OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "De momento no hay acelerón para sortear el frontón del Senado, del que el PP tiene la llave"

Antes de hablarles del CIS, y de la ministra Delgado y de los Presupuestos, a ver qué les parece este relato, en primera persona, sobre una madre enferma de cáncer y un tratamiento milagroso.

Rubén Amón | @Ruben_Amon

Madrid | 25.09.2018 08:00

A las 11.30, con nuestros médicos (Cosas de Médicos, este grupo tan simpático que viene de vez en cuando al programa contarnos cómo es su día a día) vamos a hablar de homeopatía y de pseudociencias. De sus propias experiencias con pacientes que caen en manos de predicadores de la falsa ciencia. Y les invito también a ustedes a que utilicen nuestro canal de comunicación para hacernos llegar mensajes de audio con sus propias experiencias, de personas a las que ustedes conocen, y con sus opiniones. 609 83 10 34.

Varias asociaciones de médicos y pacientes han difundido una carta pública en la que denuncian no sólo a cuentistas que fingen conocimientos que no tienen, sino a médicos colegiados —-no dan nombres— que convencen a los pacientes para que recurran a la homeopatía. Es una plaga, dicen. La semana pasada estuvo en este programa la ministra de Sanidad, Carcedo, destinataria de esta carta abierta.

Los promotores de esta carta abierta le dicen a la ministra que no basta con decir que Europa tiene que ocuparse de esto. Que es España quien debe hacer cumplir las leyes en defensa de los pacientes y sus derechos. Las pseudociencias matan, es el título del manifiesto.

Y entonces, ¿qué? ¿A quién votaría usted si mañana hubiera elecciones generales?

¿A quién habría votado si se lo hubieran preguntado a primeros de septiembre? En cuatro horas y media salimos de dudas porque el CIS difunde su encuesta mensual. Todos los meses nos va a ir contando la fluctuación en los mercados políticos: quién sube, quién baja, si sigue Sánchez subido a la ola, si le saca nueve puntos (como en julio) a sus perseguidores. Cómo le va a Casado, si remonta Podemos, en fin, esas cosas.

Dos advertencias antes de que el CIS salga:

• Una, se hizo cuando Carmen Montón aún era ministra de Sanidad, Sánchez aún no había tenido que abrir su tesis doctoral al escrutinio público y el común de los mortales no sabíamos lo que era el turnitin.

• Dos, no hay elecciones generales convocadas. Y si de Sánchez dependiera, no las habría hasta 2020.

Estos dos elementos —han pasado cosas relevantes desde que el sondeo se hizo y no hay horizonte de elecciones claro— convierten la encuesta es una simple pista de cómo está soplando el viento. Si el gobierno mantiene la buena prensa que cosechó cuando empezó, si Casado tira del PP para arriba o todo lo contrario, si Rivera recupera fuelle y si Podemos cambia su tendencia. El CIS de hoy nos da a nosotros para hablar esta tarde, esta noche y manaña en las tertulias, y les da a los estrategas de los partidos para examinar el menudeo de la encuesta en busca de la respuesta a la gran pregunta: ¿nos conviene que haya elecciones cuanto antes o todo lo contrario? Sabiendo que sólo uno de los actores que se van a hacer esa pregunta está en condiciones de convocarlas.

De esto depende que haya elecciones antes de un año: de que Sánchez sea capaz de armar unos Presupuestos que gusten, a la vez, a Podemos, a los conservadores del PNV y a los independentistas catalanes. Y que pasen antes el filtro de la comisión europea. Del comisario Moscovici.

Hace dieciocho días se reunieron en la Moncloa el presidente y su cónyuge en esta operación presupuestaria, Pablo Iglesias. Anunció Pablo, como portavoz de la pareja, unos cuantos acuerdos y pasó de largo por los desacuerdos. Dieciocho días después, no parece que se haya avanzado mucho en esta negociación. Razón de más para que Podemos, que está jugando su baza de socio imprescindible, rentabilice en público no aquello que acabarán teniendo los Presupuestos, sino aquello que el partido de Iglesias quiere que tengan. Esto que han llamado 'Presupuestos con la gente dentro', como si estuviera ahí, atrapada. Déjala salir, Pablo, déjala salir.

¿Qué plantea Podemos? Pues, en coherencia, sus recetas de siempre. Por ejemplo, el impuesto a la banca reconvertido ahora en un impuesto de sociedades específico y más alto que la media. Por ejemplo, más IRPF a la rentas superiores a los 120.000 euros anuales. Por ejemplo, pensiones ligadas sólo al IPC. Y salario mínimo de mil euros ya. Y más gasto público.

Podemos hace lo que tiene que hacer: ponerle precio a su apoyo a las cuentas Sánchez. Pero el mismo hecho de que airee ese precio en público revela que ni hay acuerdo, aún, con el PSOE ni tiene la seguridad de que nada de todo esto salga adelante.

Ésta es, al final, la cuestión. Que yo les puedo contar cada día qué pide Podemos y qué propone el PSOE pero no dejan de ser opciones, propuestas, posibilidades. Exigencias que serán, o no, atendidas. Y que incluso si lo fueran, podrían quedar en nada si los Presupuestos naufragan. Vamos a ver primero qué Presupuestos hace el gobierno y con qué apoyos cuenta para aprobarlos, no vaya a ocurrir que en lugar de los impuestos y el gasto público que reclama Iglesias acabemos teniendo elecciones antes del verano. En cuyo caso Podemos ya tiene medio programa electoral hecho y encuadernado con la gente dentro.

El intento de atajar en el trámite parlamentario para despojar cuanto antes al Senado de la última palabra sobre las cuentas públicas quedó abortado ayer en la mesa del Congreso. Cinco a cuatro, el bloque de la oposición se impuso al bloque del gobierno y queda anulado el gol que Sánchez le había metido al PP colando en la tramitación de una ley el apaño para cambiar otra. Ahora al PSOE y Podemos les quedan dos bazas: el recurso al Constitucional, que es un brindis al sol que no va a cambia nada, e insistir en la mesa para que se tramite cuanto antes la reforma de verdad, el cambio de la ley de estabilidad del ministro Montoro.

En lo personal Iglesias y Ana Pastor se llevan a las mil maravillas, pero en lo político se dijeron ayer algunas cosas graves.

No hay, por tanto, y de momento acelerón para sortear el frontón del Senado y no hay forma de sortear la evidencia de que en la Cámara Alta es el PP el que tiene la llave. De todo. También de las reprobaciones de ministros, tan empleadas por la oposición en el Congreso con el gobierno de antes. Hoy pretende el PP apuntarse la primera reprobación a la ministra de Justicia. Delgado. Por el asunto de Llarena, no por este otro asunto que le afecta ahora y que aparecerá, seguro, en la sesión de hoy en el Senado.

El efecto Villarejo. El riesgo que haber compartido conversaciones y comidas con el comisario que todo lo grababa supone para quien nueve años después ha llegado a ministra del gobierno de España. Difundida la grabación que de una comida de hace nueve años hizo el comisario —allí estaban cuatro mandos policiales, un juez y una fiscal, Garzón y Delgado, Balta y Lola— la ministra insiste en que nunca trató nada relativo a su trabajo en la fiscalía con Villarejo aunque sí cree recordar (ahora) que se vieron en distintos actos sociales tres veces. Ha salido la grabación de uno de ellos. Está por ver si sigue el goteo.

El gobierno sostiene que estamos ante otro intento del comisario de chantajear al Estado. Esta vez en la persona de la ministra que aparece así como víctima que no accede a chantaje alguno. Quizá lo peor para ella es que la nota de prensa de su ministerio termina diciendo lo mismo que Sánchez dijo de la ministra Montón: que está haciendo un gran trabajo y piensa seguir haciéndolo. Lo mismo que dijo Sánchez de Montón diez minutos antes de que la ministra dimitiera.