubalcaba en el partido, con Ramón Jauregui de segundo, otro hombre Rubalcaba. Iratxe García iba de quinta, pero promocionó hasta la portavocía con el impulso de Pedro Sánchez. Ahora todo vuelve a donde estuvo: los de Sánchez quedan relegados y los de Rubalcaba pasan a primera línea. Incluido Antonio Hernando, el portavoz parlamentario que sobrevive a esta transición y que antes de ser sanchista había sido rubalcabista. Él continúa. Con la doble misión de tejer acuerdos —otro que enhebrará la aguja— y de subir a la tribuna a tragarse el sapo de defender la abstención en la investidura.