Con nocturnidad y sin contemplaciones. Menos mal que en este partido no se estaba viviendo ninguna crisis.
Menos mal que todas esas informaciones sobre el pulso en Madrid contra el responsable orgánico regional, Luis Alegre (fiel escudero de Pablo) eran intoxicaciones destinadas a aparentar una tormenta interna que no era tal, menos mal que era todo un ataque del PSOE para distraer la atención sobre su acuerdo con Ciudadanos. Todo aquello que el propio Sergio Pascual, disciplinadamente, nos contó aquí la otra mañana arriesgándose él mismo a hacer una apuesta.
Érase el secretario de organización de Podemos quitando hierro a la espantada de diez cargos orgánicos del partido en Madrid e incapaz de responder a la pregunta: estos diez, por qué se van. Érase un secretario de organización, más amigo de Errejón que de Iglesias,erreje más que eclesiástico, que paga el pato de la crisis interna que vive su partido y se convierte en el primer defenestrado.
Es revelador el lenguaje elegido por el gran líder para comunicar su personalísima decisión: despersonalizándola. No es el secretario general quien destituye, sino la secretaría general. Es decir, Pablo Iglesias. “La secretaría general de Podemos (o sea, él) lamenta comunicar el cese de Pascual (la destitución más bien) y la asunción de las competencias por la secretaría general (o sea, por él, Iglesias)”. Pablo estaba disgustado por la gestión del viceErrejón y se lo ha quitado de enmedio. Errejon el de verdad aún no ha hablado. Pero es a uno de los suyos a quien Iglesias acusa de haber hecho un grave daño al partido en el delicado momento de las negociaciones para formar gobierno. Eligió cabeza de turco…y la cortó.
En el capítulo de hoy de “ex pesos pesados acuden al juzgado” los artistas protagonistas son Pepe y Manolo. Antiguos amigos y residentes en Sevilla, pareja política de hecho durante algún tiempo y ocupantes de sillones siempre parecidos: Manolo y Pepe fueron ministros con Felipe, Manolo y Pepe fueron presidentes autonómicos, barones territoriales de su partido y, a más a más, presidentes del PSOE. Pocos dirigentes socialistas han desempeñado tantos cargos públicos y orgánicos y tan altos. A su lado, Rita Barberá no pasaba de ser una simple alcaldesa. Hoy los procedimientos judiciales los hacen coincidir en las páginas de los diarios. Habitantes, los tres, de este bosque cada vez más nutrido de árboles caídos. Pepe fue senador, Pepe Griñán, como Rita, por designación autonómica. También a él, como le va a pasar a ella, lo citó el Supremo como imputado y también a él le sugirieron dirigentes de su partido que entregara el acta y se marchara a casa. Griñán, el ex presidente andaluz y ex presidente del PSOE, y Manuel Chaves, Manlo, el ex presidente andaluz y ex presidente del PSOE, aguantaron cuanto pudieron pero acabaron desahuciados.
Hoy los veremos desfilar por el juzgado ordinario. En ausencia de fuero, los dos antiguos barones comparecen como gente corriente para que el juez los interrogue sobre el sistema que inventó la Junta de Andalucía para burlar los controles administrativos y destinar fondos públicos —-el dinero para expedientes de regulación de empleo— a usos arbitrarios. En cristiano, para hacer con esos recursos públicos lo que le diera la gana. ¿Eran Griñán y Chaves conocedores del mangoneo, sabían al menos que se usaba el procedimiento para camuflar irregularidades, hicieron algo para velar por el buen uso del dinero público? Sabemos como entran al juzgado, imputados, veremos cómo salen, qué valoración hace el juez instructor de los hechos y en qué situación quedan ambos. Aquello que dijo Griñán y que tanto molestó en su partido, Chaves incluido: que puede que no hubiera un gran plan, pero sí que hubo un gran fraude.
La paradoja, en todo caso, es esta otra: la Junta de Andalucía es, a la vez, defensora y acusadora de sus dos antiguos responsables. Mientras la heredera política de Pepe y Manolo, Susana, sigue proclamando su inquebrantable fe en la inocencia de ambos —los dejó tirados cuando necesitó hacerlo, es verdad, pero nunca ha dicho que fueran responsables de nada— la Junta de Andalucía ejerce la acusación particular contra sus dos ex presidentes. Susana los defiende y la Junta los acusa.
Con Rita Barberá pasa un poco lo mismo en el PP. Rajoy está encantado con la rueda de prensa que dio ella y con su decisión de declarar voluntariamente en el juzgado —-declarase o no declarase, al Supremo va a llegar la parte que le afecta de la causa—-. Pero a la vez que Rajoy dice que se ha quedado muy tranquilo… la dirección del PP, que también es Rajoy, le abre un expediente informativo. Palabra del vicesecretario Maíllo.
¿Qué pasó entre una declaración y otra? Pues esto que revela el diario La Razón: el intento de la señora Barberá de meterle presión a Génova para que cesara en su empeño de levantar del ayuntamiento de Valencia a los concejales investigados. Recordatorio que les hago: la actual presidenta del PP valenciano, Isabel Bonig, afirmó que los concejales dejarían de serlo si, una vez levantado el secreto de sumario, permanecían imputados. Imputados, en efecto, siguen. Pero la renuncia no hay manera de que la presenten porque entienden que ellos no han hecho nada malo —-total, sólo hicieron lo que les pidió el partido—. Cada minuto que pasa sin que los concejales renuncien es un poco menos de crédito que tiene la señora Bonig y la propia Génova. A las seis de la tarde de Rita Barberá escribe un guasap a Martínez Maillo, el vicesecretario. Le dice: “Defendamos a la gente del partido que no ha hecho nada. Esto le puede pasar a cualquiera. Lo que quiere hacer Isabel no sólo perjudica políticamente, sino también la argunentación de la defensa”. El texto se lee —gracias a que Barberá escribe en letra grande--- en la fotografía que tomó La Razón en el Senado. La respuesta de Maíllo no se ve en la imagen, pero menos de dos horas después de enviar el guasap Génova anunció por sorpresa la apertura del expediente, es decir, que entra en acción el departamento de asuntos internos. Antesala de la expulsión de los concejales rebeldes y quién sabe si del enfrentamiento ya total con la propia Rita.