Monólogo de Alsina: "Dejen en paz a los únicos reyes en los que son capaces de creer los ateos"
A este paso vamos a conseguir que los Reyes Magos no vengan. Yo creo que cada año se lo piensan más. Uff, otra vez a España, qué pereza, a ver en qué lío nos quieren meter este año.
Te pones en la piel de estos tres señores, Melchor, Gaspar, Baltasar, y vienes todo el viaje pregúntandote qué derecho tendrán las autoridades políticas o las organizaciones de cualquier clase a usarte como si fueras un actor contratado para interpretar el papel que a ellos, cada año, más les apetezca.
Si yo fuera un rey mago me iba a al juzgado a presentar denuncias por apropiación indebida.
Déjenles en paz, alcaldes, alcaldesas, oposiciones municipales, asociaciones de activistas empeñados en usar a sus majestades como altavoces ideólogicos, avalistas de posiciones partidistas o publicistas de las campañas interesadas. Leave the kings alone. Cuelguen una pancarta en la fachada de los ayuntamientos: dejen en paz a estos señores. Que reinan en países que ni siquiera conocemos, no hacen discursos en Nochebuena, son de una discreción a prueba de bombas y nunca han tenido más agenda que tirar caramelos —con cuidado, por favor, majestades— y repartir regalos.
Los ayuntamientos organizan las cabalgatas, pero los reyes no son suyos. Ni del ayuntamiento, ni de la oposición municipal, ni de la Asamblea Nacional Catalana, obsesionada por meter la propaganda de su proceso independentista hasta en la sopa. Invadiendo todos los ámbitos, inundando el camino que hacen los reyes de símbolos independentistas imprimiéndolos en los farolillos que portan los críos. Qué fijación, qué invasión, que enfermiza obsesión, todo el día pensando en lo mismo. Luego se extrañarán de que llegue el portal éste estaounidense, Político, y describa Cataluña como la región ensimismada. Si hasta a los reyes magos quieren recluirlos en la burbuja del agotador debate identitario. Algunos, entiéndase bien, algunos. En la apropiación indebida de la cabalgata y de lo que ésta significa se ha quedado sola esta asociación —la llamada Asamblea Nacional—y el gobierno municipal, la alcaldesa convergente, señora Erra, a la que se le pregunta por los farolillos indepes y dice que ella ya publicó un tuit con todo lo que tenía que decir. ¡Un tuit! Bendita forma de rendir cuentas y dar explicaciones. El tuit. Que es del martes y en el que dijo que "es tradición que niños y grandes porten farolillos para guiar a sus majestades". Sí, claro. Si lo que se discute no son los farolillos, son las esteladas.
Apropiación indebida. De las fiestas, de las tradiciones, de los símbolos, de la Gente.
Dejen en paz a los únicos reyes que no son combatidos por los antimonárquicos, en los que son capaces de creer los ateos y a los que la única soberanía que preocupa
es la de los críos cuando piden cada año sus regalos.
Jordi Sánchez, presidente de esta Asociación que se hace llamar Asamblea, farolillo convergente que ilumina su propio camino haciendo del activismo una profesión remunerada, Jordi Sánchez, que estos reyes vienen de Oriente y siguiendo una estrella, hombre. Déjelos estar en el único ámbito en el que pueden existir, que es el de la imaginación infantil. Los críos han pedido bicicletas, consolas, balones, botas de fútbol. No han pedido un referéndum.
Jueves, 05 de enero y noche de reyes.
Hay una regla no escrita que alguna vez habría que intentar confirmar o refutar que dice que cuanto más mete un dirigente político la palabra "democracia" en sus discursos más vicio tiene de considerar democrático sólo lo que él sostiene.
A los reyes del procés catalán, Puigdemont, Junqueras, Forcadell, les incomodorá saber que Alemania, la principal potencia europea, deja de ser a sus ojos —-ella también— una nación democrática. El Tribunal Constitucional de allí, seguro que tan perverso y poco democrático como el de aquí, ha establecido que Baviera no puede celebrar un referéndum de autodeterminación porque el titular de la soberanía alemana es el pueblo alemán, es decir, toda la sociedad, no las poblaciones fragmentadas de cada uno de los estados. No puede haber consulta porque Baviera carece de facultad para plantearla y porque vulneraría el derecho del resto de los alemanes a pronunciarse sobre la integridad territorial de su nación.
Es verdad que en Baviera el independentismo es residual y que sólo el 23 % votaría —según encuestas— a favor de la separación (en Cataluña el porcentaje es bastante más alto), pero el argumento del Constitucional alemán es el mismo que emplea aquí el Estado: la autodeterminación no cabe en la Constitución actual y los residentes en una comunidad autónoma no pueden decidir por su cuenta cuáles son las fronteras de la nación.