OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El deseo del Gobierno de tener voz en el asunto de Khashoggi es inversamente proporcional a las relaciones con los saudíes"

Qué va a hacer el gobierno de España con Arabia Saudí.

Ondacero.es | Madrid
| 22/10/2018

Primera de las preguntas que hay que anotar esta mañana.

Hace cinco semanas, Sánchez dejó a su ministra de Defensa a los pies de los caballos por haber cancelado la venta de bombas de altísima precisión (¿se acuerdan?, aquellas que era imposible que mataran a un solo inocente) con el argumento de que había medido mal el impacto que una gesto como ése podía tener en las relaciones diplomáticas. Llegó a decir el presidente que habían corrido peligro nuestras relaciones.

Cinco semanas después, y con la campaña andaluza en marcha, es Angela Merkel quien toma la iniciativa europea (una vez más) y suspende la venta de armas a la dictadura saudí por el escándalo Khashoggi. Tres gobiernos europeos han endurecido este fin de semana su posición respecto del asesinato, aún no aclarado, de este periodista. Los tres gobiernos que más peso, y más reflejos, tienen en la Unión Europea: Alemania, Francia y el Reino Unido, que aún está dentro. Cabe pensar que, tal como ocurrió la semana pasada, el gobierno español se limite hoy a hacer suya la posición que exprese la Unión, sin más afán de destacarse ni mayor interés en significarse, en esta ocasión, a la hora de exigir una investigación imparcial y una justicia universal. El deseo del gobierno Sánchez de tener voz propia en este asunto es inversamente proporcional a las relaciones comerciales, y de amistad entre las dos coronas, que mantenemos con los saudíes.

La historia del periodista Khashoggi usted ya la conoce. Hace un año abandonó su país, coincidiendo con la proclamación de MBS, Mohamen Bin Salman, como heredero del trono y de la prohibición de escribir durante seis meses que le fue impuesta. Este príncipe, desesoso de ser visto en el exterior como modernizador y aperturista, había sido objeto de las críticas de Khashoggi, un periodista influyente identificado con el movimiento progresista que consideraba a Bin Salman lo contrario de lo que éste pretendía: una nueva amenaza para la libertad en el mundo árabe. Khashoggi se instaló en los Estados Unidos y empezó a escribir en el Washington Post, lo cual le dio un altavoz aun mayor y convirtió su pugna con el régimen en asunto de gran interés para la prensa y los políticos de Washington.Hace veinte días visitó el consulado saudí en Estambul para obtener los papeles que necesitaba para su divorcio. Ahí terminó su vida.

El régimen de los Saud ha hecho buena aquella máxima de “ésta es mi versión de los hechos, si no te gusta me invento otra”.

• Primero dijo que Khashoggi había abandonado el consulado sin mayor problemas. No sé de qué me habla.

• Después, que pudo haber una discusión con los funcionarios que se les fue de las manos.

• Más tarde, que quizá lo mataron delincuentes violentos que nada tienen que ver con el reino saudí.

• Y ahora, que hubo personas que se excedieron de sus funciones y serán castigadas. Ésta de ayer es la última versión del ministro de Exteriores saudí.

Conclusión, que en efecto Khashoggi fue víctima de delincuentes muy violentos. En concreto, los que trabajan para la dictadura saudí. Siete de las quince personas que participaron en la operación contra el periodista trabajan en el círculo personal de MSB, el príncipe heredero, según la prensa turca.

Y si el régimen ha acabado admitiendo el asesinato es sólo porque Turquía tiene grabaciones clandestinas del interior del consulado que recogen los últimos momentos del periodista. Hasta ayer lo que ha habido es una negociación entre gobiernos (Estados Unidos, Turquía, Arabia Saudí) para decidir qué dice cada uno y cómo se gradúa la protesta diplomática. De pedir explicaciones, como se hizo en un principio, se ha pasado a exigir todos los hechos. Es Alemania quien ha subido la apuesta suspendiendo la venta de armas. Cinco semanas después de que Sánchez, en España, defendiera la necesidad de mantenerla por la existencia de inversiones muy altas de los saudíes en España. Los astilleros, en concreto. Los contratos de las corbetas.

Es verdad: Khashoggi no había sido asesinado cuando sucedió aquello. Pero aquello —el régimen saudí y la relación que España mantiene— vuelve a cobrar actualidad ahora que asoma la cara más siniestra del príncipe heredero.

Qué va a hacer el gobierno de España.

Si el argumento sigue siendo que la carga de trabajo para los astilleros de Cádiz es prioritaria (y hay una campaña electoral en Andalucía, como bien sabe Susana Díaz), entonces el gobierno de Sánchez no hará nada.

De Kichi tampoco se espera una arremetida contra el príncipe saudí a estas alturas. Perfil bajo.

Podemos está en campaña en Andalucía contra Susana Díaz —la marca es Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez— mientras Podemos ejerce de escudero del Partido Socialista en el Congreso. Rentabiliza Pablo Iglesias su papel de muñidor de acuerdos aunque sea a costa de complicarle el discurso en Andalucía a Teresa.

Este afán de Iglesias por aparecer como el hombre clave de la negociación política en España tampoco es nuevo.

La memoria es frágil, pero en su primera comparecencia después de obtener el acta de diputado en 2015 (los 69 diputados de Podemos y sus marcas) anunció Pablo que iba a abrir, él, una ronda de contactos con los grupos políticos para reformar, él, la Constitución.

De la ronda aquella nunca más se supo. Iglesias hubo de resignarse a ser el portavoz del tercer grupo de la cámara, a expensas de que le convocara para negociar algo Pedro Sánchez. Que en lugar de convocarle a él convocó a Albert Rivera y se hizo el amor. Ya sabemos todo lo que vino luego.

Ahora Pablo reverdece su anhelado papel de pivote sobre le que giran todas las operaciones políticas y publicita lo mismo su visita a Junqueras en prisión que la llamada que le hizo ayer a Puigdemont (como Gila: ¿está Puigdemont? Que se ponga) que la reunión de esta tarde con Urkullu. Para no ser el embajador oficioso de Sánchez se las apaña muy bien para que lo parezca.

Ya explicó ayer la portavoz Celaá que en nombre del gobierno sólo negocia el gobierno y que aunque aún no ha negociado con nadie ya está en condiciones de proclamar que los Presupuestos saldrán aprobados. Esto de escuchar a la portavoz del gobierno pregonando como si fuera un hecho incontrovetido lo que ella sabe que sólo es una conjetura es lo que explica que sea tan difícil fiarse de nada de lo que diga. Mal asunto cuando no hay manera de distinguir una rueda de prensa de Celaá como portavoz del gobierno en la Moncloa de un mítin de Celaá en San Sebastián como madrina del candidato socialista a la alcaldía.

Ha de saber usted, porque así lo dijo ayer la ministra, que el PSOE representa hoy lo mejor del país.

Lo mejor de lo mejor. ¿Sabe usted por qué? Porque el PSOE es el único que respeta la España autonómica, ¿qué le parece?

Casi casi en solitario. En realidad, no consta ni que Ciudadanos ni el PP estén por tumbar el modelo territorial que consagra la Constitución. Si acaso quien quiere tumbar ese sistema son los partidos que apuestan por la autodeterminación. Es decir, los socios de la moción de censura del PSOE.

La ministra se ha abonado a la exageración, a la hipérbole, y no hay manera ya de que se modere. Exagera también cuando pretende que la oposición está atacando al gobierno de una manera nunca antes vista.

Ay de la exageración y el postureo. Qué piernas tan cortas gasta. La oposición de ahora le busca las vueltas a los ministros igual que la oposición de antes se las buscaba a los que había. Uno a uno. Persona a persona, naturalmente que sí. De Guindos por venir de Lehman Brothers, Ana Mato por las fiestas de payasos en casa, José Manuel Soria por la sociedad offshore, Cañete por sus empresas, Catalá por la injerencia en la fiscalía.

Este victimismo pueril (y sobreactuado) de la portavoz del gobierno Sánchez sólo pueden tomárselo en serio quienes no hayan vivido los últimos treinta años en España. Pobres ministros y ministras, que la oposición y la prensa los escrutan sin piedad cada jornada.